Tres disparos fueron a parar al pecho de Nickolas Bieber. Tumbándolo hacia el suelo. Pero todavía tenía una sonrisa en los labios cuando Justin lo vio completamente muerto y con sangre en la boca. Y todavía tenía el cigarrillo en la mano derecha, sin terminar de consumir. Muriendo en su ambiente. En su gloria. Muriendo por fin y para siempre.
Luisa volvió a gritar, mirando a Justin con terror. Jamás creyó que las cosas terminarían de ese modo. Y cuando quiso decirle algo, se desvaneció en el piso, tratando de revivir a su difunto esposo. Gritó más. Y le gritó a Justin. Y volvió a insultarle. Y volvió a llorar. Dos oficiales se acercaron por detrás, sosteniéndola por los brazos y prácticamente cargándola para poder llevárselas. Y finalmente, con una mirada hacia los ojos de Justin, susurró algo que solo él pudo escuchar.
- Yo sí te quise.
Los oficiales pasaron a llevársela, desapareciendo poco a poco. Y en la habitación solo quedaban tres oficiales, Justin y un hombre que temblaba en una esquina.
- Escucha Justin…
- Cállate la maldita boca. Solo vas a decirme lo que yo te pida ¿vale? – Justin lo miró frío. Sabía muy bien que ese tipejo había atacado a _________ incontables veces, y tenerlo ahí solo le hacía pensar en una cosa. – Sé que mi hija está viva. Por favor, dime donde está, porque te juro que no voy a pensármelos dos veces cuanto tenga que acabar contigo.
- Está en la habitación siguiente. Está viva.
Peterson también está viva. Por favor Justin… sabes que yo también fui obligado a pertenecer a Tentation, no merezco ir a la cár…
- Hey, Shhh. ¿Te he pedido que hables? – Justin se acercó a pasos lentos. – siempre supe que eras un cobarde. – teniéndolo cerca, le habló al oído. – solo te diré que… nunca debiste ni siquiera pensar en hacerle daño a mi chica. Siempre debiste pensar en las consecuencias. – hizo de su mano un puño y golpeó fuerte el estómago de Sebastián. Una y otra vez. Sin control. Varios oficiales se acercaron por detrás, pero ninguno de ellos pudo detener a Justin, que pegaba con fuerza. Y al ver a Sebastián desvanecerse por los suelos, pateó duro contra su cuerpo. Sus hombros. Sus piernas. Hasta dar en su polla. Y dejó de importarle cuanto eso podía doler, porque siguió pateando duro hasta cansarse y dejarlo completamente ensangrentado.
- ¡Basta Justin! – el oficial Vee apareció de pronto. – ¡Detente! – lo cogió de los brazos, junto con otros oficiales y pudieron por fin calmarlo. Y cuando pudo verlo, supo reconocer que Justin se encontraba entre lágrimas. Sin saber muy bien por qué lloraba, esperó a que este se lo dijera.
- Mi hija está viva. – Justin sonrió. Y Vee también lo hizo. Pero ninguno de los dos tuvo tiempo de continuar, pues Justin desapareció, corriendo entre las habitaciones hasta llegar a la continua. Abrió las puertas de la habitación, totalmente desesperado. Podía escuchar su corazón saliéndose. Palpitando con tanta fuerza. Jamás había latido tanto. Y es que solo le bastaba ver a Sofia para saber que todo esto por fin había terminado. Que todo este infierno por fin había desaparecido. Y que ahora solo tocaban ellos. Que ahora solo importaban ellos.
Buscó con la mirada dentro de la habitación. Dentro de ella, otra puerta estaba cerrada. Corrió hasta ella, sacando primero un arma y colocándola sobre su hombro para poder asegurarse por si alguien estaba dentro, aparte de Sofia. Pasó a abrir la puerta con rapidez. Y dentro, una mujer también apuntaba de la misma manera que él. Y ambos se quedaron perplejos al encontrarse entre ellos. Sin saber qué hacer y quedándose varios segundos en el aire, cada uno apuntando al otro. Y ambos en silencio. Y Sofia, que estaba en los brazos de esa mujer.
- Mierda… - Justin tragó saliva. Su corazón se desvaneció al ver a ___________ con Sofia en sus brazos. Y no dudó en llorar. Porque era lo que le hacía falta. Porque lo necesitaba tanto. Porque no podía aguantar ni un segundo más ese jodido sentimiento. Dejó caer el arma al suelo. – por Dios… - gimió él. Mirándola. Y __________ todavía no podía reaccionar. Seguía asustada y respirando con dificultad. Y parecía que en cualquier momento se quebraría y lloraría con todas las fuerzas de su corazón. – mi amor, soy yo. – le dijo suavemente. Sofia estiró sus brazos hacia él, reconociéndole de inmediato. Su aspecto cambió al verle y al estar entre sus brazos las cosas cambiaron. Tanto para él, como para ella. Sintiéndose segura. A salvo. Y él, que la abrazaba con fuerza. Sumergiéndose en su olor. Puro. Dulce. Precioso. Sus lágrimas fueron a parar sobre los hombros de Sofia. Quizá ella no podía entender nada, pero tenerlo ahí por fin, le hacía saber que lo había extrañado muchísimo. – te amo… - le dijo contra el oído. Era la primera vez que confesaba algo así ante una niña. Y es que había bastado saber que alguien más podía hacerle daño, para saber que de verdad la amaba. Que no eran necesarios años, para darse cuenta que cada sentimiento junto a ella era tan intenso.
Justin subió la mirada hacia a ___________, que observaba todo a varios metros de ellos. Todavía parecía en shock, asustada y temblando.
- Gatita. – le habló él, acercándosele. – vamos, suelta ese arma. Soy yo. - _________ dejó caer el arma sobre el suelo. Al hacerlo dejó escapar un sollozo largo. Y varias lágrimas cayeron sobre sus mejillas. Sus manos dejaron de temblar y solo dejó que estas se relajaran, dejándolas caer. Dejándolas reposar. Su respiración volvió a la normalidad y enfocó todos sus sentidos en Justin. Y es que todavía no podía creérselo. – estoy aquí. – Justin le rodeó la cintura con el brazo derecho. Ella todavía lo miraba sorprendida.
- Por favor… - rogó ella, sobándose la nariz. – por favor dime que todo esto ya acabó… - volvió a quebrarse al ver a Sofia abrazando a Justin.
- Acabó. Acabó por fin, mi amor. – fue entonces cuando ella por fin pudo abrazar a Justin. Y al hacerlo solo se dedicó a llorar fuerte contra su pecho. A llorar de la jodida felicidad que desbordaba. De la alegría que de pronto había reinado su pecho. Se separó un poco para poder mirarlo a los ojos, y no duró mucho tiempo antes de que ambos estuvieran besándose de nuevo. Besándose como solo ellos sabían hacerlo. Un beso largo. Desesperado. Besándose para siempre.
Y afuera seguían escuchándose las sirenas de cada camioneta blindada. Y los heridos estaban siendo transportados hacia una clínica cercana. Y el oficial Vee comunicó al gobierno de Francia que aquello había terminado. Que aquel operativo había sido exitoso. Que todo Tentation había sido encerrado y transportado hacia un calabozo seguro, hasta poder encerrarlos en una cárcel. Y que no había más mafia. Y que nunca más habría más mafia. Porque ese día, por fin… Tentation había muerto para siempre.