Andrés

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EMILIO
No tenía idea de que hacer, dejé su cuerpo ligero sobre el sillón y salí del camerino en busca de alguien que pudiera auxiliarnos, pero el lugar estaba completamente vacío.
-¡Ayuda!-Mi voz se volvió aguda, sentía un frío que me recorría de pies a cabeza.-¡Escúchenme, necesito ayuda!
Entré de nuevo y busqué por todos los rincones algo que pudiera servirme, pronto encontré una caja blanca, supuse que era un botiquín. En su interior pude encontrar alcohol y un poco de algodón, esparcí el líquido sobre este y lo llevé cerca de las fosas nasales de Joaquín.
-¡Joaquín! ¡Despierta por favor!-No dejaba de gritarle a su cuerpo inmóvil, mi desesperación creció cuando los minutos pasaban y no obtenía nada de su parte.-¡Vamos, Joaco!
Escurrí un poco de alcohol sobre su cara y sus pestañeos hicieron que un poco de mi alma me regresara al cuerpo, aún no abría los ojos y mi desesperación no cesaba. Agaché la cabeza tomando una de sus manos, un montón de lágrimas amenazaban con salir, pero no podía, ya había llorado mucho hoy.
-¿Qué... qué pasó?-Escuché si voz e inmediatamente lo miré, él  observaba a todas partes en busca de una respuesta e incluso intentó levantarse.
-Por Dios....-Lo abracé fuerte y lo dejé recostado de nuevo.-No te levantes, ¿Como te sientes?
-No lo sé, me siento extraño,, ¿Qué fue lo qué pasó?-Su mirada era como igual a la de hace años, triste, perdida, en busca de una luz.
-Mi niño, tienes que comer.-Había colocado mi comida en el tocador de su camerino al entrar, así que fui directamente por ella y se la extendí.
-No tengo hambre.-Lo ayudé a sentarse y él negó ante mi petición.
-Escúchame bien Joaquín Bondoni Gress, no te acompañaré a ninguna cena si no te comes todo lo qué hay en este recipiente, ¿Entendiste?-No estaba molesto con el, pero si tenía que reñirle de esta manera para que comiera pues lo haría.
-A veces te pareces mucho a tu madre.-Arrebató el recipiente de mis manos y comenzó a llevarse su contenido a la boca.
-Voy a limpiar, cuando regrese me aseguraré que ver que estés comiendo de verdad.-Jaló mi brazo haciendo que me sentara a su lado.
-Quédate conmigo, por favor.-Entrelazó su mano con la mía, entonces me sentí como hace años, un montón de mariposas revoloteaban en mi interior, el hormigueo en mi cuerpo apareció.
JOAQUÍN
No dijimos más, era una comunicación pero sin necesidad de palabras, nos entendíamos bien y puedo asegurar que podría pasar toda mi vida de esta manera.
Los ruidos en las afueras del camerino aparecieron, su padre entró al lugar, no sabía si era para asegurarse que Emilio y yo estuviéramos bien o para saber si habíamos hecho algo imprudente.
-¿Qué es este desastre?-Miró el panorama que se encontraba frente a él, residuos de alcohol y algodón estaban esparcidos por gran parte del suelo, al igual que el desastre estomacal que había causado.
-Lo lamento señor, algo debió caerme mal durante el desayuno.-Emilio habló con la cabeza gacha, no entendía el porqué mentir, pudo haber dicho que me sentía mal y ya.
-¿Y que me dices de el alcohol?-Levantó la botella que contenía aquel líquido.
-Lo qué pasa es que tuve un mareo.-No podía dejar de que Emilio se siguiera metiendo en problemas por mi culpa.
-Como sea, necesito que ensayen unas escenas que grabaremos mañana, así que los espero afuera.-No dijo más y salió del camerino.
-¿Por qué no le dijiste que yo había causado todo?-Me miró sin decir nada, solo me sonrió y ayudo a que me levantara para poder salir.
Digamos que de alguna manera las 3 horas que restaban se pasaron rápido, entre risas por parte de todo el set y una que otra equivocación, todo salió bien y eso me hacía feliz.
-Vengan, chicos....-El productor nos llamó para que nos acercáramos.-Lo hicieron muy bien y creo que vamos por un buen camino.
-Gracias señor.-Emilio y yo hablamos al unísono para después mirarnos cómplices.
-Joaquín, puedes irte a cambiar, gracias muchacho. Nos vemos mañana.-Di media vuelta en busca de mi camerino, debía alistarme para la cena.
EMILIO
Una vez que estuvimos solos mi padre habló.
-Emilio, cierra los ojos.-Obedecí sin más, hoy todo había salido bien y prefería dejar todo en orden.-Ya puedes abrirlos.
En el momento en que la imagen volvió a mis ojos me quedé helado ante ya presencia de María.
-Hola mi amor.-Se lanzó a mis brazos sin dejarme hablar plantándole un beso.
-Los dejo solos para que hablen.-Mi padre se retiro del lugar.
-¿Qué haces aquí?-Me separé de ella sorprendido, estaba totalmente enloquecido con su repentina presencia.
-No me gusta estar mal contigo... Eres.-Su cara de súplica no era suficiente, no podía aparecerse cuando quisiera.
-Soy un niño que no sabe si le gusta el pito, ¿No fue eso lo que dijiste?-Nunca había sido tan grosero con ella, pero hirió mis sentimientos aquel día, aunque en una parte tenía razón.
