How to save a life -(Ventino) [Makia]

Capítulo 37 - Es tu/mi culpa.

Natalia Prov:

Vi como Makis comenzaba a encogerse en mis brazos, casi pude sentir como su corazón se hacía pedazos entre mis brazos, rompiendo, a su vez, las pocas esperanzas que le quedaban de salir adelante; en ese momento me hubiera gustado tener la capacidad de meter mis manos a su pecho y juntar los pedazos rotos de su corazón, sacarlo y acunarlo junto al mío para que ella estuviera bien, hasta que esa sonrisa tan encantadora volviera a aparecer en su bello rostro; lamentablemente, las esperanzas y los ánimos habían flaqueado con el pasar de los días, hasta el día de hoy.

—Esto es mi culpa, es mi culpa.

Vi como su cuerpo comenzó a temblar, signo indiscutible de que estaba a punto de colapsar, de romper a llorar y borrarse por completo de todo lo que hacía, porque sabía que esas eran las consecuencias de un corazón maltratado, la pena los dominaba y no los dejaba ver nada más que lo que los estaba destruyendo; y en este momento todo se había confabulado para destruir a Makis.

—Mi amor, no digas eso, tu no lo golpeaste. —Ese fue mi primer error, volver a evocar con mis palabras a ese cerdo que la había ultrajado y luego había dejado a su hermano en una silla de ruedas, su es que no, vegetal.

—Él... él quiso... él fue... él quería defenderme... él fue a enfrentar a Jaime y... le pasó... esto. —Las manos de Makis temblaban, ella temblaba a pesar de que estaba abrigada y yo la estaba abrazando con fuerza.

—Mi amor, date vuelta. — Parecía que en cualquier momento sus piernas iban a ceder. — Makis, muéstrame tus ojitos. — Ella solo tomaba mis manos como si de esa manera pudiera arrancarse el dolor. — Makis, preciosa, quiero que me muestres tus hermosos ojitos, porque no te lo diré a menos que me estés mirando de frente. — Ella se dio vuelta lentamente, situación que aproveché para estrechar su cintura y estrecharla contra mí, su frente quedó a la altura de mis labios, ahí donde dejo un pequeño besito. — Escúchame bien, él te ama, todos en esta habitación te aman y si él se fue a enfrentar a Jaime fue porque te ama y no iba a permitir que todo esto quedara impune; Makis, lo que conozco a tu hermano sé que el daría la vida por tu bien estar, que él haría lo que fuera para que tu estés bien, tu no tienes la culpa de esto, la culpa la tiene Jaime.

—No puedo creer que a mi hermano le esté pasando esto.

Sus ojitos terminaron escondidos entre sus manos, ella comenzó a llorar con fuerza, sollozando por todas las horas que se había contenido, porque si, intento dar fuerzas a su madre y a Santiago, pero ya no pudo más, simplemente ya no lo pudo resistir más, ella se había derrumbado y yo lo único que podía hacer, era abrazarla, intentando mitigar el temblor de su cuerpo con las suaves caricias en su espalda, pero nada parecía tener efecto, ella lloraba con fuerza, que incluso parecía ahogarse con sus propias lágrimas.

—Si lo pierdo no podría soportarlo... no podría... no quiero perder a Juan Pablo.

—No lo perderás hermosa, no quiero que lo pienses, él saldrá adelante y tú vas a estar ahí para decirle lo mucho que lo amas, tú vas a decirle lo mucho que lo amas y vas a tomarle la mano cuando tenga que enfrentar las recuperaciones, tu vas a estar ahí para darle desayuno, para mimarlo, para darle las gracias, tu vas a estar ahí para él como él va a estar para ti.

Makis me miraba con los ojitos llenos de lágrimas, me miraba como me miró en aquellos años de antaño en los que ella estaba en la azotea de un edificio a punto de saltar, me miraba como cuando descubrí que las laceraciones en sus brazos no eran accidentales, me miraba como cuando le dije que la enamoraría a como diera lugar. Poco a poco, la distancia entre nuestros labios se fue haciendo completamente inconcebible, así fue como ella puso sus manos en mis mejillas y me arrastró hacia los suyos, me besó, me besó como desde hace tiempo no lo hacía, moviendo sus labios de manera suave, tierna, dejando ese rastro salado en la punta de mi lengua, dejándome ese deseo de que querer sanarla a como diera lugar.