Capítulo 11: Desilusión

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Octavio: No te pongas mal.- Dijo limpiándole las lágrimas.- Ella no merece que te pongas así por ella.

Marifer: Es que no entiendo.- Dijo triste.-No se por qué me odia tanto.- Cuando éramos niñas, éramos muy unidas, ella se aferraba a mi todo el tiempo. Pero todo cambió cuando llegamos a la adolescencia.- Dijo pensativa.- Se molestaba por todo. Le molestaba que se me acercaran los chicos de la tribu. O si venía algún fuereño, me humillaba. Me dolían mucho sus palabras.

Octavio: Creo que lo que le pasa a Cielo, es que te tiene envidia.- Dijo y ella lo miró.- No soporta ver que eres feliz, porque entiende que todo lo que tienes, ella lo merece.

Marifer: Pero si yo no tengo nada Pablo.- Se levantó de la hamaca y caminó cruzando sus brazos.- A duras penas pude estudiar Biología, y fue por la beca que me consiguió el profesor. Trabajo muy duro para sostener esta casa y para ayudar a mi abuelo. Ella ni siquiera quiso estudiar, yo estaba dispuesta a ayudarla. De hecho, hablé con el profesor para que me ayudara, pero no quiso.- Dijo mirándolo.- Dijo que ella sola podía conseguir las cosas.

Octavio: Eso es ser poco agradecida.- Dijo caminando hacia ella con las manos en los bolsillos.- Tu cumpliste con tus deberes de hermana Marifer.- Dijo colocándole el cabello detrás de la oreja.- La que está en falta es ella.- Dijo y ella suspiró con pesar.- Ustedes son tan diferentes, hasta en el color de piel.- Dijo con curiosidad.- Dime una cosa, ¿por qué el color de tu piel es diferente al de tu abuelo, tu hermana y los demás de la tribu?

Marifer: Pues según mi abuelo, mi papá no era de estas tierras. - Dijo mirándolo a los ojos. - Él no habla mucho del tema. Cuando era pequeña le preguntaba mucho por él, pero solo se limitaba a decirme que era un hombre blanco que trajo muchas lágrimas a mi mamá. Me daba cuenta que le dolía hablar del tema así que no volví a preguntar.

Octavio: ¿Y no te da curiosidad saber quién es?

Marifer: No, yo soy feliz con mi abuelo y con mi gente. - Dijo seria. - Si él nunca se interesó nunca conocerme, ¿por qué habré de hacerlo por él? - Dijo y el asintió.


Juan Carlos: Maldita sea. - Dijo enojado. - ¿Entonces es como yo pensaba, fue provocado el accidente?.- Le preguntó y Morales asintió.- Entonces alguien de la empresa está implicado.- Dijo dando un puñetazo en el escritorio.- Por eso ese mail que Octavio encontró mencionando algo del código rojo.

Morales: Juan Carlos, estoy casi seguro de que lo que le pasó a Octavio no fue un accidente, más bien, creo que fue un intento de asesinato. - Dijo y él lo miró atento. - Y digo intento, porque en mis averiguaciones descubrí que el piloto que piloteaba el helicóptero, era un tipo que no tenía licencia, y que estaba siendo buscado por la policía brasileña por varios delitos, entre ellos sicariato. No sé cómo logró tomar el control del helicóptero y todavía no lo he podido averiguar. No quise indagar más, porque me dijiste que querías que esta situación la manejáramos bajo perfil, y podríamos alertar a los causantes del hecho. Así que tú me dirás cuál sería el próximo paso.

Juan Carlos: Voy a tener que viajar a Brasil. - Dijo y él detective lo miró. - Voy a necesitar tu ayuda. Ahora no puedo hacerlo, estamos en proceso de recibimiento de la nueva mercancía, y no me puedo ausentar. Pero después de eso, voy a viajar a Brasil. - Dijo serio. - Ya veré como salgo sin que nadie sospeche. Pero tengo que averiguar qué pasó con Octavio, y si está vivo o muerto. - Dijo apretando los puños.


Artemio: Malditos indios. - Dijo serio mientras caminaba por los alrededores del río. Había tenido un caluroso encuentro con Comanche, quien prácticamente lo sacó de la Aldea, cuando trató de sobornarlo para que lo ayudara a convencer al indio Arcadio de que le vendieran las tierras- No sé cómo haré para convencerlos, pero lo haré. Aunque tenga que matarte indio Arcadio. Estas tierras son una mina de oro, y sea como sea te sacaré del medio. - Decía mientras caminaba, pero se paró en seco al escuchar cómo alguien cantaba. Empezó a buscar hasta que logró dar con la persona que cantaba. – Vaya, vaya. - Dijo con una sonrisa de maldad. - Pero mira nada más con la preciosura que me encuentro. Siempre me has gustado muchachita. - Dijo al ver como Marifer se bañaba en el río. - Y creo que llegó la hora de saber que se siente estar con una india tan rica como tú. - Dijo acercándose más hacia ella. -

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