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Quien hubo visto mis cuervos,
sus plumas doradas, de cielos abiertos, perlados,
asidos por manos amadas,
ha sabido del abrazo aqueste.

Cuervos de altas caídas,
de cielos tantos experimentados,
anhelo otros ojos con que mirarles.
Otros ojos ciegos de sentir,
entumecidos, en vegetal pasión,
cauterizados para enfrentarles.

Quien quedose callado, con el pecho en pedazos,
con crudeza de aliento, de estómago marchito,
y sal, y sangre, y aguja, y un filo incesante,
ha conocido su suerte.
Ha constatado su hambre.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora