How to save a life -(Ventino) [Makia]

Capítulo 23 - La noche maldita.

Makis Prov:

Me sentía enojada, no con Natalia, más bien, conmigo misma, sentía que todo el mundo sabía que yo era débil y que en cualquier momento me podría romper y eso me enojaba, me enojaba saber que todo el mundo pensara que me debía proteger, me daba impotencia que todos pensaran que no podría enfrentar nada sin romperme, pero más rabia me daba el hecho que esto fuera verdad, no podría enfrentar la amenaza de Jaime y su grupo sobre mi cabeza sin que mi alma se rompiera en mil pedazos, sin sentirme inútil, sin sentir que era un verdadero asco y que en verdad lo merezco.

-Hola mamá – digo sin ánimos al entrar a mi casa, al parecer, mi rostro demuestra mucho, porque ella de inmediato viene corriendo hacia donde estoy.

-Hola mi amor ¿Estás bien? ¿Cómo fue todo? – ella me acaricia el cabello con delicadeza, no puedo hacer más que resoplar y bajar la cabeza apenada, incluso cuando no quiero dar problemas, termino por dar problemas.

-Solo tuve una pelea con Natalia y estoy un poco desanimada por eso, quiero dormir un poco, la verdad es que me siento demasiado desanimada para hacer cualquier cosa – le digo, solo le doy un beso en la mejilla, el cual ella responde con el máximo de amor, cuando me empiezo a encaminar hacia mi habitación, mi perrita me alcanza, poniéndose bajo mi mano para que esta la acariciara a cada paso que daba, escucho a Santiago hablarme, lo escucho decir algo así como que "él sabía que esa chica me dañaría", así que con una rabia tremenda azoto la puerta en su cara, mi mano vacila sobre si poner el pestillo o no, cosa que termino haciendo, ese pequeño acto desencadenaría muchos eventos desafortunados, pero no lo sabía, solo sabía que tenía ganas de llorar, así que abrace a la Negra y llore en su lomito, sintiendo como ella pasaba suavemente la lengua por mi mano.

Solo recuerdo haberme acostado, pero no recordaba haber dejado la ventana abierta, pero no fue el frío de la noche de Bogotá que me despertó, sino que fueron los gruñidos de mi Negra, parecía furiosa por algo, parecía como si estuviera viendo a su peor enemigo.

- ¿Qué pasa Negra? – le pregunto adormilada, veo los ojos de mi perrita, ella me mira llena de terror, pero no logro hacer nada antes de que una mano me tape la boca y otra se aferre a mi cintura.

-Si te callas princesa prometo ser bueno – siento un fuerte olor a alcohol, siento algo frío rodear mi mano, esa persona tira de la cosa para pasarla por delante de mí, me ha esposado las manos a la altura del pecho, mientras que su mano me tiene firmemente apretada de la quijada, callando mis quejidos de dolor, el miedo me tiene paralizada, ni siquiera puedo hacer el movimiento más mínimo, cuando tiene mis manos inmovilizadas cubre mi boca con una mordaza, todo pasó tan rápido, que vuelvo a reaccionar cuando veo a mi Negra abalanzarse contra el tipo, pero ella no puede hacer nada.

-Asqueroso animal – con esa mordaza amortiguando los gritos de horror al ver como ese tipo golpeaba a mi perrita, la golpeaba como si el pequeño cuerpo fuera solo un costal de tierra, pero las lágrimas no hicieron más que salir con fuerza cuando apenas escuchaba los lloriqueos de mi Negra, yo gritaba, no me importaba si a mí me hacía lo mismo, solo quería que alguien me escuchara para que salvaran a mi negra.

-Bueno princesa, a lo que estábamos – dice ese ser desagradable poniéndose de pie, es una figura completamente intimidante, parece ser gigante, pero nada me importa, solo quiero saber si mi Negra está viva, lo siento sentarse a horcajadas sobre mí, sus dedos se aferran a mi quijada para voltearme el rostro y dejar nuestros ojos conectados, son ojos que nunca había visto, con Jaime siempre había visto desprecio, humillación, incluso lujuria, pero los ojos de esta persona era completamente vacíos, solo brillaban cuando hacía daño, esa persona parecía estar completamente vacío.

-Eres hermosa princesa, créeme cuando digo que esto me dolerá más a mí que a ti, pero negocios son negocios – su puño impacta casi sin fuerza sobre mi mejilla, haciéndome ver estrellas al momento de que su asquerosa mano hace contacto con mi piel.