Vacaciones

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EMILIO
Llegamos y Joaquín se despidió de mi.
-Abrázame, tonto. Hoy es el último día que te veré en casi un mes-Extendí mis brazos.
-Extráñame mucho, Mailo-Correspondió mi abrazo.
-Así será, Joaco-Le susurré al odio para después depositar un beso en su coronilla.
Joaco entró a su casa y yo me dirigí a la mía. Los viernes por la noche mi madre salía, pero las luces encendidas me indicaban otra cosa.
-¿Hay alguien en casa?-Asomé la cabeza sin meterme del todo.
No escuché ruidos, así que me metí a la cocina, alguien gritó mientras golpeaba mis costados y sentí como mi alma salió de mi propio cuerpo.
-¡No mames!-Fue lo único que pude decir.
-¿Te asusté, hijo?-El acento cubano de mi madre se hizo presente.
-Ay mamá, te pasaste-Puse una mano en mi pecho mientras intentaba recuperarme.
-Mi amor, lo qué pasa es que eres un poco joto para estas cosas.-Rió de forma maquiavélica.
-No manches Niurka Marcos, es que tú te vuelas la barda-Me encaminé a las escaleras.
-¿No tienes hambre, mi amor?-No podía enojarme con ella.
-No mamá, con el susto que me diste se me quitó el hambre, pero en un rato bajo ¿Esta bien?-Subí al segundo piso, me dirigí a mi cuarto y me dejé caer sobre la cama.
-¡Me voy en media hora!-La escuché gritar desde la planta baja.
Mirando el techo me di cuenta de que me ponía mal pensar que Joaquín iba a pasar todas las vacaciones con el pendejo de Andrés, no quería hundirme más en ese tema; tomé mi teléfono y marqué el número de mi novia.
-¿Hola?-Contestó la castaña.
-¿Estás ocupada?-
-No amor, ¿Pasa algo?-Se comenzó a preocupar.
-No, para nada amor, quería saber si ibas a hacer algo estas vacaciones-Salió sin pensar.
-Pensaba en ir a verte, ¿Por?-Preguntó curiosa.
-¿Que te parece si vamos a alguna playa?-Emilio, deberías aprender a cerrar el hocico.
-¡Siiii!-La emoción de María se notaba a kilómetros.
-¿Playa del Carmen está bien?-Mailo, ¿Que te pasa?
-Ay amor, esa playa es preciosa. Voy a hacer mis maletas y hoy en la noche salgo para allá-Colgó la llamada.
Emilio Osorio Marcos, ¿Que hiciste? No entendía lo que acababa de suceder, solo sabía que no tenía el permiso de mi madre y eso era un problema, salí volando de mi habitación, me metí a su recámara sin tocar y me senté en su cama.
-¿Que me vas a pedir, Emilio?-Ella estaba parada frente al espejo maquillándose.
-¿Como lo sabes?-Mi madre era mágica.
-Tu no abrazas el osito que tengo en mi cama por nada-Era cierto, siempre que algo me ocurría ese osito era lo que me hacía sentir mejor y menos presionado o triste.
-Necesito permiso para salir a Playa del Carmen-Lo solté de golpe, no quería retrasar más esto.
-¿Cuando te vas? ¿Cuanto tiempo? ¿Y con quien?-Mi madre tampoco era alguien que perdiera el tiempo.
-Mañana en la mañana si es posible, unas 2 semanas tal vez, voy con María-Intenté responder en orden sus preguntas.
-¿María? Seguro que no es porque casualmente Joaquín Bondoni va para allá, también con su novio-Me puse pálido y comencé a sudar frío.
-¿De donde sacas eso?-Balbuceé un poco al pronunciarlo.
-Te escuché cuando te reprochabas a ti mismo por querer ir como un maniaco detrás de tu amigo y su pareja-Me di un golpe en la frente.
