VII

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Era la  primera vez que experimentaba tanto asco en mi vida.

Lo correcto para que me tomara confianza era haber  seguido el beso.

Pero no fui capaz de soportarlo.

El contacto no había durado ni tres segundo cuando volteé mi rostro haciendo que sus labios quedarán en mi mejilla. Baje la cabeza fingiendo estar avergonzada. Tenía que pensar rápido en un excusa.

—Yo...no me siento preparada—fue lo único que se me ocurrió decir.

Fije mi mirada en él para ver su rostro, al principio fue de confusión ya que imagino que él esperaba que continuará el beso. Para ser sincera esperaba lo peor , pero me sorprendió cuando mostró una sonrisa "sincera".

—Tienes razón , princesa— dijo riéndose, pero no burlándose.— Creo que fui muy rápido.

Toda yo estaba estática. Me daba la sensación que algo traía en menos, no era normal que reaccionara así, pensé que al decir lo de "no estar preparada" él haría uno de sus berrinches diciendo, "yo te protege y ves como me pagas", "el único que te ama soy yo" y más estupideces.

—Quiero hacer las cosas bien—.Empezó—permiteme hacer la cosas bien ¿si?

Asentí automáticamente sin procesar las palabras que había dicho , tampoco me importaban. Sonrió aún más, si eso era posible, parecía el gato de Alicia.

—Vamos a ser felices princesa.

Nunca voy hacer feliz contigo.

—Y si...—la manos me tiemblan un poco mientras hablo, me da miedo su reacción, iba a preguntar primero, pero decidí no hacerlo al principio.—Encerrada aquí no voy hacer feliz...

—No empieces Aisa.—me interrumpió notándose molesto, tenía intenciones de levantarse pero lo evite tomándolo de las manos haciendo que se volviera a sentar en la cama.

—No me dejas terminar—.Le dije tratando de hablar de una manera dulce.—pod...Podemos ser felices si me dejas ir ,a mi casa...

—Esta es tu casa.

—...te prometo que siempre te visitar—.termine diciendo sonando un poco desesperada al final.

Se quedó en silencio mirándome serio, analizando mis palabras, tenía la sensación que se molestaría y me gritaría, pero tenía que intentarlo y preguntarle, de todas formas no tenía nada que perder

Él dio un largo suspiro que me erizo la piel, creo que se está molestando.

—Cuando vas en entender, princesa.—susurró bajito pero fui capaz de escucharle.—Aisa, tu lugar es aquí, nunca te iras ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?.—No le conteste.

Y se dio por terminada la conversación.

Bajábamos a la cocina, deje que tomara mi mano, ya no tenía caso negarme, él me dejo en claro que nunca me iría, eso y necesitaba su ayuda, ya que tenía mi pie vendado.

—No quiero que te lastimes, princesa.

Antes que pudiera negarme ya me tenía cargada en sus brazos y me dejó en la silla del gran mesón. La cocina era hermosa, como todo en la casa. Su estructura es espectacular ;lastima que este aquí en contra de mi voluntad

Sentada en la silla parecía una muñeca que podía controlar a su antojo. Una vez más me había dejado dominar, sin ganas de luchar.

Me daba cuenta que mientras más pasaba el tiempo, más mis ganas de luchar desaparecían .Mi cuerpo, aunque no quisiera, ya le daba igual que él tocara de más, como sus manos tocaban mis brazos, mi espalda, mis mejillas por accidente, aunque los dos sabíamos que era apropósito y yo no hacía nada al respecto. Ya no.

ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora