Bonnie es un robot animatrónico, el cual nace en una fábrica gastada, donde será desarrollado y culminado en amistad hasta madurar y llegar a su mejor trabajo, el cual es en Freddy Fazbear's Pizza. No sólo se conocerá a sí mismo, sino también a la p...
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—¡Ya está listo, Bonnie! —Hippo cerró mi compuerta—. Te aseguro que no saldrá nada de ahí, a menos que tú lo abras, claro. Pero como aún no has aprendido muy bien cómo hacerlo, no habrá ningún problema.
—Se los agradezco mucho chicos —les sonreí—. No sé qué haría sin ustedes y su gran ayuda. Los voy a extrañar mucho.
Frog, con la nariz moqueándole un poco, me dijo nosotros también te extrañaremos, Bonnie. Te prometemos que si un día podemos, te buscaremos, estaremos al pendiente de tu paradero y podremos ir a visitarte lo más pronto posible. Era un regalo inaudito su amistad para mí. No me aguanté y los abracé a cada uno bien fuerte para decirles, sin palabras, solo con el abrazo, ustedes son muy importantes en mi vida y nunca los olvidaré.
—Ya son las 5:30 A. M., tenemos que irnos, Frog.
—Sí, está bien.
Ambos salieron por una puerta trasera mientras agitaban sus patas hacia mí. Frog dejó salir una lágrima.
—¡Adiós, chicos, muchas gracias!
Como en las películas, la hora de la partida, que era a las siete de la mañana, llegó como el gaucho veloz y los empleados de MoonLight estaban arribando; sólo eran dos hombres con un enorme camión oxidado y ruidoso esperándonos a los tres en el estacionamiento. Ya es hora, pensé. Me coloqué en mi posición inicial de costumbre con los ojos cerrados, y escuché que uno de ellos venía directo hacia la tarima, justo como un niño cuando se acercaba para saludarme.
—Buenos días, Bonnie. ¿Listo para tu nuevo hogar?
Bendita suerte que mis nervios no me obligaron a abrir los ojos y darles señales de avería en mí; claro, ellos, desde luego, sabían que yo tenía esas habilidades, pero no podía ejecutarlas así de la nada.
—¡Rápido!, no podemos dejar que nos vean sacarlo.
—Está bien, está bien, pongámoslo aquí, ¡rápido!
¿Por qué me llevaban tan cautelosos como si fuera indebido esto? ¿Acaso era un traslado clandestino? No, comencé a hiperventilar. ¿Por qué no podía dejar de pensar tanto sin enterarme aún de lo que en realidad estaba pasando? ¡De ahí de seguro sale mi inseguridad!
Me colocaron en una clase de carretilla de carga, aún yo sobre mis patas. Me atreví a entreabrir mis ojos solo un poquito. Llegamos al estacionamiento muy rápido; el camión estaba a mi lado. ¿Y qué decía? Había una especie de título grabado en su costado o era solo una estampa enorme. No lo podía leer con claridad.
—Listo, ya podemos irnos.
De reojo noté que estos hombres volvían para meterme a la parte de carga. Aun con la cercanía y el riesgo, giré mi cabeza noventa grados exactos para encarar el título del camión.