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Le pido al cielo, sí, pido,
que me arranque de tajo los males,
los recuerdos, las penumbras,
que se lleve de las ausencias cada prenda,
cada corazón y mezquindad.
Que se lleve aquel pararse junto a las paredes
y quedar abstraída por largos ratos
presa de tempestades mudas.
Y aquella mueca rota que quería ser sonrisa.

Que me queden nuevos recuerdos por crear,
lienzos en blanco y verdadera compañía.
Que me quede ese estrechar almas,
ese saludo cálido de amigos sin distancias.
Que me quede una canción,
esa donde no se cae nunca más.

Tú, negrura.
Márchate.

Pido al cielo, sí, pido...
una respuesta, un camino, una señal.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora