Capítulo 1

2.7K 155 25
                                    

*Carga 100% completada*

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

*Carga 100% completada*

¡Vaya! Creí que no volvería a abrir los ojos ya nunca más, no sé por qué pude sentir la cantidad de tiempo dormido, pues se suponía que me habían desconectado, pero aquí estaba quejándome de las horas demoradas.

   —¿Seguro que no necesitamos el código de cancelación?

   —No, verás que él va a ser muy cariñoso, porque, además, es el modelo que siempre soñó mi hija.

   ¿Hija? No sabía que mi dueño tenía una hija, normalmente él pasaba horas encerrado aquí en esta fábrica pequeña y gastada (Casi olvidada por Dios) en vez de ir a casa a ver a su niña, que era lo que yo querría si fuera su hija.

   —Creí que tu hija quería un modelo como él, pero en versión femenina.

   ¿Estarían hablando de mí? Quería mirarlos fijamente a los ojos para confirmarlo, pero mi programación me indicaba que no podía moverme enfrente de los humanos, a menos que ellos lo dijeran, de otra forma podrían apagarme y tirarme. ¡Qué horror terminar en la basura! Lo único que podía ver de reojo era que uno de ellos estaba parado a mi izquierda y mi creador justo enfrente de mí.

   —Así es, pero después me enseñó su dibujo, y era un conejo macho; no tenía un cuerpo muy musculoso, pero tampoco tenía la forma de una mujer, entonces tuve que detener la creación y crear un cuerpo masculino.

   —¡Ah! Así que esa es la razón de esas piernas tan voluptuosas, y esa cadera más ancha —dijo el otro hombre mientras golpeaba suavemente con una mano mi muslo izquierdo.

   ¿Qué? ¿Yo iba a ser una mujer? ¡Wow, qué loco! Bueno, pero... también me sentía bien siendo del género masculino: podía eructar, rascarme cuando yo qusiera en donde quisiera, aunque honestamente no tenía ningún deseo de hacerlo, pues sólo me dejaba guiar por las acciones que estos hombres hacían en sus horas libres de trabajo o cuando estaban solos.

   —Bueno. ¿Estás listo para conocer a Ivy? —preguntó rectóricamente mi creador muy cerca de mi rostro, y dándome una palmada en mi brazo derecho.

   ¿Ivy? ¿Sería ese el nombre de su hija? Era un nombre muy bonito, aunque yo hubiera preferido llamarla Laura o Lena, esos nombres por alguna razón me gustaban.

   El hombre salió del cuarto donde me encontraba para ir a buscar, supuse yo, a Ivy; yo no podía acompañarlo o si quiera ponerme en una posición de bienvenida hasta saber que mi creador quería que lo hiciera, así que sólo esperaría aquí parado contra la pared, mirando esa puerta hasta que Ivy llegase, y de esa forma recibirla muy cariñosamente.

   La puerta del cuarto la dejó abierta, y solo veían las sombras del resto de los trabajadores de la fábrica caminar a lo largo del lugar; supuse que ellos laboraban en al menos un animatrónico como mi creador. Extrañamente no había visto ninguno por aquí. Lo único que veía era a mi creador llegar a mi cuarto, ver mi cuerpo y mover o sacar piezas dentro de mí. No sabía si era para repararme o descomponerme. ¿Pasaría el resto de mi vida aquí en este lugar tan desgastado y oscuro? ¡Rayos!, quería hacer algo mejor con mi vida, aunque... era un robot. Supuse que no tenía muchas opciones.

   Veía una sombra de lo que parecía ser una niña pequeña caminar hacia la puerta. ¿Sería esa Ivy? No lo sabía. ¡Ya quería verla! Sería mejor que cerrara mis ojos para no asustarla.

   —Ahí está, mi amor —dijo mi creador a alguien.

   —¡Wow! ¡Bonnie, eres tú! —exclamó una pequeña niña.

   ¿Bonnie? ¿Qué era "Bonnie"? ¿Acaso sería ese mi nombre? Cuando me volvieron a encender no había encontrado nada de información acerca de mi nombre en mi tarjeta, ni siquiera un apodo, pero creía que me gustaba ese nombre: Bonnie, aunque sonara un poco femenino. ¡Tonterías! ¡Sonaba muy bien ese nombre! Pude escuchar a Ivy correr con pequeños pasos hasta llegar a mí, y sólo sentí que abrazó fuertemente mi pantorrilla derecha. Supuse que esa ya era una señal de mi creador para indicarme que ya podía moverme y congeniar con ella, así que... ¡aquí voy!

   —Ahora es tuyo, Ivy.

   Abrí los ojos mirando hacia enfrente, después bajé la mirada hacia Ivy; era una niña muy linda y muy cariñosa también: tenía puesto un suéter verde y un moño blanco. Realmente era una niña muy tierna. Así como bajé mi mirada hacia Ivy, lo primero que hice fue sonreírle cálidamente y estirar mi pata para que ella la pudiera estrechar.

   —¡Hola, Bonnie, te quiero mucho! —dijo mientras estrechaba mi mano con sus dos pequeñas manos.

   Así como ella me saludó, yo decidí cargarla un poco para que ella pudiera verme más de cerca, o algo parecido. Estiré mis brazos para indicar que quería cargarla, y ella sólo alzó sus brazos cortos sonriéndome, así que yo la sujeté de la cintura y la cargué hasta quedar justo enfrente de mis ojos. Yo estaba feliz, también ella estaba feliz, era una niña muy risueña.

   —Bueno, mi amor, tenemos que ir a la escuela. Dile adiós a Bonnie.

   —¡Adiós, Bonnie! —dijo Ivy mientras agitaba su mano.

   Bajé a Ivy y también me despedí de ella. Finalmente salió con su papá aún despidiéndose de mí.

   Vaya, qué tiernos eran los niños. No sabía si yo quería tener en el futuro. ¡Ah!, ¿pero qué estaba diciendo? Yo era un robot, ¿cómo un robot podía tener hijos? Además de que era un macho, no podía tener hijos. Qué tonto era.

   ¡Oh!, parecía que un humano venía a mi cuarto. «No me moveré».

   —Déjalo ahí a un lado de Bonnie, no le pasará nada.

   ¿A mi lado? ¿Qué estaría a mi lado? Lo único que podía escuchar era lo que parecían ser ruedas, como una carretilla de carga, y piezas de metal pesadas. Uno de los hombres dejó algo pesado de metal a mi lado, pero no pude abrir los ojos, pues podrían pensar que me averié o algo peor.

   —¿Oye, pero no va a decir nada el jefe?

   —No, descuida, no se quedará para siempre.

   Los dos hombres salieron del cuarto cerrando la puerta detrás de ellos. Ahora sí podía ver qué era esto. Me giré para ver qué era lo que dejaron, y al parecer era un animatrónico como yo, nada más que este era como el modelo de un oso café un poco más pequeño que yo: llevaba puesto un sombrero, uno como los que usaban los magos para sacar un conejo de ahí; y un moño negro en su cuello también. Se veía muy tierno, pues parecía un mesero sin playera ni pantalones, porque además tenía una flor en el pecho del lado derecho. Pensé que era una margarita. Estaba despertando.

 Estaba despertando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La margaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora