El Dios del Engaño

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Parte 18 de ¿?

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Corriste por los pasillos, alzando tu vestido para no pisarlo, sintiendo un nudo que apretaba con fuerza tu estómago. Te habías cruzado con varios cuerpos esparcidos por todas partes, tanto de los presos como de soldados caídos por proteger el palacio.

Al girar una esquina, te topaste de pleno con uno de los reclusos. Este trató de derribarte, pero te apartaste con agilidad, alzaste tu rodilla y lo derribaste de un sólo golpe. Cuando cayó al suelo, sacaste una daga y la clavaste en su cuello. 

La sangre empezó a emaner de su cuerpo como una fuente, y notaste como tu lengua comenzaba a salivar por ello. 

- Joder...concéntrate ______, no puedes estar ahora chupando la sangre de todos los que te encuentres.

Seguiste corriendo y luchando, corriendo y luchando, sin encontrar a nadie  conocido. Sin embargo, cuando te faltaba poco para llegar a la sala del trono, oíste un grito desgarrador que provenía de arriba. Estabas totalmente segura de que se trataba de Thor.

Subiste las escaleras tan rápido como pudiste, presintiendo lo peor. Y , en efecto, cuando hallaste al fin a tu cuñado, mirando el suelo en estado de Shock. En él, Odín estaba tirado en el suelo, abrazando a su esposa, que yacía sin vida sobre él.

Notate como toda la fuerza de tu cuerpo se escapaba, tus rodillas flaquearon, y caíste al suelo sobre ellas, viendo como, la mujer que mejor te había tratado de todo Asgard, la madre que crío a su propio hijo y a un gigante como iguales, miraba al cielo con sus ojos ya apagados.

Frigga había muerto. Y con ella, se perdía la mujer más noble, fuerte y valiente que pudieron contemplar las almas de los nueve reinos.

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El rito funerario se desencadenó aquella misma noche. 

En toda tu inmortal vida jamás habías visto tanta belleza y tanta gente despidiendo un alma tan pura. La oscuridad de la noche asgardiana, quedó eclipsada por las miles de velas que iluminaban el cuerpo sin vida de Frigga, y la pira que ahora era su cuerpo, con las lenguas de fuego devorando tolo que un día fue.

Odín, que callado miraba como perdía para siempre a su esposa, dió un golpe de su lanza, y el alma de la mujer que amaba se alzó al cielo en una brillante capa de polvo de estrellas. 

Bajaste tu rostro, sintiendo todo ese pesar, y nostaste como las lágrimas surcaban tus mejillas. Aprovechando la oscuridad envolviente, te retiraste en silencio, y comenzaste el camino que llevaba a las mazmorras donde se encontraba tu esposo.

Al llegar, viste como un guarda se acercaba a la celda, sin duda para darle la noticia, pero pusiste una mano en su hombro. - Deja que me encargue yo de esto.- 

Como simpre, entraste en silencio en la celda con el hechizo mental que te daba paso a éste. Loki te miró, en silencio. Estaba sentando en una cómoda butaca, leyendo uno de los libros que Frigga le había entregado.

Ahora jamás volvería hacerlo.

Él se levantó, extrañado por tus lágrimas, y supiste por su rostro que ya estaba imaginando lo peor.

-Quién de todos ha sido.

-Tú madre. A manos del monstruo que estaba en estas mazmorras.- No querías que tu voz sonara a roproche. El dolor que Loki iba a experimentar perdiendo a su madre era ya suficiente como para además culparle. Pero tras tantos siglos de relación, eras incapaz de mentirle, o eludir algo que tarde o temprano iba a conocer. 

Esparaste apartada, cerca de la pared la reacción de tu marido. Por su mente debían de estar pasando, a gran velocidad, miles de cosas: momentos, recuerdos, abrazos...¿cuántas besos habría entregado Frigga a su hijo antes de ir a dormir? ¿Cuántas veces miró con orgullo a su hijo pequeño, aún sabiendo que no lo había gestado ella? 

Loki, apartó tus ojos de ti, asintió en silencio y miró todas las cosas que su madre le había entregado. Y de repente, nacido de la rabia que albergaba su corazón, una fuerza hizo que las cosas impactaran con violencia en las paredes. La butaca reventó justo a tu lado, quedando destrozada a tus pies. 

Podías sentir toda la rabia que evadía su cuerpo. La culpabilidad corriendo por su venas. Los trozos de los muebles y los libros comenzaron a flotar a su alrededor y a girar sin ningún ritmo o control. Alguna de esas cosas chocaban contra su cuerpo.

-Loki....-

-¡DÉJAME EN PAZ! ¡QUIERO ESTAR SOLO!-

Detuviste tu paso hacia él. Su voz estaba entrecortada y podías ver como las lágrimas ya inundaban todo su rostro.

-¡QUE TE MARCHES!- Uno de los libros salió disparado hacia tu posición, pero en lugar de dar contra ti impactó de nuevo contra la pared.

Viste como sus ojos verdes, ahora inyectados en sangre, te miraban con desesperación. - Por favor...vete...- gimió.

-No.- De nuevo, trataste de acercarte, los libros y trastos seguían girando y golpeando las paredes y el suelo, pero dejaron de hacerlo a tanta velocidad. Sentiste como un trozo de madera impactaba contra tu hombro. Con una mueca de dolor, frotaste la zona, pero no detuviste tu paso.

-Por favor...por favor...no...-Loki bajó la cabeza, y comenzó a llorar sin control, mientras sus hombros temblaban. Fue ahí cuando conseguiste llegar a él y abrazarle, acunando su rostro en tu pecho mientras acariciabas con una de tus manos su cabello.

Él se dejó, hacer. Quedó arrodillado y tú bajaste con él al no soltarle. Las cosas seguían sin control impactando con todo, mientras Loki gritaba, aullaba y derramaba lágrimas por su madre, abrazado a ti con todas tus fuerzas.

Y mientras sentías como el amor de tu vida se deshacía en dolor por los actos que él mismo había desencadenado, dejaste correr tus lágrimas también, mientras tus labios besaban su pelo.

Pasara lo que pasara, aunque se volviera loco de rabia, no ibas a abandonarle jamás.


Momentos: Loki y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora