Érase una vez el vestigio de dos astros.
Acompañábanse desde los confines del cielo.
Paseando en galopar sereno
de este a oeste,
engendrando un misterio en cada parada
de su celeste, etéreo, eterno cortejo.
Ningún ojo humano tenía derecho a mirarlo
a menos que estuviese a la vera
de aquese temido margen,
el grahinigini.Hallábase en el firmamento,
en un techo falso
de cerúleos sentidos y lumbres.
Fachada álgida del orbe. Camino.
Veíase en la cúpula nocturna,
firmamento afirmado en fulgores,
y allén las luces danzaban
en cortejo nupcial que perla al abismo.Escarcha nocturna, febril,
taciturna morada,
bienhadado vestigio.
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Aquestas plumas de otoño ©
PoesieOBRA GANADORA THE WATTY 2019 y Destacada en el perfil de @Poesia_ES. «Donde hay dos uno hay, y donde hay uno no hay dos» ~Poemario de Nina Olenn. Todos los derechos reservados. ®