27.

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El mar. Santo Señor, había extrañado tanto el mar que tenía los ojos llenos de lágrimas al verlo. Y ni siquiera podía describir la sensación burbujeante en mi pecho al ver el cartel de bienvenida a la ciudad en la que había crecido: Jeju.


- Mamá dijo que enviaría a alguien por nosotros. - dijo Mark, mientras caminábamos por el aeropuerto. - Busquemos a alguien que tenga un cartel con nuestros nombres.


Pasé mi mirada por las personas que esperaban ansiosas a sus familiares en busca de mi nombre o el de mi hermano. Pensé en quién podía ser el elegido para recogernos y, sin quererlo, deseé que fuese alguna cara conocida, alguno de los que trabajaron en la casa Kang, mientras mi hermano y yo crecíamos.

Pero la realidad fue mucho mejor.

Bajo un cartel con nuestros nombres, una mujer sonriente de cabello oscuro hasta los hombros y lentes de marco rosa nos esperaba pacientemente. Al verla, mis piernas dejaron de funcionar y tuve que sostenerme de mi hermano para no caer al piso.


- ¿Mamá? - pregunté, dejando algunas lágrimas salir por mis mejillas.

- Bi, mi pequeña y hermosa Bi. - replicó la mujer, extendiendo sus brazos hacia mí para darme aquel abrazo que, en silencio, había anhelado por mucho tiempo.


Al abrazarla, al sentir sus brazos envolverme con ternura maternal, comencé a llorar como una niña chiquita. Esa mujer me había visto crecer, me había cuidado cuando enfermaba, me había acompañado en los momentos más felices de mi vida y, sobretodo, se había sacrificado a sí misma por mí.


- Ya está, cariño, ya está. - intentó calmarme, mientras me mecía suavemente entre sus brazos. - Volviste a casa.

- Lo siento mucho, mamá. - logré decir. - Perdóname por tantos años en silencio y por irme de esa forma.


Mi madre me sostuvo por los brazos para alejarnos los centímetros suficientes para poder ver mi rostro. Con sus pulgares, comenzó a secar las lágrimas que habían caído para luego poder darme un beso en la frente.


- No tengo nada que perdonarte, cariño. - replicó con aquella dulzura que siempre le había caracterizado. - Y aún si lo hubiera, con haber venido hasta aquí, me has hecho inmensamente feliz.


x


- Sí, ya me estoy sintiendo mejor. - expliqué al teléfono, mientras abría las puertas del balcón de mi antigua habitación en la casa Kang. - El cambio de ambiente me ha sentado de maravilla.

- Me alegra mucho escuchar eso. - replicó Jaebu, y de fondo, escuché la voz de su asistente, avisándole de algun pendiente.

- ¿Cómo va todo en la editorial?

- Bien, bien, tenemos todo cubierto. - contestó. - Pero extraño verte al otro lado del pasillo, intentando que tus lentes dejen de caerse por el puente de tu nariz, mientras tecleas rapidamente en tu computadora.

- ¿Me espías todo el día? - bromeé, sin poder evitar sonreír.

- A veces. - admitió sin verguenza. - Regresa sana y salva, ¿bien?

- Bien. - me limité a responder. - Nos veremos el lunes en la oficina.

- O antes. - murmuró, antes de colgar.


A pesar de lo que le había dicho, a pesar de mostrarme insegura con respecto a seguir saliendo juntos, Jaebum no parecía dispuesto a rendirse fácilmente. Eso, que debía ser algo que me animara y disipara mis dudas, solo me ponía ansiosa.

Love Match | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora