XIII

10.2K 609 53
                                    


Alexis se había ido hace cinco minutos exactos, en ese tiempo corrí hacia el armario y tome los primeros zapatos que encontré y me los puse rápidamente. Luego de tener los zapatos puestos fui al baño y con mucha fuera saqué un pedazo de madera del compartimiento del lavamanos. Las cosas cayeron seguidamente, el sonido había sido fuerte así que cerré mis ojos , esperando que entrara Alexis y el plan se arruinara.

Pero nadie vino.

Me levanté del suelo y llegue hasta la puerta. Me pegué a la pared, cuando la puerta se abriera , esta me escondería.

Empecé a escuchar pasos; tome el pedazo de madera más fuerte y lo lleve a mi pecho, como si eso me confortara y me hiciera sentir más segura.

Escuché el sonido de las llaves, me puse rígida y apoye más a la pared. Traté de controlar mi respiración para que no fuera tan obvio cual era mi escondite.

La puerta se abrió.

-Aisa tengo una idea de lo que podemos hacer ahora...- la vi caminar al centro de la habitación, la puerta me tapaba completamente.- ¿Aisa?, ¿Dónde estás?

Al ver que no respondí, vi como su cuerpo se tensaba y caminó hasta al baño. Toco la puerta dos veces.

-¿Aisa, donde estás?- volvió a tocar la puerta.- por favor, no me asustes.- entró al baño.

Fácilmente podía salir por la puerta y echarme a correr, pero ella se daría cuenta y gritaría.

La necesitaba callada.

Caminé lentamente al baño, para que no se escuchara mis pasos. El pedazo de madera me lo había colocado de tal manera que parecía un bate de béisbol. Alexis se encontraba de espaldas, camine más rápido para que no viera por el espejo.

-No cometas una locura.

Me quede quieta cuando habló, sin embargo no tuvo intención de voltearse a lo que aproveche y le di fuerte en la cabeza. Cayó inconsciente.

-Lo siento.

Cerré la puerta del baño con Alexis dentro. Tire el pedazo de madera al piso, corrí hacia la puerta y ya me encontraba afuera.

Quise bailar de felicidad.

La primera parte del plan estaba lista.

Mire hacia ambos lados, asegurándome de que él no anduviera por ahí. Al ver ningún peligro pasé por su oficina y tampoco estaba ahí, hoy tenia suerte. Para no correr riesgo seguí caminando lento pero seguro.

Al llegar a las escaleras, escuché voces, dos voces.

-¿Dónde está Alexis?-.

Yo conocía esa voz.

-Está ocupada.

-Que mal...quisiera un vaso de agua.

-Yo la traeré.

Era mi oportunidad.

Baje corriendo las escaleras, toda yo estaba desesperada, tenía que decirle a quien sea que estuviera en la sala, me ayudara. Llegue a la sala y cuando lo vi, quede estática por la impresión.

Yo sabía que conocía esa voz.

Pero no podía creerlo.

-¡Matías!

Quise llorar de la emoción.

Caminé rápido hacia él, sus ojos estaban completamente abiertos, lo abracé con mucha fuerza y lágrimas cayeron de mis mejillas. en estos momento él parecía un ángel para mi, mi salvador, el que me sacara del infierno.

La esperanza volvía a mí, la suerte me abrazaba hoy.

No me devolvía el abrazó, en estos momentos tampoco importaba, teníamos que apresurarnos. Me iba apartar cuando él me tome por los hombros haciendo que nos viéramos cara a cara. Se encontraba pálido

-Aisa... ¿cómo?...que...

No dejé que hablara cuando lo interrumpí.

-No tenemos tiempo.

-No puedo creerlo, ¡eres tú!- sus ojos brillaron, haciéndome sonreír.

-shhh, baja la voz. Tenemos que salir.

Lo tomé de la mano, para poder salir corriendo pero él no se movía.

-Por favor Matías.- le dije ansiosa.- necesito que camines, vamos.

-Dios mío, Aisa. Estábamos tan preocupados por ti. Tú hermano no lo creerá.

-¡Camina por favor!, él no tardara.

-¿Él?, te refieres a...

- Me secuestró.- lo corté.

Matías se quedó en silencio, yo jalaba su mano con mucha fuerza, parecía que estaba pegado al suelo. no tenia tiempo para que pensara .

¡Dios mio! , ¡muévete por favor!

Pareció darse cuenta de quien hablaba, parecía que por fin había atado cabos. Era muy obvio de quien estaba hablando, pero al parecer él no podía creerlo.

-Ese bastardo...voy a matarlo.

Su rostro se puso rojo, Matías tenía intención de ir a la cocina, pero lo detuve.

-Por favor vayámonos, te lo suplico.- le dije ansiosa mientras lloraba con más fuerza. Él no tardaría en llegar, teníamos que correr. Teníamos que escapar.

Matías pareció reaccionar, me tomo del brazo y fuimos hacia la puerta, estábamos tan cerca. El mejor amigo de mi hermano tomo el pomo, y la puerta estaba cerrada.

Los dos empezamos a sudar, él me miró desesperado. Mi vista fue hacia la mesa en donde sé que él ponía las llaves, ellas no estaban ahí.

Pensé que me desmayaría, todo iba tan bien y ahora sentía que no podíamos lograrlo.

-Voy a romper la puerta.- dijo Matías susurrando.

-¡No!, eso hará mucho ruido.

-No hay otra forma.

Fui hacia la mesa de nuevo, las llaves tenían que estar aquí, tenían que estarlo. Revolví todo rápidamente y un tintineo me devolvió la esperanza.

Tome las llaves, se las di a Matías , trató de meterla en la cerradura, sus manos temblaban.

-Apúrate por favor.

Él probó llave por llave; nuestras respiraciones estaban agitadas. Cada vez que probaba una llave y no era la correcta, yo lloraba con más energía. Mis oídos pitaban por la presión, por el estrés que tenia. la cabeza me explotaría en cualquier momento.

Solo quedaba una llave y yo rezaba para que fuera la correcta.

Si lo era.

Cuando la puerta estaba abierta y Matías ya se encontraba afuera, sonreí como nunca lo había hecho; por fin saldría. Saldré del infierno, volveré a mi hogar, veré a mi hermano.

Seré feliz.

Al fin.



-Vaya, princesa... no cumpliste tu promesa.

ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora