075

16 7 1
                                    

Oh, plumas de antaño, de otoño,
plumas amigas sin fin,
he de enarbolarlas muy en alto,
hasta que las vean del otro lado,
en los confines de lo creado,
hasta que lo existente comprenda su razón,
su propósito y sentido de ser.
Hasta que uno tras otro halle
su corazón perdido, ese que vuela,
el orondo en consuelos e ilusiones,
el que daba la vida por simplemente dar y querer.
Plumas de lo bien vivido,
que nadie a ustedes roba aquella esperanza,
aquel hilo irrompible permanece
a pesar de las suertes que les tocan.
Yacen imperecederas,
perpetuas e inasibles. Las abrazo así.
Tal cual son.
Sin entenderlas del todo.
Sin procurarlo demasiado tampoco.
Sin forzar la historia ni su curso.
Más bien tranquila,
como el recién nacido, sin sonrisa siquiera.
Tranquila y triunfante, sin necesidad de ser consciente.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora