Bonnie es un robot animatrónico, el cual nace en una fábrica gastada, donde será desarrollado y culminado en amistad hasta madurar y llegar a su mejor trabajo, el cual es en Freddy Fazbear's Pizza. No sólo se conocerá a sí mismo, sino también a la p...
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Bonnie
Otra vez me dolía la cabeza. Sentía como si estuviera despertando como ese día en MoonLight que Frog me había dado a probar a mí y a Hippo esa nueva bebida tan aniquilante; habíamos terminado desmayados en el suelo.
De inmediato me cayó el veinte y me dije ¡ya no estoy en MoonLight, estoy en Freddy Fazbear's Pizza! No puedo hacer lo que me plazca aquí, no sé qué hora es, o día, o por qué huelo a humedad. Me levanté mareado y confundido de mi cama. Aún tenía puestos mi playera negra sin mangas y mis guantes de rock. Ni siquiera me los había quitado para dormir. De hecho, no recordaba haber venido a mi cama por mí mismo. Lo último que recordaba era que Chica andaba como payaso contando chistes allá y por acá, y aunque no hubieran sido del todo buenos, me había convencido de que habían sido risibles, incluso me reía fuerte enfrente de mi jefe. Pero poco a poco la oscuridad de la noche también nublaba mi visión. Y desperté.
Por el color azulado del cielo afuera de mi ventana, supe que el restaurante estaba a punto de abrir, así que debía levantarme. La anterior mañana me había levantado más temprano para ayudar a Freddy con esa pizza. ¿Sería que hoy notarían lo mucho que se me notaba la cruda, con los ojos rojos y oliendo a guácala? ¿Se enojarían?
Mientras cepillaba mis dientes, podía volver a ver lo que había sido ayer reproduciéndose en el espejo enfrente de mí. El juego que Chica había sugerido fue bastante extraño y divertido. Nunca antes había visto esa clase de juegos de mesa, más que la baraja inglesa que yo ocupaba para jugar póker con Frog y con Hippo. Era bastante extraño. Me dije recuerdo que Foxy casi se desmayaba por contener la respiración, a Chica comiendo esa cucharada de sal, a mí abrazando a Chica. Entonces me detuve en seco por algo en particular: esa tarjeta en realidad decía que abrazara a mi compañero de la izquierda, o sea, a Freddy. Pero, por Dios, me había sentido tan apenado de atreverme a hacer eso con mi jefe; ya estando cerca de él me hacía sentir muy nervioso. Si decía que lo abrazara, iba a ser peor.
Lo más impactante de esa noche fue cuando Freddy se había subido a bailar como un stripper: al parecer yo no conocía del todo mi cuerpo: cuando Freddy comenzó a menear su cuerpo peludo, me sentí como paralizado, me sudaban las patas y, en sí, todo mi cuerpo. Pero lo peor fue cuando Freddy ya se había pasado de la raya de sensualidad: dentro de mí, había pasado algo que hizo que una compuerta pequeña más debajo de mi vientre, cerca de mi entrepierna, se hubiera abierto.
Eso me devolvió a aquella exposición que una vez presencié cuando aún trabajaba para MoonLight. Me había sorprendido mucho el hecho de ver qué tan parecido era mi cuerpo al cuerpo de un humano: tenía cerebro—creía, extremidades, respiraba aire, podía tener hambre, sed, frío, me podía enfermar. Pero no había puesto mucha atención al área genital. De lo poquito que recordaba era el nombre del área donde mi compuerta se había abierto: la pelvis. Y de ahí mismo brotó lo que los humanos llamaban el pene. ¿O era el pito?