-Podía jurar que lo había hecho mentalmente-
-Fue más bien verbalmente. Emilio, ¿Te gusta Joaquín?-Su pregunta me dejó sin respiración.
-No...no, ¡Mamá! ¿Como puedes pensar eso? A mi no me gustan los chicos-Me exalte demasiado.
Ella tomó lugar a mi lado en la cama y me acarició las mejillas.
-Amor, esconder lo que sientes no está bien, yo no estoy segura de lo que pregunté porque no vivo en tu cabeza. Pero si sé que juntos hacen magia, se ven de manera especial, se tocan de manera especial, se cuidan y quieren de manera especial-
-El es especial para mi, mamá. Pero no sé bien de qué manera, Joaquín genera sentimientos en mi que parecían desconocidos hasta hace unos meses -Agaché la cabeza y ella tomó mi mentón.
-Mi niño, se quien tú eres y que te valga verga lo que digan los demás-Mi madre siempre tenía su manera especial de decir lo que necesitaba escuchar.
-Me voy a descubrir mamá, lo prometo. Pero paso a paso-Suspiré y me lancé a sus brazos haciéndole cosquillas.
-¡Emilio! ¡Me vas a despeinar hombreeee!-Los gritos de ambos se hicieron uno solo.
Cuando termine de hacer mi maldad, ella se miró al espejo para asegurarse de que todo siguiera en su lugar.
-Eso sí, si se te ocurre lastimar a mi bebé Joaco, te mato, Emilio, te mato-Mi mamá había hablado con Joaquín un par de veces por teléfono, mientras teníamos nuestras tradicionales charlas noctunas y aún sin conocerlo en persona parecía que lo quería más que a mi.
Salí de su cuarto, no sin antes dejarle un beso en la mejilla y decirle que se veía hermosa.
Volví a mi habitación, me dejé caer de nuevo en mi cama y mis impulsos ganaron otra vez.
-¿Hola, Emilio?-La voz ronca de Joaquín deleitó mis oídos.
-Hola, Joaco. Perdón si te desperté-Me sentí culpable luego de escucharlo adormilado.
-¿Pasa algo?-Sonó preocupado y esa no era la intención.
-No, solo quería desearte buen viaje-No sabía cuando se iba, pero fue el pretexto más cercano a mí.
-Me voy mañana a las 6:00, ¿Como supiste?-Se asombró él y de paso yo también por el buen tino que me cargaba.
-Somos uno solo, ¿No?-Sonreí como estúpido.
-Claro, siempre uno-Suspiró y mi noche se volvió mejor.
-Hasta mañana Joaco, nos vemos pronto, buen viaje-Suspiré también y esperé su respuesta.
-Hasta mañana Mailo, te quiero-Joaquín seguía dormido, nunca me había dicho así. No supe cómo reaccionar y colgué.
JOAQUÍN
A la mañana siguiente desperté con un recuerdo vago sobre una llamada con Emilio, revisé mi teléfono para comprobar mi duda y así fue, no sé mucho sobre lo que hablamos, pero siento algo especial en mi.
Era muy temprano, casi las 4:30 a.m cuando mi pequeña hermana Renata entró a mi habitación, ella siempre había sido un apoyo incondicional en mi vida, con tan solo 14 años era la persona más coherente que conozco, no sabía como tanta inteligencia cabía en un cuerpo tan pequeño, con cachetes regodetes, cabello largo y varios rasgos en coincidencia con los míos. Muchos decían que Renata era mi versión en mujer, después de tantos años yo aún lo seguía dudando.
Tomó lugar en mi cama sin dejar de mirarme, a veces daba miedo.
-Hermano, sabes que te amo, pero hace días que he estado viendo algunas cosas y quería preguntarte algo antes de que te fueras-Intenté despertar y quise poner suma atención a lo que decía.
-Sí, dime-Me estiré un poco para terminar de revivir, aun no lo lograba.
-¿Te gusta Emilio?-Su pregunta me cayó como balde de agua fría, eso sin duda me despertó.

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