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Gracias a esos ladrones de Khalil,
que también robaron mis máscaras.
Benditos, digo.

Aunque también maldije una vez.
Ora ven estos ojos, y este caparazón
ha sido hendido,
ha llorado su última cena.

Ora cierro los ojos, y veo amarillo.
Un sol, un amigo, como El constructor,
un camino mejor que caer.

Gracias, benditos, de nuevo.

Y esta la revelación:
Aquellos cuervos
también tenían máscaras.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora