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Crepito
y mis flamas son noctámbulas,
de tacto mitísimo, tan sutil
que una pluma, en comparación, hiende.
Mi crepitar es de ángel caído
que va cayendo en su abismo asignado
y tras algún tiempo sigue sin tocar suelo.
Muy íntimo, sereno.

Crepito en letras
que no sé, no sé de dónde vienen.
Andan y pacen,
aquí yacen y crecen.
Susurrantes.

¿Has oído alguna vez su invitación?
¿La humareda de mis letras cuando cantan?
Tienen ritos en la garganta.

Crepitan mucho.
Crepitan negro.
Crepitan con espuelas.
Crepitan nudos.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora