Capítulo cuarenta y cuatro.

598 60 6
                                    

044: Ganas de vivir...


No sé si alguna vez han pasado por un momento en el que les hacen falta las ganas de vivir. Ese momento en el que estás dentro de un montón de gente pero a la vez es como si no estuvieras, porque tu mente está centrada en otra cosa, porque estás en cuerpo más no en alma.
Odio todo en este preciso momento, mi corazón está lleno de tristeza, mis ojos están rojos e hinchados de tanto llorar, estoy frente a mi espejo y no soy ni la sombra de lo que era hace justamente una semana. ¿Qué podrían esperar? Me han arrebatado a mi padre, cuando todo estaba yendo a la perfección me lo han quitado, quizá hizo muchas cosas malas, pero por Dios, duele como el mismísimo infierno que te arrebaten a alguien que amas con todo tu corazón, y lo peor de todo es cuando no puedes hacer justicia porque ni siquiera sabes quién fue.


─Amor, te he traído algo para que desayunes. ─Dice Jael colocando una bandeja en la cama.


─No tengo hambre, llévatelo.


─Por favor, Elena. ─Me sujetó la mano. ─Tienes que comer algo, por ti, por nuestro bebé.


Una lágrima se escapó de mis ojos y la limpié con rapidez.


─Se que todo ha sido una mierda, pero debes comer algo, te enfermarás si no lo haces.


Desde ese día cuando el comisario encontró a papá, muerto, no había querido nada, ni siquiera comer. Tampoco me había podido hacer cargo de Aiden, por lo tanto Tara y Cassidy se estaban encargando de él.


Me senté en la cama y empecé a comer poco a poco con la vista clavada en un punto fijo.


─Sé que duele, pero no puedes quedarte estancada allí.


Sabía que él tenía razón, todos lo estaban intentando, sobre todo mamá, lo estaba sobrellevando bien, sabía que le dolía, pero no se estaba dejando vencer por el dolor, en cambio yo estoy estancada en el. Estoy segura de que mi padre no estaría orgulloso de esto, así que era hora de continuar, tengo un hijo por quien velar, un esposo y una criatura creciendo en mi vientre.


─Voy a ducharme, quiero ir a casa de mamá. ─Dije al terminar de comer.


Jael asintió con una leve sonrisa en su rostro y bajó todo.


Me metí al baño y me miré al espejo, tenía una tijera en mis manos. Y no, no pienso suicidarme.
Empecé a cortar mi cabello, lo tenía demasiado largo y en cuestión de minutos estaba hasta más arriba de mis hombros. Desde hoy mi vida será diferente.


Me di una larga ducha, me vestí con unos jeans ajustados, una manga larga negra y unas zapatillas. Me maquillé un poco para esconder mis ojeras, estaban demasiado marcadas.

─Amor estás lis... ─Jael se quedó perplejo al verme. ─ta.


Lo miro y sonrío un poco:
─Ya lo estoy.


─Vaya, estás...


─¿Estoy qué?


─Demasiado guapa. ─Sonríe.


Se acerca a mí cortando casi toda la distancia, duda en besarme o no así que soy yo quien uno nuestros labios. Hacía mucho que no nos besabamos y hasta este momento me doy cuenta de cuanto extrañé sus besos.
Sus labios se movían a la par con los míos, su lengua exploraba mi boca y mis manos se perdían en su mata de pelos negros.


─Dios, extrañé tanto tus besos... ─Susurré.


Presionó sus labios con los míos unos segundos más, al separarse acarició mi mejilla y besó mi frente.


─El cabello corto te queda fantástico. ─Sonreí y lo abracé.



Narra Jael.


Elena estaba junto a su madre, Tara y Cass con Aiden en sus piernas, mi pequeño no dejaba de jugar con las manitas de su mamá. Elena sonreía, después de tantos días al fin vuelvo a verla sonreír.
Ella no merece nada de lo que le ha pasado, por culpa de mi padre a tenido que vivir un infierno. Tengo las sospechas de que él también tiene que ver con la muerte de Connor, cuanto quisiera contactarlo, pero prácticamente es un fantasma, no sabemos nada de él. Por si fuera poco, Fabiola escapó de prisión, nadie sabe cómo, todo es un misterio. Elena ni nadie más estaba al tanto de nada, ya es suficiente con lo que pasaron para que se tengan que comer la cabeza con esta situación.


─... Víctor no vendrá hasta mañana. ─Cassidy hablaba. Apenas le pongo atención que están hablando.

─¿Te llevarás hoy al pequeño? ─Pregunta Tara refiriéndose a nuestro hijo.

─Oh no, lo dejaré unos días más. Apenas me estoy recomponiendo, ya sabes... ─Responde Elena.

─Por cierto hermana, ¡Me encanta tu cabello! ─Y esa es Cassidy halagando su nuevo look.

Era extraño ver a mi chica con el cabello corto, pero debo admitir que se ve demasiado preciosa, luce estupendamente hermosa a pesar de que se nota cansada debido a que no está comiendo ni durmiendo bien.

Daría lo que fuera para que todo fuese diferente.

Horas después ya estábamos en casa, me había dado una ducha y me puse unos pantalones de pijama para luego tumbarme al lado de Elena. Pensé que ella estaba dormida pero me di cuenta de que no era así cuando se recostó en mi pecho y empezó a trazar círculos imaginarios con su dedo índice.

─Jael... ─Murmuró.

─Dime. ─La miré a sus expresivos ojos.

─¿Cuánto me amas?

La cargué como pude y la dejé arriba de mí, ella apoyó sus manos en mi pecho y me miró directamente a los ojos.

─No hay un cuanto, Elena. Lo que siento por ti es demasiado fuerte como para ponerle algún límite, me niego hacerlo, sería una falta de respeto hacia mi amor por ti.

Sus mejillas se tornaron de un color rosa, se veía tan hermosa sonrojada y yo me sentía fantástico al saber que tenía ese poder en ella. Empecé a acariciar su espalda y me miró como sólo ella sabe hacerlo; su mirada es demasiado indescriptible, podrá tener la edad que tenga, pero cuando me mira es como si fuera una niña: mi niña. Estoy profundamente enamorado de Elena Collins, y quiero hacerla feliz toda la vida.

─Te amo. ─Dijo y unió sus labios con los míos.

Amo besarla, amo sentir la suavidad de sus carnosos labios, amo tenerla tan cerca, amo poder hacerla mía cada que queramos. Amo inmensamente a mi pequeña.

Raptada | 1 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora