Límite

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JOAQUÍN
-No vayas a negar que me extrañas, extraña mis besos, mis caricias.-Sostuvo mi cara con fuerza mientras yo intentaba alejarme de él.
-Que asco me das, no puedo creer que sigas siendo la misma mierda.-Solté una bofetada en su mejilla derecha, cosa que solo lo hizo enfurecer más.
-Nadie, escúchame bien... Nadie te va hacer el amor como yo te lo haré en este momento.-Se abalanzó sobre mi dejándome acostado en el sofá mientras plantó un beso en mis labios.
-Pfff.-Escupí un poco de saliva tan pronto se separó de mi.-Te equívocas... Emilio lo hace mucho mejor que tú y que cualquier persona en el mundo.-Mordí mi labio inferior y una sonrisa de superioridad apareció.
-No puedo creer que le hayas aflojado tan pronto. Eres una zorra-Mi risa burlona se hizo presente, me levantó de la camisa y me lanzó contra el suelo.-Pero no te preocupes, porque ahorita mismo voy a tener lo que me pertenece.-Nuevamente se colocó sobre mi dejando mi cuerpo encerrado entre sus piernas y me besó, esta vez no me resistí, ya tenía un plan.
EMILIO
-No puede ser.-Me importó poco si María se encontraba frente a mi, comencé a cambiarme rápidamente, sabía que las cosas no estarían bien, podía sentir algo malo dentro de mi, una corazonada diría mi madre.
-¿A dónde vas, papi?-No voy a negar que me causó un poco de asco escucharla llamarme así, pero no tenía tiempo para eso.
-Hablaremos de esto luego.-Una vez que estuve listo, abrí la puerta del camerino para dejarla pasar.
-Eres un grosero.-Tomó su bolsa con mala gana y se aproximó en mi dirección.-Pero no me importa, yo sé que volveremos a ser felices.
-María... Lo lamento, no quiero ser grosero ni nada, pero hay sentimientos de los que no soy dueño, lo lamento.-Salió del lugar sin decir más, yo salí detrás de ella con mi mochila en mano.
Corrí por el lugar hasta encontrar la salida, donde Nikolas Caballero parecía esperar a alguien.
-Niko...-Me acerqué a él con amabilidad, pero también con un propósito; llegar a casa de Andrés.
-Cholo.-Me recibió con un gran abrazo, lo cual fue extraño porque no habíamos tenido mucho contacto mientras grabábamos, parecía ser una "amistad" por compromiso, sabíamos que no nos agradábamos del todo.
-¿Esperas a alguien?-Yo tenía prisa y si él no era capaz de ayudarme, entonces debía ser rápido.
No hubo tiempo de que su respuesta fuera escuchada, una chica de cabello pelirrojo apareció detrás de él, se dieron un beso y ambos se giraron a mirarme.
-Ella es Elaine, mi novia.-La chica extendió su mano en busca de la mía.-El es Emilio Marcos.
-Es un gusto, Joaquín me ha hablado mucho de ti.-Eso si que fue un tremenda sorpresa, pero debía centrarme en lo importante.
-¿Ustedes conocen la casa de Andrés Vázquez?-Se miraron entre ellos y luego me miraron a mi.
-Fuimos alguna vez cuando él y Joaquín comenzaban a salir, ¿Por qué?-Nikolas hacía recalcar mucho que su amigo había salido con Andrés.
-Bueno, necesito llegar al lugar, ¿Me podrían llevar? Mi carro debe estar cerca.-Ambos asintieron sin decir nada y comenzaron a seguirme.
El viaje comenzó, yo iba un poco acelerado y mis ansias por llegar eran evidentes, la pareja no entendía nada, pero agradecía que no hicieran preguntas o no sabría que responder.
JOAQUÍN
Me dejé guiar por el beso que Andrés me dio, pronto estiré mi mano hasta la mesa de la sala, él no se dio cuenta, estaba muy entretenido besando mi cuello y pasando sus manos por mi cintura, era una sensación bastante desagradable. Una vez que pude alcanzar la botella de lo que parecía ser vino, la dejé caer con fuerza sobre la cabeza de Andrés, este cayó casi inmediatamente después del golpe y yo solo tomé mis cosas y salí corriendo.
Mi vista se veía nublada por las lágrimas de coraje y desesperación que mi cuerpo sentía. Abrí mi registro de teléfono y el primero en aparecer fue Emilio, por las llamadas que había realizado la noche anterior, no quería llamarle, seguramente estaba con su novia, pero era la primera opción y seguramente no tenía mucho tiempo, mi llamada fue contestada casi inmediatamente.
-Joaquín, ¿En donde estás?-Se escuchaba preocupado y eso aumentó más mis ganas de llorar.
-Estaba con Andrés y...-Mi voz entrecortada me traicionó impidiendo que terminara la oración.-Necesito que vengas por mí lo antes posible.
Dejé caer mi teléfono en cuanto escuché mi nombre, era sorprendente como pudo haber llegado hasta la calle con aquella lesión en su cabeza.
-Ven acá, zorra.-No podía correr, seguramente Emilio llegaría hasta aquí, no sé cómo pero lo haría, solo me quedaba enfrentar lo inevitable.
-¡Que me dejes en paz, entiende!-Lo empujé tan lejos de mi como fue posible.
-¿Ahora si te vas a defender? ¡Que sorpresa, siempre has sido un marica!-Sus palabras fueron un cuchillo más clavado sobre mi pecho, me hizo recordar a mi padre, era casi como escucharlo de nuevo, solo que esta vez estaba dispuesto a defenderme.
-¡Me tienes harto!-
El primer golpe fue directo hacia su pómulo izquierdo, claramente obtuve uno de vuelta en el ojo que aún tenía rojo debido al enfrentamiento con Uberto, no me reconocía en ese momento, siempre había sido el chico que no se sabía defender, indefenso y sumiso, dejé que todos creyeran eso de mi, pero todo tiene un límite.
Mi cuerpo respondía solo, los golpes que yo enviaba siempre daban donde yo quería, no sabía que pasaba, solo que Andrés ya estaba cansado y con la cara totalmente destrozada, su labio sangraba al igual que su nariz. Al parecer los pensamientos son traicioneros, una vez que me detuve a analizarlo él aprovechó mi idiotez para darme un puño lo suficientemente fuerte para hacerme perder el equilibrio por completo.
-Eres mío.-Le importó poco si nos encontrábamos en la calle, me besó con su cuerpo sobre el mío, ejercía tanta presión que sentía como me faltaba el aire, el panorama se comenzaba a poner nublado debido a la falta de oxígeno, no podía defenderme, solo sentía como mi cuerpo era arrastrado, mi cuerpo no respondía por más que lo intentara. Me pedía perdón a mí mismo por no saber cuidarme, lo intente, pero los pensamientos son traicioneros.

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