Sentía que su pobre corazón se saldría de su pecho. Sus manos temblaban ligeramente, ¿por qué le sucedía esto? ¿Era normal? Sacudió su cabeza, intentando no pensar en ello. El chico enmarcó una ceja, preguntándose por aquello. Un ligero rubor se hizo presente en las mejillas de la joven, quién parecía estar incómoda por la situación.
─Si me quedo, ¿dejarás de llamarme Cenicienta? ─enmarcó una ceja.
─Ajam. ─imitió un sonido rarísimo de afirmación.
─Está bien. ─suspiró.
El joven sonrió satisfecho. Había conseguido que la joven quedará con el, cuidando de el.
─¿Me preparas algo? ─preguntó sin nada de timidez, soltando a Sunhee.
─¿Me vez cara de chef?
─Más bien.. ─la observó con detenimiento. ─Estás perfecta como niñera.
─Uhg, olvidalo.
Ulteriormente a esto, bajo a la cocina a preparar una sopa simple, hecha con algunos vegetales y uno que otro condimento. Jungkook agradeció la sopa y ayudó a Sunhee a estudiar. Desde allí, todo marchó normal. Claro, no faltó una que otra pelea, pero todo agradable.
Siete cincuenta de la tarde. La Luna ya había hecho aparición, al igual que la oscuridad. Por la gran ventana de la habitación caían pequeñas gotitas, que después de un rato, se volvieron grandes gotas e innumerables de ellas se deslizaban por la ventana. Sunhee observaba cada una que caía lentamente y se perdía entre las otras. Nubes de color anaranjado desaparecían por el cielo. El sol se había escondido. Abrió ligeramente la ventana, movió su cabeza hacia adelante, para que las gotas empaparan su cabello y rostro. Se sentía bien, a pesar del frío. Sunhee siempre había amado la lluvia, tenia una extraña atracción respecto a esta. Jungkook estaba sentado en su cama, cubierto de cobijas. Su temperatura había subido, considerablemente. Observaba con cierta admiración a la joven. Tan frágil, delicada y fea.
─¿Puedes salir de ahí? ─interpeló. ─Te puedes enfermar.
─Problema mío será. ─respondió, sin verle la cara.
─Sunhee. ─le llamó. ─Sal de ahí.
─Eres un pesado. ─resopló cerrando la ventana. ─Esto es un horno. ─gruñó.
Y estaba en lo cierto. La habitación estaba completamente cerrada. Jungkook le había pedido que encendiera la estufa y ahí estaba. Cubierto de cobijas, con la estufa encendida y acostado, como un veterano.
─Eres un abuelo. ─se acercó a el, acto seguido tocó su frente. ─Estas caliente, imbécil.
─¡No es cierto! ─alegó, cubriéndose más. ─Hace frío Sunhee...
─No Jungkook. No hace frío. ─dijo.
Pasó una mano por su sien. Era totalmente agotador cuidar de Jungkook, era como cuidar un bebé. Se acercó a un pequeño mueble, tomó un trapo y lo sumergió en un pequeño bol con agua, luego de unos segundos la sacó y lo estrujó. Se acercó nuevamente al chico y lo puso sobre su frente. Las quejas del chico no tardaron en aparecer.
─Sunhee, esta frío. ─lloriqueó intentando quitárselo, cosa que no consiguió.
─Déjalo, te bajará la temperatura. ─tomó sus muñecas.
─Me siento pésimo. ─se quejó. ─Tráeme más cobijas.
─Jungkook, te he traído todas, ¿De dónde sacó más? ─se alzó de hombros, indiferente.
Jungkook no respondió. Calló y cerró los ojos, echándose hacía atrás. Se sentía pésimo, horrible, era terrible estar enfermo. Sunhee aprovechó esto para quitar algunas cobijas, realmente tenía la temperatura alta. Los minutos pasaron y Jungkook seguía en la misma posición, con los ojos cerrados y su respiración tan ligera y suave que ni siquiera se oía. Supuso que se había dormido. Quitó el trapo húmedo de la frente del chico y lo dejó aún lado. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Quedarse ahí con él? Se iba a levantar para volver a la ventana y refrescarse un poco, pero una mano la detuvo, agarrando su jersey. Ladeó un poco su cabeza y miro a Jungkook.
─Quédate aquí. ─habló aún con sus ojos cerrados. ─Acomodate aquí, a mi lado. Por favor Sunhee..
