Love Match | Park Jinyoung

29.

Naranja y rojo. Esos eran los colores predominantes por donde sea que mirase.

Mi Rae y yo habíamos logrado salir de la sala, pero afuera, en el pasillo, la situación no era diferente. La gente seguía gritando, seguía corriendo, y el humo había inundado todo el lugar.

Casi no podía respirar y sabía que, de no encontrar una salida pronto, terminaría desmayándome. El problema era que, por la enorme cantidad de gente, intentar llegar a la puerta de escape era una odisea.

- ¡Señorita Kang! - gritó Mi Rae, desesperada, llena de miedo. - ¡Tenemos que salir de aquí!

Quería moverme, quería hacer algo, pero toda la fuerza de mis piernas había sido usada para sacarme de la sala. Mi cuerpo entero parecía adormecido, como si alguien me hubiese puesto anestesia, y por mucho que Mi Rae tiraba de mí, no lograbamos avanzar al ritmo que deberíamos.

- ¡Mi Rae, tienes que irte! - le dije, soltando su mano para apoyarme en una pared.

- ¡No voy a dejarla! - gritó de vuelta para hacerse escuchar por encima del mar de personas asustadas que corrían a nuestro lado. - ¡Puede hacerlo, señorita Kang! ¡No puede quedarse aquí!

- ¡Solo te estoy retrasando! - me lamenté. - ¡Debes salir y buscar ayuda!

- Señorita Kang. - suplicó ella, cuando empecé a empujarla hacia adelante. - ¡Señorita Kang! - insistió, pero la multitud ya la había absorbido y se la llevó en dirección a la puerta.

Hiciste lo correcto, Eun Bi, me dije.

Yo la había llevado al cine, al lugar donde se había desatado el incendio. No iba a permitirme ser también la persona que la llevaba a una muerte segura por no poder correr a su mismo ritmo.

El humo solo se hacía espeso con el pasar de los segundos, por lo que tuve que tirar del cuello de mi vestido para cubrir mi boca y nariz. Aún así, por todavía no haber superado mi resfriado por completo, tosí un par de veces, sintiendo mis pulmones comenzar a doler.

Me senté con la espalda recargada en la pared y escondí mi rostro entre mis piernas. El recuerdo de aquella desastrosa salida con mi hermano regresó a mi mente como agujas que se clavaban por toda mi piel y no pude evitar llorar.

Aquella vez, mi hermano me había salvado. Pero ya no era una niña, era una mujer adulta que, seguramente, se veía patética sentada en el suelo con el rostro lleno de lágrimas.

Párate, me ordené, pero mi cuerpo no respondía.

Gatea, arrástrate, lo que sea, pero haz algo, supliqué, sintiendo que respirar se volvía extremadamente dificil.

Como pude, me apoyé sobre mis piernas y manos y comencé a arrastrarme lento, muy lento.

Lo estás haciendo, me animé. Pero un segundo después, sentí un dolor agudo en las costillas que me paralizó. Alguien había tropezado conmigo y, dándome una patada en las costillas, cayó sobre mí.

Solté un chillido tan fuerte que estaba segura que se había escuchado al otro lado del mundo. El golpe me había dejado sin aire en los pulmones y comencé a toser con mucha más fuerza.

Hasta aquí llegué, recuerdo que resonó en mi cabeza, mientras me colocaba boca arriba sobre el suelo.

- Lo hiciste bien, Eun Bi. - intenté reconfortarme. - Al menos esta vez no te quedaste inmóvil.

El hombre que había tropezado conmigo también yacía a mi costado. De hecho, no éramos los únicos que habían terminado en el suelo, habían varias personas inconscientes que, al igual que nosotros, se habían quedado sin aire.