Capítulo 5

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¿6:00am? ¿Ya era tan tarde? Sentí que solo había dormido como una hora

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¿6:00am? ¿Ya era tan tarde? Sentí que solo había dormido como una hora. No podía salir así al escenario tan mal vestido, necesitaba apresurarme y pensar rápido en el repertorio del día de hoy.

   ¡Qué noche la de ayer! Sí que debía considerar el invitar a Frog y a Hippo a venir más noches y tirar la casa por la ventana. Cualquiera pensaría que estaba loco por convivir con dos animatrónicos tan jóvenes. No era mi culpa el que ellos lucieran de cinco años o menos. Quizás sus sistemas ya no les permitieron ejecutar su código de crecimiento, aunque el mío sí lo había hecho durante mis doce años en MoonLight. Ellos ya eran adultos, pero sus cuerpos permanecieron en ese tamaño pequeño de robot rana e hipopótamo. Por fortuna para mí, ellos y yo compartimos condiciones en común que, a la vez, reforzaba nuestra amistad: los tres vivíamos en restaurantes de comida rápida y no teníamos más animatrónicos con los cuales socializar. Y, como sabía que eran ya adultos, me sentía con la libertad de invitarlos aquí a MoonLight por un trago o un juego de cartas; la seguridad de MoonLight era una bicoca, y la popularidad del restaurante fue solo una chiripada momentánea. No era un blanco muy llamativo para alguien que quisiera saquear sus «tesoros». Y la seguridad de los restaurantes de ellos tampoco era eficiente, tanto así que ni siquiera lograba tenerlos bien quietos en su posición en el escenario. Entonces ¿por qué no aprovechar esa falta de seguridad y convivir un poco entre nosotros?

   Aunque estos chicos vinieran y me hicieran compañía todas las noches, me decía a mí mismo que no era suficiente para satisfacerme: debía, todavía, expresar qué sentí y a quién vi a lo largo del día. Quería a alguien para platicar de un modo más intimista. ¡Por eso decidí conseguirme un diario! En él escribía todo lo bonito, feo, maravilloso, grande, apasionante, que ocurría en mi día a día, porque si Frog e Hippo no podían estar aquí siempre, entonces mi diario sería el afortunado que recibiera mis historias, aunque no fuera una persona ni un animatrónico.

   Y entonces recordé de vuelta ¡mi aliento pestífero y mi ropa andrajosa! A mí ni siquiera me gustaba beber hasta pisar las nubes, pero en esta ocasión, Hippo trajo nuevas bebidas. Nos dijo que eran muy buenas y de tremenda calidad, compadres. Le creí, ¿y cómo no? Porque no fueron como las cervezas —restringidas para los nenes— que se vendían aquí. Esa cosa sí que era de pura calidad.

   ¡Por más que cepillaba mis dientes, no lograba quitar el aroma a alcohol! Además de que no podía ocultar los derrames de mis ojos. No había duda que no iba a solucionarme en tan poco tiempo. Debía actuar rápido.

   Cuando comenzó el espectáculo, todo pareció salir de maravilla. Antes de que la tienda abriera, busqué un remedio para aliviar lo que le llaman en algún lugar «cruda» o «guayabo», que era cuando se tomaba demasiado y al día siguiente se amanecía como yo: oliendo a porquería, dolor de cabeza y ojos rojos. Lo experimenté en mí y todo pareció salir bien, al menos lo suficiente para inhibir mi canto y performance. Parecía pura prestidigitación.

   Mientras cantaba y saludaba a algunos niños que subieron a la tarima para verme más de cerca, desvié un momento mi mirada para ver a un hombre que entró al local, mirándome fijamente. Estaba lejos y caminando hacia la oficina del gerente. Hubo algo en él que me susurró que no era común y corriente; tal vez era otro promotor que vino a ofrecer su servicio de paquetería para fiestas, mejores materias primas para la cocina, compartir locales. O sólo era un señor cualquiera y yo no podía evitar especular a una velocidad indefinida. Dejé de rumiar y volví a mis asuntos.

05 de Diciembre
Querido diario:

«El día de hoy fue perfecto. Pensé que el haber tomado alcohol caro el día de ayer me dejaría noqueado para actuar hoy en el restaurante, sin embargo, me vi tan prolijo como en otras ocasiones, y nadie sospechó nada. El único acontecimiento raro que, creo yo que pasó, fue un hombre misterioso que entró al restaurante en la tarde y se dirigió a la oficina del gerente de MoonLight. No pude averiguar más acerca de él por estar actuando para el público, pero no fue solo su aspecto de hombre rico y frío: esa mirada penetrante a mis ojos cuando él caminaba a través del restaurante para llegar a la oficina. Eso me tiene sin cuidado, pero espero que solo haya sido una mirada vacía sin ningún objetivo que me afecte a mí o a mis cosas.

   En fin, Frog e Hippo llegarán muy pronto. Hoy jugaremos un poco de Póker y después veremos una peli de terror. Antes de beber en la noche anterior, escuché a Frog decir que el día de mañana traería una película muy terrorífica. Tú sabes que no soy muy fanático de las películas de terror, pero me gusta pasar tiempo con ellos. No puedo decirles que no si tengo la oportunidad de estar con alguien.

   Eso es todo por ahora querido diario, te escribiré mañana para contarte cómo estuvo el día de hoy».

-Bonnie

¿Aún no estaban aquí? Ya pasaban veinte minutos de la media noche. ¿Debía salir a investigar? Solo en una ocasión había salido del restaurante para que los tres nos viéramos en una tienda de ropa y conseguir un vestido para Frog: le emocionaba el hecho de que en su restaurante iban a festejar un aniversario, y todos tenían que vestirse formalmente. A pesar de no ser parte de los humanos, los quiso sorprender vestida como un bombón.

   Pasaron otros diez minutos y mi paciencia se terminó. Tal vez no iban a venir hoy. Pero sólo para cerciorarme de que no había pasado nada malo con ellos, me fui a echar un vistazo afuera del local cuidando de que ningún humano me viera: podría asustarlo.

   Llevaba conmigo una espátula que encontré en mi recámara, o el cuarto de trebejos, para defenderme de cualquier amenaza que pudiera haber afuera. Caminé a través de las mesas de los clientes para llegar a la puerta de salida. Por suerte no estaba tan oscuro aquí, pues un poste alumbrando en la esquina de la calle donde se encuentra el restaurante, estaba iluminando un poco de color amarillo, y la luz de la luna. Cuando la puerta de cristal estaba frente a mí, silenciosamente, la abrí con la esperanza de ver a mis amigos a lo lejos. No fue así. Y por más que giraba mi cabeza de izquierda a derecha, no los vi, ni siquiera a un humano. En esta calle se esperaba la llegada de la hora de las ánimas.

   Me metí de nuevo al restaurante. Pero antes de que pudiera seguir mi camino hacia mi cuarto, mi mirada se vio atraída como un imán de vuelta a la puerta de entrada, en específico hacia una hoja de aviso pegada en él. No pude contener la curiosidad, así que la leí.

   ¡Ven mañana y conoce a la nueva cara de MoonLight! ¡Eddy, el elefante cantor!

   ¡Ven mañana y conoce a la nueva cara de MoonLight! ¡Eddy, el elefante cantor!

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