Sus palabras sonaban entre cortadas, suaves. Su voz estaba débil. Parecía que apenas podía hablar. No le quedó más remedio que hacerle caso. Se acomodó a un lado de él, cubriéndose con una cobija. Cerró sus ojos un par de segundos, los abrió cuando sintió que algo rodeaba su cuerpo. Eran los brazos de Jungkook. Estaba acurrucado al lado de ella. Una sonrisa boba se formó en su rostro, ¿cómo podía ser tan jodidamente tierno y tan pesado a la vez? Se sentía bien. Cerró sus ojos y se dejó conquistar por el sueño. Poco a poco se quedó profundamente dormida.
(...)
─Hey, Sunhee. ─murmuró, moviendo el brazo de ésta.
No adquirió ninguna respuesta por parte de la chica. Sunhee dormía plácidamente, abrazada al cuerpo de Jungkook. Claro, apenas despertara pegaría el grito en cielo por abrazar al chico que supuestamente 'odia'.
─Sunhee, perdimos las primeras clases. ─protestó moviendo con fuerza el brazo.
─Déjame dormir en paz y jódete. ─se giro hacia el otro lado, dándole la espalda.
─¡Hey! ─exclamó sorprendido por su lenguaje. ─Estas en mi casa, más respeto señorita.
─Ush. Cállate. ─le golpeó con una almohada.
Una guerra comenzó allí. Las risas y los golpes con almohadas resonaban por la habitación. Eran las nueve veinticuatro de la mañana. Jungkook y Sunhee habían perdido la primera clase, cosa que no les importó mucho. Las risas se detuvieron cuando una almohada se rompió, soltando todo el relleno de adentro, pero luego de unos segundos volvieron hacer aparición. Unas risas totalmente exageradas y bulliciosas. Que horror, dirían los vecinos.
─Sunhee. ─le llamó.
Jungkook se había levantado de la cama. Su estado ya era mucho mejor, si, aún tenía los mocos colgando, pero eso era lo de menos. No tenía la nariz roja como; rodolfo el reno. Su temperatura era adecuada. Y se le veía muy bien, físicamente y psicológicamente. Al parecer, los cuidados, la atención y el esmero trabajo de Sunhee, trajeron buenos resultados.
Sunhee no parecía querer levantarse. Estaba boca arriba sobre la cama. La joven parecía inmutable.
─¡Sunhee! ─bramó, lanzándole una almohada.
─¿Qué mierda quieres? ─respondió con disgusto, aún boca abajo.
─Es tarde, debemos ir al Instituto. ─comentó afligido.
Sunhee no le tomó mucha atención. Le hizo un ademán de despreocupación, intentando manifestar que no le importaba. Faltar un día no le hará nada de malo, ¿O sí? Jungkook aún no captaba la idea. Nuevamente le llamó.
─¿Qué? ¿¡Qué!? ¿¡QUÉ!? ─chilló histérica por los llamados incesantes del joven.
─Cálmate por favor. ─agitó sus manos en signo de paz.
─¿Cómo quieres que me calme si me molestas todo el puto rato, Jeon? ─se giró a verlo irritada.
─Por favor, deja de decir groserías. ─le regañó con el entre cejo fruncido.
─¡Yo digo lo que se me da la puta gana!
Esto fue suficiente para que Sunhee saliera de la habitación rumbo a la planta de abajo. Sin duda Jeon Jungkook le sacaba de quicio. Quizá algún día termine matando al pobre chico. Oh, claro que sí. Se sentó en un sofá negro. Tenía pinta ser carísimo, bueno, le importó una mierda y se echó ahí, como si nada, tirando algunos cojines al piso.
Observó con más detenimiento el lugar. Veía cada cuadro con cautela, analizando cada detalle de éstos. La casa estaba completamente limpia y ordenada. Era bastante grande, podría hacer una fiesta con cincuenta personas, o más quizá. Lastima, no le pertenecía y, tampoco tenía suficientes amigos para llenarla. Con Hoseok, Yoongi, Haeun y Jungkook, no le bastaba.
Esperen, ¿Jungkook era amigo de Sunhee?
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Smile, please. ©Jeon Jungkook
FanfictionSunhee, una chica antipática y aburrida. Jungkook, un chico animoso, engreído y atractivo, dos personas muy distintas, pero con más cosas en común. El conocerse cambiará todo, ¿pero que hay detrás de todo? Esta novela está hecha completamente por m...