Capítulo final.

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Cuarenta y siete.

Las puertas corredizas del baño estaban empañadas, el agua descendía por todo mi cuerpo, mi vista estaba fija en un lugar, mi cabeza dolía un poco por lo halones de cabello hace unos instante mientras lo desenrredaba, una lágrima recorrió por mi mejilla y se mezcló con el agua hasta caer. Cerré la regadera, abrí con cuidado las puertas y me paré frente al espejo del baño sin siquiera secarme. Observé mi reflejo en el espejo, tenía unos pozos azules marcados debajo de mis ojos, hacía ya un mes desde aquel acontecimiento, desde que vi como golpeaban y le disparaban a Jael, desde que vi el cuerpo de Alan caer al momento que una bala atravesó su cabeza; aquellas imágenes que nunca olvidaré y me atormentarán toda la vida.

Mi cuerpo tenía pequeñas cicatrices por todos lados, tracé círculos con mi dedo índice en el lugar donde me habían tatuado. Me quitaron a personas que amaba con todo mi corazón, que eran mi familia, puede que el infierno que viví haya acabado, pero ahora empezó uno nuevo, uno que hace que me carcoma la cabeza todos los días; ellos me marcaron para siempre.

Parecía como si pudiera con todo esto, pero eso era hace un mes, dónde mis esperanzas aún seguían encendidas en llamas, pero ya se han apagado por completo.

Mi abdomen abultado ya era muy notable, sonreí un poco. Este niño al igual que Aiden merece tener una gran vida y temo en no poder dársela.

Sentí unos suaves toques en la puerta y luego una voz.

─Elena, se hace tarde, tenemos que ir al hospital. ─Era Tara.

Ir al hospital... ¿Acaso iba a pasar algo diferente hoy? ¿Él despertaría? No lo creo, hace días que perdí todas las esperanzas. Estoy cansada de ir a ese hospital y que nada nuevo pase, cansada de la tristeza que llevo encima, cansada de llorar todas las noches, sé que llorar no cambiará nada, pero hasta ahora es la única forma que he encontrado para desahogarme.

─Me vestiré rápido. ─Le dije al salir del baño envuelta en una toalla.

Tara me reparó de pies a cabeza y me dio esa mirada que tanto estaba odiando últimamente; una mirada de lástima.

─No otra vez, Tara. Estoy bien, ahora si me permites, tengo que vestirme.

Soltó un largo suspiro y salió de la habitación.

¿Cómo se vuelve a encontrar el sentido a la vida? Está claro que tengo un niño por quien velar y otro que viene en camino por supuesto, pero no es fácil, no es fácil cargar con todas las memorias de cuando me hacían daño, cuando vi morir a tanta gente... Por más que quiero olvidar todos mis recuerdos no lo voy a conseguir, es algo imposible. Sólo necesito que se vuelva a encender esa chispa; esa chispa de amor.

***

El chofer conducía y todos íbamos en silencio: mamá de copiloto, Tara, Cassidy y yo en la parte trasera.
Mi cabeza estaba apoyada en la ventanilla viendo como las gotas de lluvia resbalaban por el escrital, el día estaba gris, como lo ha estado mi vida últimamente. Mi vista se centró en mi pequeño Aiden, jugaba con mis manos mientras balbuceaba cosas.

─¡Pa-a! ─Empezó a repetir.

Mi corazón se apretó en mi pecho y una lágrima se escapó de mis ojos. Ningún niño merece crecer sin su padre, todos merecen poder tener ese cariño. Lo recosté en mi pecho y besé su cabecita.

Al llegar al hospital envolví a mi pequeño con una manta, Tara lo cargó para luego entrar rápidamente al hospital. Bajé del auto mirando hacia el cielo, observando como las gotas caían a mi alrededor.

─Vamos Lena, puedes coger un resfriado. ─Dijo mamá tomando mi mano para ir adentro.

La tensión en el hospital era abrumante, Tara no paraba de mordisquear sus dedos, Cassidy movía la pierna con desesperación y mamá sólo jugaba con Aiden evitando mi mirada a toda costa.

Tragué fuerte y caminé hacia su habitación. Leí el número marcado en ella: veintiuno. ¿Coincidencia? No lo creo. Tomé el picaporte de la puerta, estaba helado y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Apreté los ojos y dejé abrir por completo la puerta, no quería ver, me negaba a hacerlo. Algo iba mal, el pitido de la máquina no se escuchaba, todo estaba en sumo silencio. Di unos pasos y poco a poco abrí los ojos, la cama estaba arreglada y... vacía, completamente vacía. Me senté en ella y acaricié las sábanas.

No seas estúpida Elena, ya han debido de cambiar las sábanas. Pensé.

Coloqué mis manos en mi pecho y empecé a sollozar, esperé por días que llegara este momento, pero juro que no estaba preparada, no quería perderlo, no a él. Me derrumbé por completo, como todas las noches en mi habitación, mi llanto era fuerte y me importaba una mierda quién me escuchara, lo he perdido...

Sentí una mano en mi hombro y cerré mis ojos, no quería recibir la lastima de nadie, no quería escuchar los "Lo siento"  de nadie.

─No me he ido mi diosa, estoy aquí.

¿Esto puede ser posible? No claro que no, él está muerto, la cama está vacía. Me giré lentamente sin abrir los ojos aún, estiré mi mano buscando sentir algún cuerpo frente a mí, pensé que no encontraría nada, pero había algo, o mejor dicho, alguien.

Me tomaron la mano y la apretaron:
─Aquí estoy mi Elena, abre los ojos.

Abrí los ojos lentamente, mi vista nublada se fue acomodando poco a poco, allí estaba él... con una camiseta negra y sus típicos jeans, su cabello estaba despeinado, su cuerpo estaba más delgado, tenía pequeñas bolsas debajo de sus ojos y se veía cansado. Él está aquí, no se ha ido, él está vivo.

─Tú, estás aquí... ─Susurré y me puse de pie frente a él.

─Aquí estoy mi amor. ─Acunó mi rostro. ─Aquí estoy para ti, no voy a irme, no te voy a dejar sola.

Y me besó.

Sus labios me hacían sentir en el cielo, se movían a la perfección con los míos, nuestras lenguas encajaban como las piezas de un rompecabezas. Creí que no volvería a sentir la calidez de sus labios, creí que no volvería a sentir a su respiración mezclarse con la mía, creí que no volvería a sentir nunca más los latidos de su corazón. Pero aquí está él, besándome como nunca antes en la vida.

No lo he perdido, él está aquí conmigo; me está besando. Siento como si hubiese pasado un siglo sin sentir el contacto de sus labios con los míos. La presión en mi pecho fue desapareciendo y mi cuerpo se fue relajando poco a poco.

Esto es real. Repetía varias veces en mi cabeza.

No lo perdí, no he perdido al amor de mi vida y sin duda alguna sé que a partir de hoy es nuestro nuevo comienzo; nuestro nuevo comienzo para ser feliz.

Fin.


^^

N/a: Omg, voy a llorar. No imaginan cuanto me costó escribir este capítulo. Soy muy mala para dar final a algo.

No soy tan mala como creen, Jael no merecía morir, él y Elena tenían que ser feliz al final de toda esta historia.

Aún falta el epílogo, lo subiré prontito, no me despediré aún hasta dar la gran noticia que les tengo. Besos.

Voten y comenten.

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