-Ay amor, lo dije porque estaba enojada, pero ya estamos bien, ¿No?-Maldita sea, debía dejar de aferrarse a esto, ya no había nada, ya no estábamos bien, ni siquiera estábamos.
-Tengo que hablar contigo...-Miré a toda la gente de producción que se encontraba mirándonos en ese momento.-Pero en el camerino.-Sí la cortaría no iba a ser frente a todos.
-¿Qué pasa, amor?-Tomó lugar en el sofá del camper mientras yo buscaba mi ropa para cambiarme.
-Por favor... No me digas así.-Solté un suspiro ahogado, no sabía cómo manejar la situación.
-¿Qué pasa?-Ahora si se estaba tomando las cosas en serio.
-Ya no podemos seguir con esto... Ya no podemos seguir juntos.-Lo dejé salir de una, entre más rápido menos doloroso sería.
-Tu no puedes hacerme esto, Emilio.-Se posicionó frente a mí y se acercó colocando sus pies en punta.
-No te equivoques, no podemos arreglar toda la relación con un faje o un poco de sexo.-Alejé sus manos, que se encontraban por debajo de mi camiseta.
-No me puedes dejar, Emilio. Yo te amo y sé que tú también me amas a mi.-No tenía idea de cómo llegó a arrinconarme entre ella y el tocador, estaba a pocos centímetros de mí y yo me hacía cada vez más hacia atrás.
-Emilio, ¿Ya nos va...-Joaquín entró de golpe e hizo que María se alejara de mí.-Lamento interrumpir.
-Ya entraste, no te preocupes.-La chica se dejó caer en el sillón nuevamente.
-¿Sabes qué, Emilio? Te veo mañana.-Yo permanecía inmóvil, ¡Reacciona idiota!
-No... no, te dije que te acompañaría.-Lo tomé del brazo antes de que pudiera salir.
-Así déjalo, puedo hacerlo solo.-Se soltó de mi agarre con brusquedad y se perdió entre los colores del atardecer que se presentaba frente a mi.
JOAQUÍN
Soy tan tonto, era obvio que seguiría con María, pero ahí va Joaquín como idiota detrás suyo.
Una vez que me alejé algunas calles, pedí un taxi y mientras esperaba no pude evitar que un par de gotas saladas se asomaran por mis ojos.
-¡Hermano...!-Sentí una mano pasar por mis hombros.
-Niko...-Limpié mis lágrimas y le sonreí.
-¿Qué tienes?-
-Nada, ya sabes que todo me hace llorar.-Reí para intentar que me creyera.
-Ummmm, está bien. ¿A donde vas?-
-A casa de Andrés, quiere que dejemos todo por la paz.-La acababa de cagar, Nikolas no tenía idea de que habíamos terminado.
-¿Cómo? ¿Ya no están juntos?-Sus ojos se abrieron un poco mientras que su mano libre cubría su boca, supongo que nadie se esperaba de que termináramos.
-Me tengo que ir, Niko, te cuento después.-Dejé un beso en su mejilla y me introduje al auto que me llevaría a mi destino.
El camino fue relativamente corto, la música lenta hacía que me relajara y tomara un poco de sentido a su letra, a veces no apreciamos el arte lo suficiente.
-Llegamos, Joven.-Fueron las palabras de mi conductor al estacionarse frente a la gran unidad ante nuestros ojos.
-Muchas gracias. Aquí tiene.-Dejé el dinero en su mano y salí.
Sabía bien cómo entrar, el chico de recepción ya me conocía y no cuestionó mi llegada, simplemente me sonrió. Subí por el elevador hasta el último piso, al final del pasillo se encontraba el hogar de aquel chico del que hace un tiempo estuve enamorado, me apresuré a tocar la puerta.
-Hola Joaco.-Me recibió con un abrazo.-¿Y Emilio?-Miró a ambos lados en busca del rizado.
-En un rato llega, no debe tardar.-Sonreí lo más natural que me fue posible y él me dejó entrar.
Su departamento adoptaba tonos cafés y color vino, con textura de madera y luces blancas.
-Siéntate, ya sabes que estás en tu casa.-Entró rápidamente a su cocina, dejándome sentado en el enorme sillón de su sala.-¿Como te ha ido?-Gritó desde la cocina.
-Complicado pero bien, gracias ¿Y a ti?-Al igual que él tuve que elevar mi tono de voz para que pudiera escucharme.
-Muy bien, la gente está apoyando mucho la serie.-Apreció de nuevo frente a mi dejando sobre la mesa de su sala un recipiente con lo que parecía ser lasaña.
-Me alegro mucho por ti.-En realidad lo hacía, después de todo se había esforzado "demasiado" por llevarse bien con todos y ser un buen actor.
-¿Hace cuanto tiempo están juntos?-Tomó lugar a mi lado encendiendo el televisor frente a nosotros.
-¿Qué?... Ah, desde hace casi un mes, sí...-Yo solo esperaba que mi mentira no se viviera abajo.
-¿Estás seguro de que va a llegar?-No, no lo estaba, estaba mucho más seguro de que no vendría.
-Sí... Seguro hay tráfico, pero si quieres podemos comenzar a comer.-Me alejé un poco para dejar espacio entre nosotros, no quería tenerlo tan cerca.
-¿Y que quieres comer?-Al parecer no conocía el espacio personal de la gente y se acercó más a mi, acariciando mi pierna.
-¿Qué te pasa?-Me levanté del sofá pero él fue más rápido y me devolvió al lugar anterior.

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