Michael.Michael.
Michael.
Su nombre se repetía una y otra vez en mi cabeza.
Eso era lo único en que podía pensar.
Él me jalaba del brazo de manera apresurada. Yo no prestaba atención a donde nos dirigíamos, yo solo trataba de procesar todo.
El sonido de la puerta cerrarse fuertemente fue lo que me hizo darme cuenta que habíamos dejado de caminar. Mire confundida donde estábamos, nunca había visto esta habitación. Quise preguntar, pero con lo pasó hace unos instantes, saber dónde estábamos era muy estúpido.
Él y yo estábamos frente a frente, tal vez solo unos pasos alejados, no más ni menos. Lo observé, su nombre pasaba por mi mente sin parar; ahora que sabía por fin como se llamaba, me sentía extraña. Mis labios quería llamarlo por su nombre.
¿En qué estoy pensando?
-Michael...- solté como un suspiro. Lamí mis labios ante la extraña sensación. Él solo me miraba.
-Así es, Aisa.- empezó a acercarse a mi. Yo no me moví.- Tenemos que hablar- susurró al quedar a solo unos centímetros de mi. Su mano acariciaba mi mejilla.
-No he hecho nada.-hablé igual que él, excusándome. Michael asintió.
-Lo sé, princesa, tú no hiciste nada.- sus dedos recorría mi mejilla con mucha suavidad.- solo quiero aclarar las cosas.
-¿Qué hay que aclarar?- pregunté confundida. Su mano se alejó igual que él y caminó hasta apoyarse en un sofá, pero no se sentó.
-Te di tú regalo.-tragué saliva. Tenía la sensación que algo vendría.- tú hermano está aquí y está muy débil.
-¿Qué quieres decir con eso?-pregunté confundida. No me gustaba cuando empezaba a jugar.
-Algo podría pasarle, ¿verdad? Digo, como está herido no puede moverse, ni...correr.
Me quede en silencio.
-Pero...-habló de repente. Se empezó a acercar. Alcé mi mirada cuando volvió a estar cerca de mi. Su mano en vez de ir a mi mejilla, fue a mi cabello.- Si cierta persona cumple con algunas reglas, tal vez a mi cuñadito no le pase nada.
Lo sabía, sabía que algo me pediría. ¿Acaso tenerme encerrada no le era suficiente? Él siempre quería más.
Suspiré al saber que esta batalla la ganaría él. Siendo sincera desde que estoy aquí, nunca he ganado nada. Michael esperaba mi respuesta, sus ojos me miraba fijamente; el siempre tenía un brillo, uno extraño que me erizaba la piel. Cuando él me daba esa mirada siempre me preguntaba, ¿por qué?, ¿por qué yo?
-¿Qué tengo que hacer?-pregunté bajando mi cabeza, no podía seguir teniendo contacto visual. Si lo hacía me derrumbaría.
-Rendirte.-dijo en voz baja. Cerré mis ojos. Todavía mi cabeza estaba gacha.- Acepta que no puedes escapar, acepta que nadie te protegerá como yo lo hago, aceptar estar a mi lado, princesa. Ámame.
-¿Qué sucede si no cumplo?
No me contestó tan rápido. Antes de hablar tomó entre sus manos mi rostro subiéndolo al suyo. Quise hacer una mueca, sus manos me tomaban con fuerza.
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Conmigo
RandomGrité lo más que pude, me removí, luche, pero no vencí. -Shhhh tranquila, estas a salvo...conmigo. Primera parte. TERMINADA