La margarita

Capítulo 42 (+18)



La noche parecía durar un sinfín de semanas en vela, escuchando el estruendo de mi corazón y sintiendo el derramar de mis lágrimas ante la catástrofe de la que fui testigo. Es que no entendía cómo rayos podíamos transportarnos los tres juntos de un lado al otro.

   —Muy bien, Bonnie, espero y hayas disfrutado minuto a minuto lo que pasó —dijo Springtrap tomándome de las orejas—, porque eso sólo fue el principio.

   —Oye —dijo Golden Freddy.

   —¿Qué?

   —Necesito terminar mis deberes. Por favor no tardes mucho.

   —Hoy no lo haré, será hasta el día de mañana.

   —¿Y por qué hoy no?

   —Ya luego te digo, pero ahora necesito que los mantengas ocupados.

   —De acuerdo.

   —Terminaré muy rápido.

   Entonces Golden Freddy desapareció. Springtrap después se volteó hacia mí de nuevo, mirándome como un asqueroso bicho.

   —Ahora bien, te explicaré lo que haré contigo los próximos días.

   —¿Por qué no me dejas ir de aquí solamente? —pregunté con mi voz ronca.

   —Quiero divertirme, y la diversión no se puede hacer a solas —me dio una enorme sonrisa.

   Cuanto más lo veía más me daban ganas de vomitar. Sentía como si estuviera muerto por dentro sin ningún propósito o alguna opción para salir de este problema. Estaba totalmente atrapado en sus patas y chantajes.

   —Mira —con su pata me forzó a mirarlo frente a frente—, por los próximos días podremos estar a solas aquí en las noches, sin la molestia de alguno de tus amigos o de los humanos.

¿De qué estaría hablando? Se enderezó y comenzó a caminar a lo largo de este oscuro lugar. Parecía más dar un paseo por la oscuridad total.

   —Te traje a ti porque tú eres el destinado a recibir el castigo; o premio, como tú quieras verlo, conejo tonto. Y mientras esté aquí, no tendrás oportunidad de correr o de huir. Tendrás que quedarte conmigo hasta como las tres de la madrugada.

   —¿Y qué es lo que quieres que haga?

   A pesar de no verlo, cerraba bien fuerte los ojos para protegerme. Dejó de hablar y se volteó a mí, acercándose.

   —Quiero relajarme estos días que he estado tan abandonado. Necesito a alguien para que me ayude con un pequeño trabajo aquí.

   Comenzó a acariciar su entrepierna acercándose a mi cabeza. Aunque yo ya me encontraba contra la pared, empujé mi cuerpo aun más contra esta para alejarme, deseando con todas mis fuerzas ser tragado por el muro.

   —¿Entiendes de lo que estoy hablando? Necesito que me ayudes con esto, y sé que a ti te gusta.

   Springtrap tomó mi nuca y, con fuerza, jaló mi cabeza contra su pelvis, una y otra vez. Giré mi rostro de lado y mantuve mis ojos fuertemente cerrados. Mis sollozos empeoraban mientras más forzaba mi sien contra él.

   —¿Qué pasó, Bonnie? Para hacerlo necesitas mirar de frente. No te resistas.

   —¡Déjame! —grité involuntariamente.

   Springtrap tomó mis orejas y me arrojó contra la pared otra vez.

   —Definitivamente no sirves para nada, conejo estúpido —gritó, y después se calmó—. Pero descuida, porque conozco maneras para que entonces me lo hagas de la forma en que yo quiera, sólo que tendrás que aguantar un poco ¡esto!