Corre tiempo

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JOAQUÍN
Desperté luego de un rato, mi sistema no necesitaba dormir más, aunque parecía que ya era de noche. Al encender mi teléfono me di cuenta de la cantidad de mensajes y llamadas que tenía de mi madre, mi hermana e incluso Emilio, por el momento lo mejor sería no contestarle a nadie, necesitaba pensar cómo sobreviviría a estos días, solo me limité a colocar un "Estoy bien" a todas las personas de las que tenía algún texto, era cruel pero justo.
La puerta de la habitación se abrió y no pude evitar lanzar mi celular en dirección a mi mochila.
-Vamos.-Uberto señaló la salida.
-¿A donde?-En el fondo de mi ser imploraba que no nos dirigiéramos fuera del país antes de tiempo.
-Iremos a un lugar donde te enseñarás a ser hombre.-¿Era en serio? Las cosas no podían estar peor.
La ebriedad de aquel hombre era muy notoria, ya que manejaba en total descontrol y estuvo a punto de chocar un par de veces si no hubiese sido porque yo metía mi pie en el freno.
-Muchacho estúpido, puedo hacerlo solo.-Aventaba mi pie y de vez en cuando mis manos para evitar que tuviera un poco de control sobre el auto.
Después de algunos pequeños incidentes por fin llegamos al lugar del que hablaba Uberto. Dirigí mi vista al lugar, era una especie de bar, no tenía idea exactamente porque nunca había visitado uno.
-No me dejarán entrar, soy menor de edad.-Esperaba que esa excusa fuera razón suficiente para que me dejara ir.
-Eso ya lo tengo resuelto.-Se acercó al guardia de la puerta y le entregó un billete, con que sobornando a la gente, eh.
-Pasa, rápido.-Dio un pequeño empujón en mi espalda haciéndome entrar al lugar.
Observé mi panorama y a lo lejos pude ver a algunas chicas bailar sobre un tubo, los hombres que se encontraban allí parecían endiosados mientras tomaban un trago. Pronto, Uberto se encargó de guiarme a la que sería "nuestra mesa" esta noche.
-Míralas, que buenas están.-Aquel hombre que me acompañaba, la mayoría del tiempo me daba asco por la manera tan despectiva de expresarse, pero no, contrólate Joaquín.
-Sí, son muy lindas.-No mentía, podía reconocer cuando una chica era bonita y aquellas chicas lo eran.
-¿Cuál te gusta más? Para que te haga un privado.-Se dirigió a mi sin dejar de ver a las mujeres.
-¿Privado?-Mi ignorancia acerca de este tipo de ambiente era grande, no tenía mucha idea de lo que pasaba por aquí.
-Baboso, significa que te van a bailar solo a ti.-Oh no, eso sí que no, yo solamente de lejos.
-No, mejor que te bailen a ti.-
-Ándale muchacho, vas a ver qué te gustará.-Solo respondí un "Como digas" y terminé por rendirme.
Una chica rubia, delgada y de baja estatura me guió a una habitación pequeña, aquel espacio contaba con luces rojas lo cual me hizo recordar la habitación de Emilio provocándome escalofríos.
-Siéntate.-La voz aguda de la mujer me sacó de mis pensamientos.
Obedecí sin decir más, una vez que me senté la música comenzó a sonar y la chica se movía al ritmo de esta. Yo mantuve mi vista en otro lado y de vez en cuando cerraba los ojos, a mi no me agradaba esto, ellas no eran el problema realmente, el problema era yo, las chicas no entraban en mis gustos y verlas así me hacía sentirme mal, como si les estuviera faltando al respeto a pesar de no tocarlas, les estaba haciendo perder el tiempo.
Después de unos minutos el show privado terminó y yo pude salir del lugar junto con Uberto, que ya había bebido demasiado y no podía mantenerse en pie.
-¡Déjame, Joaquín! ¡Puedo hacerlo solo!-Arrastraba las palabras al hablar, había notado que era de las pocas veces que no me llamaba "Estúpido, tonto u inútil" no me hacía sentir mejor, pero no era tan desagradable.-¡Quítate, estorbo!-Okay, retiro lo dicho.
Tras forcejear un poco con él logré meterlo en la parte trasera del auto, yo pude encender el coche y avanzar hacia el departamento.
En la radio comenzó a sonar "Mujer divina" y no pude evitar que la imagen de aquel chico rizado apareciera en mi mente formando una sonrisa tonta en mi rostro.
Llegamos al departamento, Uberto ya se había quedado dormido y no pude evitar realizar una llamada importante.
-¿Mi amor? ¿Que pasó? ¿Cómo estás?-La voz de mi madre tranquilizó un poco mis tormentas.
-Te llamo ahora porque Uberto está dormido, pero solo quiero que sepas que estoy bien.-Era verdad, mi madre había sido todo en mi vida desde que tengo memoria y que ella supiera mi estado era necesario.
-Estoy arreglando todo esto mi amor, no te desesperes.-Yo sabía que ella haría todo para sacarme de aquí, siempre sería mi salvadora.
-Planea sacarme del país en 3 días...-Su silencio me hizo estremecer por un momento.
-Te juro que te sacaré, pero creo que deberías hablar con cierto chico de cabello rizado.-Sabía a quien se refería, no creía que fuera buena idea.
-No, yo creo que es mejor verlo mañana en el trabajo.-No quería hacerlo sufrir con mis problemas, seguramente su intención era ayudarme pero para mi era mejor pasar por esto en silencio.
-No seas así, Joaquín. El muchacho estuvo aquí hasta que le dije que se fuera a descansar, él está preocupado por ti.-Lo lamentaba por mi madre, sentía preocupación por Emilio y yo lo podía entender.
-Lo siento, pero no.-Me estaba poniendo nervioso y las ansias de hablarle aparecieron en mi mente.-Prefiero mantenerlo lejos de este problema. Tengo que irme, mañana iré al trabajo y necesito dormir.
-Te amo mi pequeño.-Su voz de escuchaba triste, era obvio. Sentía miedo por mi y yo podía sentirlo por ella.
-Te amo mamá.-Mi voz comenzaba a temblar, la solución más cerca fue cortar la llamada.
Mis pensamientos se nublaban a medida que las horas avanzaban en el reloj, hasta que mi teléfono me sobresaltó.
Un mensaje de Emilio se hizo presente.

Un mensaje de Emilio se hizo presente

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