Distancia

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EMILIO
Desperté un poco desconcertado, pero el baño me ayudó a centrar mis ideas. No recordaba mucho de anoche, pero al parecer no había sido tan malo después de todo, solamente me intriga la sensación de besar a Joaquín, pude haber jurado que lo hice, pero no tengo una imagen de eso, solo la sensación en mis labios.
Después de terminar mi ducha, me vestí dentro del baño porque estaba seguro de que Joaquín me mandaría por un tubo si intentaba cambiarme frente a él.
-¿Demoré mucho?-Pregunté en cuanto puse un pie fuera del baño. Al parecer Joaco tenía muchas cosas en la cabeza, porque no logró reaccionar, sin embargo, seguía mirando el techo.
-¿Qué? Perdón.-Me miró de golpe y yo no pude evitar sonreír.
-Nada, que ya puedes bañarte.-Él solo me dedicó media sonrisa y pasó a lado mío con su ropa interior en mano. Allí fue donde me di cuenta de que su indiferencia me dolía, en realidad, me dolía mucho.
Me quedé explorando un poco la habitación de Joaquín, a pesar de que ya había estado aquí nunca le había puesto demasiada atención. Las cosas que tiene sobre su escritorio, la bandera de 6 colores que adornaba su pared, todos esos detalles que no había notado por estar atento a definir completamente el cuerpo desnudo de Joaquín. Después de casi 20 minutos de estar fisgoneando la recámara, llegué a la pared central donde se encontraban portarretratos, eran solo personas importantes, como Renata, Andy y... Yo, yo también estaba ahí, me quedé observando la foto del día que grabamos la declaración de ArisTemo y sentí un vuelco en el estómago.
-Linda foto, ¿No es así?-Escuché la voz de Bondoni a mis espaldas, pude jurar que pegué un brinco del susto. En cuanto di media vuelta para poder verlo, me llevé la sorpresa de que él se encontraba en ropa interior buscando un outfit en su armario.
-¡Joaquín! ¡¿Por qué estás en calzones?!-Mi voz se elevó un poco y el rápidamente se aproximó en mi dirección para poner su mano sobre mi boca.
-¿Quieres callarte? Mira, no es como que nunca me hayas visto en ropa interior, ¿O qué? ¿Te incomoda? Porque a mi me da lo mismo.-Simplemente se alzó de hombros y siguió en su búsqueda, sabía que en el fondo buscada provocarme y como siempre, lo estaba consiguiendo.
-Nunca me incomodaría, es todo un placer verte así.-Me acerqué a él y decidí abrazarlo por detrás, una vez que tuvo todas sus cosas en las manos.
-No te equivoques conmigo, Emilio.-Empujó mis manos y dio media vuelta.-No me incomoda que me veas así porque somos compañeros de trabajo y estamos acostumbrados a vernos, pero nada más.-Se dirigió a su cama donde pudo sentarse para poder colocarse su atuendo.-Ya puedes bajar, el desayuno está en la mesa.
Yo decidí obedecer porque no tenía caso quedarme ahí arriba, tenía claro todo, al final se alejaría de mi. Odio tanto estar en esta situación, tener que dejar a la persona que me hace feliz solo porque todos creen que es lo mejor para mi, ¿Y quien escucha lo que quiero yo?
JOAQUÍN
Podía jurar que estaba a punto de arrepentirme y bajar detrás de Emilio diciéndole que lo amaba, pero por el momento todos deben pensar que no lo quiero cerca mío, así será más fácil.
En cuanto terminé de alistarme, eché un último vistazo a mi ropa: Aquel crop top blanco con estampado de dragón hacia juego con mi pantalón rojo y mis tenis del color de la parte superior del conjunto. Luego, descendí por las escaleras y observé desde la ventana de la cocina a Emilio comiendo cereal con una mano entrelazada con su cabello, me parecía irreal ver al chico sonriente y bromista de esta manera, solo quería verlo feliz, pero no estaba en mis manos, me dolía tanto como a él.
-¿Qué tal el desayuno?-Comencé a buscar un plato para poder servirme un poco también.
-Excelente cereal, felicíteme al chef.-Al parecer siempre buscaría aparentar que se encontraba bien, cuando ninguno de los dos lo estaba.
-El chef agradece profundamente sus elogios.-Tomé lugar una vez que mi plato tuvo contenido, pero aunque me encontraba a lado de Marcos, él no levantó la mirada.
Escuché a alguien descender por las escaleras y me imaginé que era Renata, así que no puse mayor atención... Un momento, Renata no estaba en casa.
-Buenos días, mi solecito...-Mi madre entró a la cocina, llevándose una sorpresa al ver a Emilio sentado junto a mi.-Emilio... Que gusto verte hijo.
-Igualmente señora.-Marcos se levantó para poder depositar un beso en la mejilla de mi madre.
-¿Llegaste temprano para desayunar con Joaquín?-Nos miró a ambos esperando una respuesta, pero los dos nos quedamos inmóviles.
-Sí, sí, claro. Extrañaba mucho a su hijo y me pareció buena idea venir temprano, así podríamos ir juntos a la escuela.-El chico sonrió mostrando toda su dentadura. Me sorprendía su facilidad para mentir, porque al parecer, mi madre se encontraba muy conforme con su respuesta.
-Bueno muchachos, los dejo desayunar porque tengo un día ajetreado. Mucha suerte, mis niños.-Elizabeth depositó un beso en la mejilla de ambos y salió de la habitación.
Terminamos de tomar el desayuno en completo silencio, cada uno en su teléfono, solo escuchando la respiración del otro.
-¿Nos vamos?-Habló Emilio rompiendo el silencio que nos comenzaba a ahogar a los dos.
-Claro, voy por mis cosas.-Salí de la cocina seguido por Marcos, pero me detuve un momento a pensar.-Por cierto, ¿Tú traes las cosas de la escuela?-
-Sí, durante todas las vacaciones no saqué mi mochila del auto, así que no te preocupes por eso.-Ambos soltamos una pequeña risa al unísono, lo cual produjo un sonrojo por las dos partes. No quise seguir dejándome llevar por mis instintos, así que subí en busca de mi cepillo de dientes y mis cosas.

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