Quemé mis naves allí donde el sol dolía
para volver a mirarlo.Creí que el alma, mi amiga, se iba,
no sabía qué hacer.
Rogué mil cantos, mil rezos,
tragué y grité mis gemidos
y al final del túnel,
un puente, una curva,
una caída en picada.Una subida.
Una estrella.
Una amor.
Una merced.
Y desperté.
He ahí un espejo,
por primera vez me vi a los ojos.
Mirome alguien, un ángel. Una voz.Lumbre.
Al fin me hallaste.
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Aquestas plumas de otoño ©
PoesíaOBRA GANADORA THE WATTY 2019 y Destacada en el perfil de @Poesia_ES. «Donde hay dos uno hay, y donde hay uno no hay dos» ~Poemario de Nina Olenn. Todos los derechos reservados. ®