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Cuando hablo de mis cielos
me enternezco, crezco.
Soy infinito.
Con hondura de reflejos dónde mirarme,
donde hallar la música de ritmos irisados.

Cortejos de alegría,
dulces canciones suenan,
en el vaivén de mi cuerpo
se mece lo dorado y ancestral
de un susurro de lluvia.

Mecerse, quererse, calmarse,
conmoverse, mimarse, amarse.

Aderezo de la esencia que unifica,
bucle do mi alma bien se encuentra,
permíteme quedarme,
y ahuyentar aquellas hienas
de los otros.
Dame una palabra buena, pido.
Una semilla que alimente,
que dé en el tremor un cobijo,
una mano que se posa sobre el hombro,
en la soledad canciones,
compañía, un té tibio, un buen amigo.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora