Epílogo

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El edifico se veía más triste de cerca.

Verlo siempre me oprimía el pecho, la culpa a veces me atormentaba.

No.

Esto no era mi culpa.

Respire varias veces y mi vista volvió al edifico. No era la primera vez que venía, sin embargo cada vez que lo hacía si se sentía que fuera la primera vez.

-Creo que no deberíamos estar aquí.- una voz dulce habló. Emma.- A Max no le gustará...y a tu psicóloga tampoco- no le contesté. Se suponía que ella no tenía que estar aquí.

Cuando la conocí admito que había algo de resentimiento, no sabía exactamente por qué pero nos apoyo mucho a mi hermano y a mi. Es buena.

Nadie sabía de mis visitas a este lugar, hasta hoy. Emma es muy inteligente, al parecer siempre le parecía raro mis salidas todos los jueves por la tarde cuando solo salía a ver a mi psicóloga. Max trabajaba todo el día y Emma solo lo hacía por la mañanas así que teníamos mucho tiempo a solas, cosa que me ponía nerviosa. Me siguió y aquí estamos.

-Aisa, esta es al última vez que vienes para acá.- no le respondo de nuevo. Camino hacia la entrada, inmediatamente escucho sus pasos detrás mío.

Ella no lo quiere admitir, pero ambas sabemos que no voy a dejar de venir.
Siento que es lo único que puedo hacer por él.

El edifico por fuera es gris y triste pero por dentro es el lugar en que cualquier persona que ha hecho algo horrible debería recibir, según ellos claro está. Sus mentes retorcidas que creen que son especiales por sus actos.

La carcel es elegante, como nunca debería ser. Parece más una residencia que otra cosa. Todo es blanco como su fuera una institución mental y por más que luche y dije que él debería estar en una, su padre no lo permitió. Prefería tenerlo aquí a escondidas que hacerle ver al mundo que él no estaba bien de la cabeza.

Sin embargo ahora lo conocen como el hijo del empresario que decidió irse. Nadie sabe porque desapareció de repente, solo Max y yo sabemos la verdad. Su padre nos había chantajeado. Nunca aceptamos nada. Max quería que él pagará por lo que nos había hecho, así que su padre propuso este tipo de carcel a cambio de que todo quedara en secreto. Impresionantemente Max aceptó, me dijo que el saber que ese monstruo, como lo llamaba, estaría encerrado y lejos de nosotros es lo único que le importaba. No sabía dónde iba a estar o cómo se llamaba hasta que encontré todo entre unos papeles de Max.

Sentía que de alguna forma se lo debía. Después de todo lo que le hice...

Aprieto con más fuerza el libro hacia mi. Pensar en todo lo que ha sucedido no me hace sentir bien. Creía que al salir de ahí sería feliz, pero la culpa y la necesidad de verlo no me deja en paz. La psicóloga dice que mi necesidad es por el ahogo de compañía que me daba pero yo creo que es porque siento que de alguna manera u otra se lo debo. Casi lo mato...

Pensé que mi vida estaría llena de colores, obviamente no iba a ser perfecta pero mi esperanza era que al poner un pie afuera todo se borraría.

Lamentablemente mi mente no deja de recordar.

Mi respiración comenzó a cambiar. Mi cuerpo siempre empezaba a reaccionar de esta manera cuando estaba más cerca.

Respiró profundamente.

Al estar en unos cuantos metros de su habitación, me detengo abruptamente causando que Emma casi choque conmigo.

-¿Qué sucede?- pregunta alejándose un poco de mi. La observo seria antes de decirle.

ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora