XL

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Creo que le gano a Pinocho.

Sé que es una comparación tonta pero he dicho tantas mentiras, tantas cosas que ni siquiera tenían algo de verdad que ya me siento otra persona...y no me gusta sentirme así.

Niego con mi cabeza ante tal pensamiento. No debería estar pensando en esas cosas, tengo que bloquear mi mente, tengo que engañarme a mi misma por que así no pierdo el control.

Para mi sorpresa no ha ocurrido ningún percance. Michael se la pasa casi todo el tiempo en su oficina, cosa que me hace respirar más ya que siento que con cada roce que ocurre entre nosotros me quema.

Mi cabeza está hecha un desastre. Estoy clara cuales son mis propósitos, sé porque debo actuar como si me interesara pero aunque quiera engañarme a veces siento que estoy a gusto y me repugna. Él me ha hecho mucho daño, me aisló de todo, me controla...y yo...mi cabeza...no puedo.

A veces me odio por tener un corazón blando; que por más que Michael me halla hecho todo, aún así hay veces que siento lástima por él y...lástima por mi. Siento que él solo entiende algunas cosas, que él me entiende...claro que no lo hace. Me quiere hacer caer.

Las  lágrimas aparecen rápidamente como signo de la desesperación que me envuelve. Estos días, a pesar que él no ha estado mucho tiempo conmigo, hay momentos que me pongo muy nerviosa y no puedo evitarlo. Me siento desesperada. Quiero salir lo mas rápido posible de aquí por que siento que si me quedo voy a empezar ablandarme y no puedo permitirlo.


















A veces odio trabajar tanto.

Pero si no fuera así, no pudiera dale a mi princesa todo lo que desea. Aunque ella no pide mucho, en realidad no pide nada. Es perfecta.

Una emoción me invade de repente. Felicidad. A pesar que no nos hemos visto mucho estos días, cada vez que si lo hacemos, todo es perfecto, todo es lo que siempre he soñado. Si soy sincero a veces desconfío, no porque Aisa esté siendo amigable conmigo, sino es qué hay algo...no se cómo explicarlo, tampoco quiero pensarlo mucho. Merezco ser feliz.

Haberla traído aquí, fue la mejor decisión de mi vida. Parece tan lejano el momento en que por fin había decidió traerla aquí, conmigo. El recordarlo me da mucha adrenalina.


Mis manos están temblando.

Las pongo en el volante y aprieto con fuerza, pero aún así veo como tiemblan sin control.

Veo hacia la ventana de la casa que tengo al frente y logro calmarme un poco. Saber que ella está ahí de alguna manera me calma, pero no lo suficiente.

Aprieto mi mandíbula al recordar la razón por la que estaba aquí. Mi padre no paraba de entrometerse. Por mi la compañía mejoraba cada día, pero él nunca aprecia lo que hago. Dice desde hace unos años para acá no me enfocaba lo suficiente. Tal vez no estaba dando mi cien por ciento pero también tenía que cuidar de Aisa y a ella no la pienso abandonar jamás.

Mis manos seguían temblando, el solo hecho de saber que estaba solo a unos metros de mi ya no me calmaba.

Tengo que tenerla a mi lado.

Miro ansioso hacia su casa. Nunca soy de actuar sin antes planear...no...esto lo llevo planeando desde cuatro años. Ya mi princesa ha sufrido mucho...yo seré su felicidad.

ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora