XXI

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-Estas muy bonita Aisa.

La dos estábamos paradas frente al espejo, mirando como Alexis me había transformado. Mi cabello que ya estaba al principio de mi pecho estaba recogido en un  medía cola con bucles que lo hacía ver perfecto. El maquillaje no quería que fuera exagerado y Alexis escuchó muy bien porque lo único que resalta son mis labios pintados de un rosa muy bonito.

A pesar de las circunstancias por la cual me arreglaba no era de mi elección, tenía que admitir que me sentía en cierta parte bien, por primera vez en mucho tiempo me sentía bien. Solo un poco.

Lamentablemente solo era superficialmente, por dentro estaba, estoy hecha un desastre.

El vestido que traía puesto era de un rosado muy claro, no se veía exagerado. Era largo y suelto siendo más cómodo, el último detalle y tal vez el más importante era la delicada tiara en mi cabeza, la tiara que use lo que ya parecía ser hace mucho tiempo.

Me mire una vez más.

Parecía una princesa.

Era la hora de la verdad. La idea de verlo no me contentaba , pero no tenía otra opción.

Era la hora de rendirse.

Era la hora de aceptar este destino que nunca pedí.

Solté un suspiro antes de dejar de mirarme en el espejo y pasar a mirar a Alexis quien estaba más emocionada que yo.

-Su majestad.- dijo ella arrodillándose. Sabía que trataba de ser graciosa, así que trate de reírme.- El señor ya debe estar esperando por ti, vamos.

Salimos de la habitación. Alexis guiaba el camino hasta e patio trasero en donde se encontraba él con la misma, bueno casi, decoración de la "fiesta" que tuvimos en donde...todavía tengo las marcas en mi cuello.

Creo que todo esto es una mala idea.

Tenía la intención de voltearme y regresar por donde había venido.

-Ni se te ocurra.- susurró Alexis deteniéndome por el brazo.- El señor organizó todo esto por ti, Aisa, por favor. Por lo menos finge, ¿si?

Asentí sin decirle nada, ella sonrió y me deseó suerte. Lo que más necesito es suerte.

El estaba observándome fijamente, me veía como si fuera la única persona en el área. Alexis estaba al lado mío.

Ella se despidió, él no le contestó y yo solo le di una pequeña sonrisa. Por mi parte la situación era tensa pero para él, al parecer, era lo mejor que le pudo pasar.

Se acercó a paso lento sin dejar de mirarme tal vez asegurándose que no salga corriendo, ganas no me faltaban, pero de seguro si lo hiciera él me alcanzaría fácilmente. No me había dado cuenta cuando su mano tomó la mía y le dio un beso en ella como si fuera un caballero, como en la películas. Esto se sentía todo menos una película.

-Estas espectacular, princesa.

-Gracias.

Caminamos hasta la mesa, acomodó mi silla y luego lo tenía frente a mí. Cara a cara.

Apreté el tenedor que estaba en la mesa, tenerlo cerca me sacaba de mis casillas y hacía que de repente algo apareciese. Rabia y dolor.

No era capaz de mirarlo a los ojos sin querer llorar o gritarle, de todas formas no cambiará, a menos no positivamente, la cosas. Solo me gritaría y todo sería peor de lo que ya ea. Todo era un desastre. Me sentía tonta estar vestida así, como él exactamente quería. Yo no debería complacerlo, yo no debería actuar como él quería, yo no debería...

-¿Princesa?- parpadeé desconectándome de mi mente.- ¿Estás bien?.

No.

-Si.

Mostró una sonrisa, de esas cuando sabía que todo estaba perfecto, que todo estaba según lo planeado. Apreté mis dientes para no explotar.

-Me alegra que estés recuperando tu apetito.- dijo contento.- estoy muy feliz, Aisa.

-Que bueno.- hablé en voz baja mirando a mi comida.

-Aisa.- levanté mi mirada.-Sé que juntos podremos ser felices.- su mano buscó la mía.- Quiero verte radiante siempre, como hoy.-aparté mi mano. Él cambió su voz. -Estoy de buen humor, Aisa. No lo fastidies.

-Lo siento.

¿Dónde quedó la Aisa que al llegar aquí solo quería ser libre?
¿Dónde está?

Siento que perdí absolutamente todo. No me queda nada. Ya no soy nada.

Una música suave inundó el ambiente. Su silla rechinó haciéndome levantar la vista. Se detuvo al lado mío y me tendió su mano. Acepté.

Él sonrió en respuesta por mi disposición, más bien sumisión.

Me sentía patética.

Nos alejamos de la mesa y fuimos al centro del patio. La música me hacía sentir identificada, era una pieza triste pero a la vez era fuerte en algunas partes. Así era yo antes, pero ahora mi música está llena de tristeza.

Su brazo envolvió mi cintura haciendo que estuviéramos más cerca de lo que quería. Yo miraba al suelo, él me miraba a mi.

De un momento a otro la música me absorbió y me hizo derrumbarme. Lloré en silencio y él me atrajo a su pecho. Seguíamos moviéndonos al ritmo de la triste pero suave pieza. ¿Había llegado el momento?, ¿ya era tiempo de rendirse?. Seguirme haciendo preguntas ya no servía, por qué todo eso ya sucedió, me rendí. Caí.

-Princesa...-susurró en mi oído. No le contesté, él sabía que lo estaba escuchando.- tu cumpleaños está cerca, pequeña.- cerré mis ojos cuando me llamó así, inmediatamente pensé en Max.- Como regalo puedes elegir lo que quieras,cualquier cosa.- hizo una pausa.- excepto salir, claro. ¿Lo sabes ,no?

Asentí a su pregunta. Solo quería una cosa, ya que mi libertad la daba por imposible, había una sola cosa que si quería, tal vez más que nada. Apreté mis labios, pensando muy bien si lo diría o no. ¿Se enojará?

-Aisa...

-Quisiera ver a Max.- dije antes de arrepentirme siquiera. Quería alejarme pensando que se molestaría , pensando que me gritaría lo que siempre dice. Pero para mi sorpresa no dijo nada, ni siquiera sentí su cuerpo tensarse. Nada. Es como si ninguno de los dos hubiéramos hablado en primer lugar, es como isla conversación nunca existió.

Y así seguimos por dos canciones, absolutamente callados, hasta que sentí como me abrazaba más fuerte haciéndome sentir nerviosa

-Lo que mi princesa deseé

No sé cómo reaccionar a eso.

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Hola!!!
Estamos llegando al final. Creo que faltan como seis capítulos.
Espero que les haya gustado.

Gracias por leer❤️

ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora