El sol estaba en su mayor esplendor quemando mi piel. Suspiro.Estoy era el paraíso.
Sentía la grama a la altura de mis rodillas, bajé mi vista y un vestido blanco era lo que me cubría.
¿Morí?
-Estas en la inconsciencia. Te desmayaste.- Voltee hacia la voz que me hablaba. Era una mujer con el cabello suelto y el mismo vestido blanco que yo traía.
Era mamá
-Mamá-. La llamé sin poder creerlo. Se veía hermosa sin esas ropas ostentosa y el maquillaje exagerado. Incluso se veía más joven.
Cuando era pequeña siempre le escondía el maquillaje ya que me encantaba cuando estaba al natural.
Me quedo estática, viendola solamente. Ella se acercó, estábamos como a diez metros. Empezó a caminar poco a poco, después a trotar y cuando no estábamos tan alejadas corrió y me abrazó con todas sus fuerzas.
Empecé a llorar. Escondí mi cabeza entre su hombro y cuello. Lloraba porque sabía que esto sería una despedida.
-Lo siento tanto mi niña.- dijo llorando igual que yo. Rompió nuestro abrazo y con sus manos acunó mi rostro.- Perdóname por favor...
La observé. La observe y no dije mada. Solo lágrimas.
No se cuantas veces lloré por su rechazo al morir papá. Todos los días después de eso es como si mamá hubiera muerto también ya que cambió.
Cambió mucho.
Pero ahora que sé que se va mi cerebro borra todo lo negativo. Soy conocida por tener un corazón débil. La perdono, si lo hago, pero de mi boca no es capaz de salir nada.
-Perdóname hija.- pidió llorando mas fuerte.- Te quiero tanto, Aisa.
-Yo tambien mamá.- respondí encontrando mi voz.
-Perdóname.
-Mamá no te vayas por favor. Mama, ¡mamá!
-¡Aisa! Tranquila, todo está bien.- dijo Alexis con voz ronca.- Que bueno que despertaste.- su mano iba a mi mejilla, pero me aparte.
-Ay Aisa. Lo siento tanto.
Perdóname hija.
Mamá.
Me levanté de la cama como si quemase. Viendo alrededor tomo mi cabello y lo jalo haciéndome daño.
Todo cae de repente.
Todo llega a mi.
Empiezo a llorar y a gritar sin que me de cuenta. Siento una opresión en el pecho, me duele respirar.
Tomé lo primero que veo y lo tiro. Todo lo de la cómoda lo lanzo al piso.
Veo mi reflejo en el espejo teniendo un déjà vu. Veo la silla pero en vez de querer arrojarlo al espejo la tiro al piso. Se rompió en pedazos, igual que yo.
Estaba rota.
Era una imbécil por creer que un corte de pelo era lo peor que me pudo haber pasado. Perder a los que mas quiero es lo peor que a uno le puede pasar. Me sentía culpable.
Era la culpable.
No.
También él era el culpable. No, no era mi culpa. Era solo la de él.
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Conmigo
RandomGrité lo más que pude, me removí, luche, pero no vencí. -Shhhh tranquila, estas a salvo...conmigo. Primera parte. TERMINADA