Capítulo 23: Sin esperanzas

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Don Justo: ¿Cómo es eso que vas a viajar a ese lugar otra vez? - Le preguntó preocupado. - Hijo por Dios, casi te matan y tú quieres regresar allá.

Octavio: No te preocupes, Juan Carlos y yo viajaremos con seguridad, así que no te mortifiques. - Dijo caminando hacia él. - Necesito viajar.

Don Justo: ¿Tanto amas a esa muchacha que estás dispuesto a arriesgarte y a echar tu matrimonio por la borda? - Preguntó serio.

Octavio: Abuelo. - Le dijo y Don Justo sonrió al escucharlo. -No estoy arriesgando mi vida, creo que la única manera en la que estaría arriesgándola es que me quede aquí con esto que siento. No he sabido nada de ella y me siento intranquilo. Además, lo nuestro quedó inconcluso.

Don Justo: Pero hijo, tú estás casado con Romina, ¿has pensado que harás con ella?

Octavio: Sí, lo pensé y creo que lo mejor es que nos divorciemos. - Dijo serio.

Romina: Jamás.- Dijo entrando al estudio.- ¿Qué piensas que soy?, un mueble viejo que deshechas cuando ya no lo necesitas.- Le gritó molesta.- Te metiste con otra mujer mientras yo estaba aquí, llorando por tu ausencia. Sufriendo por la muerte de nuestro hijo, ¿crees que es justo para mí tener que escuchar que te vas a ir detrás de esa rompe hogares?.- Le escupió en la cara con lágrimas en los ojos.

Octavio: Sé que no es justo para ti, y de verdad lo siento. - Dijo avergonzado. - Siento todo esto, pero entiende que me enamoré de ella sin saber de tu existencia. En medio de mi falta de memoria solo la conocí a ella, a su familia. Y luego cuando vine aquí no te negaré que me sentí confundido, siento que te quiero, pero entre el cariño que te tengo y el que le tengo a ella, lo siento pero pesa más el que le tengo a ella. - Dijo antes de sentir una bofetada que le volteó la cara.

Don Justo: Romina, cálmate hija.- Dijo acercándose a ella.

Romina: ¿Calmarme?, ¿me pide que me calme cuando mi esposo me está diciendo que me engañó con otra y que me va a dejar por ella?.- Le gritó indignada.- Pero escúchame bien, no te daré el divorcio, no se las pondré tan fácil.- Dijo con odio.- De mi nadie se burla, nadie.- Dijo antes de salir del estudio azotando la puerta.

Octavio: Lo siento. - Dijo en un susurro derramando una lágrima.

Romina: Fíjate estúpida. - Dijo al tropezar con Cleo.

Cleo: Lo siento señora. - Dijo apenada.

Romina: Es que siempre estás de metiche. - Le gritó. - Seguro estabas escuchando detrás de las puertas.

Cleo: No le permito que me injurie de esa manera. - Dijo seria.

Romina: Eres una igualada, tú no eres más que una criada metiche.

Don Justo: ¡Basta!, no te permito que le hables de esa manera a Cleo.- Dijo mientras salían él y Octavio del estudio al escuchar los gritos.- No tienes ningún derecho a tratarla de esa forma. Cleo es un miembro de esta familia, y así como tú tiene el derecho de que se le respete.- Dijo molesto.- Quiero que te disculpes con ella.- Dijo y Romina lo miró indignada.

Cleo: No señor, yo........

Don Justo: ¡Discúlpate ahora!.- Le exigió.

Romina: Yo..... yo, lo siento.- Dijo y se fue hacia la habitación.

Cleo: No debió hacer eso Don Justo.- Dijo mortificada.

Don Justo: Claro que sí. Por ningún motivo permitiré injusticia en mi casa. Nadie tiene derecho de faltarte el respeto.

Octavio: Cleo.- Dijo tomándole las manos con ternura.- Recuerdo lo respetuosa que siempre has sido, lo fiel y lo dedicada.- Nadie te va a faltar el respeto ni a ofender, por lo menos ni mi abuelo ni yo lo permitiremos.- Dijo y Cleo asintió con una sonrisa.

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