Problemas

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EMILIO
En mí surgió el impulso de detener a Joaquín para evitar que volviera solo a su casa. El camino hacia allá fue muy divertido, conocimos algunas cositas de la vida del otro y cantamos a todo pulmón, en un solo día habíamos construido una confianza de años y eso me daba un poco de miedo.
-Cantas muy bien-Eso salió de mi boca instintivamente.
-Oh...¿En serio?-Agachó la cabeza y pude notar su sonrojo.
-Sí, ciertamente me sorprendiste...-No pude terminar mi cumplido, una llamada entró en mi teléfono-Dame un segundo Joaco.
Saqué mi móvil del pantalón y me lo coloqué en la oreja sin quitar la mirada del frente.
-Hola amor, ¿Como te fue?-La voz de mi novia María se hizo presente del otro lado de la línea.
-Hola...Lo siento, tuve clases seguidas y no pude llamarte antes-Dudé un montón en contestar, eso no me había pasado antes.
-¿Está todo bien, Emilio?-Estaba raro, ella también lo había notado.
-Sí, te marco en un rato, estoy manejando y ya sabes-Me cubrí tras esa excusa.
-Okay amor, con cuidado. Te amo-Su tono se dulcificó al final de la frase.
-Yo también te amo-Estaba demasiado nervioso.
Cuando termine la llamada sentí la mirada de Joaquín en mi, parecía confundido.
-¿Tú novia?-Me miró curioso.
-Sí... Pero no vive en el país-Esquive su mirada fulminante viendo al frente y sonreí.
-¿Como es eso?-Mi compañero estaba muy interesado en el tema.
-Lo qué pasa es que se fue de intercambio a Canadá y viene cada 2 o 3 meses a verme-Mis ojos se toparon con una tienda y me estacioné al frente- ¿Quieres algo?
-¡Unos pingüinos!-Exclamó con euforia, parecía un niño pequeño y me dio mucha ternura.
Joaco metió su mano al pantalón para sacar dinero y me lo extendió.
-¿Qué?, no, no, yo invito-Sonreí ampliamente y salí del auto sin dejarlo decir algo más.
Entré al local y escogí un jugo de mango y los pingüinos de mi pequeño amigo. Durante la fila para pagar, me puse a pensar en que la incomodad me invadió cuando mi novia me llamó justo estando con Joaquín. Siempre había estado orgulloso de presumir a esa chica de cabello castaño, ojos claros, pecas, con un cuerpo delgado y de pequeña estatura, pero esta vez no fue así. Emilio ¿Que te pasa?, me golpeé la cara un par de veces para salir de mi mar de pensamientos.
Al parecer tarde mucho en salir de la tienda, ya que me encontré con la imagen de Joaquín dormido en el asiento del copiloto, le tomé una foto para enseñársela después y poder molestarlo con eso. Su dirección estaba marcada en mi gps, así que no me preocupé, intenté meterme al auto sin hacer ruido, al parecer mi compañero tenía el sueño un poco pesado, incline mi cuerpo hacia él para poder abrocharle el cinturón y me quedé contemplándolo un momento, sabía que escondía muchos secretos tras esa cara bonita. Después de unos 20 minutos llegué a las afueras de una casa pintada de blanco con unos escalones y flores a los costados de estos.
-Joaquín, ey, despierta-Susurré moviendo su hombro.
-5 minutos más, mamá-Dijo aún con los ojos cerrados y empujando mi mano.
Al escuchar el comentario que hizo exploté de risa e hizo que Joaco se despertara de golpe y un poco asustado.
-¿Que pasó? ¿Donde estoy?-Abrió sus ojos como platos viendo a todos lados.
-Tranquilo, ya llegamos a tu casa-Ese niño causaba mucha ternura en mi ser, así que no pude evitar sonreír como pendejo.
Lo miré mientras buscaba todas sus cosas y se aseguraba de no olvidar nada. Se dispuso a salir del auto cuando...
-Despídete de mi, no muerdo-Nuevamente lo detuve poniendo mi mano alrededor de su muñeca- A menos que tú quieras- Sonreí ladino y Joaquín se sonrojó.
-¡Eres un tonto!-Me dio un pequeño golpe en el hombro y rió nervioso-Adiós y gracias por traerme-Chocamos puños y salió.
Una vez afuera pude ver su cara de asombro mirando a un chico sentado en los escalones de su puerta, parecía un poco asustado también.
-¡Ey, Joaco! ¿Todo bien?-Asomé la cabeza por la ventana.
-Sí, Emi. Todo está bien- Me sonrió nervioso y miro al frente de nuevo.
Arranqué el carro para irme a casa, tengo que saber quien es él, me parecía conocido.
JOAQUÍN
Al bajarme del auto de Emilio me encontré con Andrés sentado en las escaleras de mi casa, no pude evitar pensar en los problemas que se avecinaban tras verme bajando del carro. Una vez que vi como Emilio se alejaba me acerqué a mi novio.
-Hola, me sorprende verte aquí-Dije un poco temeroso.
-Ese era el punto, quería sorprenderte y disculparme por lo de hace rato, pero el sorprendido terminé siento yo-Alzó una ceja y se levantó.
-No veo el porqué, Emi solo se ofreció a traerme después de que tú me dejarás botado-Estaba muy molesto por eso, aún no sé me olvidaba.
-¿Emi? Ahora hasta diminutivos le dices, vaya que han creado una gran confianza, parece que no te hice mucha falta-Rió de forma sarcástica y se acercó más a mi.
-Ay Andrés, en serio no quiero discutir-Pase por su lado izquierdo sin prestarle atención.
-Tu no vas a ningún lado, a mi no me vas a ver la cara de pendejo ¿Entendiste?-Me regresó de un jalón fuerte en el brazo.
-¿Que te pasa? Suéltame-Ya me encontraba un poco asustado.
-No quiero que trabajes con el, ¿Estamos?-Me tenía sujetado del brazo y no tenía escapatoria.
-No, no estamos. Es una gran oportunidad para mi carrera, deberías entenderlo y estar feliz por eso-No iba a demostrarle miedo, no de nuevo.
-Entonces deberías pensar si en realidad vas a estar conmigo-Pegó nuestras frentes sin soltarme.
-Pues tal vez el estar contigo no es tan buena idea como yo pensaba al inicio de la relación-Me solté de su agarre y entré a mi casa rápidamente.
Cuando entré mi mamá estaba sentada en la sala con el teléfono en la oreja y una mirada muy seria.
-Sí entiendo, claro, claro, nos vemos mañana a las 4:00 entonces-Decía a la persona que se encontraba en la línea, sin dejar de mirarme- Permítame un momento, acaba de llegar.
-¿Qué?-La miré confundido.
-Es para ti.. ¡Toma, rápido!-Mi mamá estaba muy efusiva.
Contesté la llamada sin saber que era lo que pasaba realmente.
-¿Bueno?-Dudé mucho en decir algo.
-¿Joaquín Bondoni?-La voz de un hombre atravesó mi teléfono.
-Sí, el habla-Malas noticias no por favor, había sido un buen día hasta hace unos minutos.
-Soy Juan Osorio-Sentí como un frío recorrió mi espalda.
-Dígame señor, ¿Para que soy bueno?-Estaba muy nervioso.
-Para actuar, hijo. El papel en la novela es tuyo-Un sudor frío empezó a escurrir de por mi frente y también unas ganas de gritar me ahogaron.
-Gracias, gracias, no se va a arrepentir-No cabía tanta felicidad en mi cuerpo.
-Eso espero Bondoni, eso espero. Que tengas buena noche, nos vemos mañana para firmar el contrato-Colgó la llamada sin decir más.
Mi mamá corrió a abrazarme, al igual que mi hermana que apareció saliendo de la cocina. Yo era feliz así, está era mi familia, ahora me encargaría de demostrarle al hombre que se hace llamar "mi padre" que estaba equivocado...

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