Su cuerpo está helado. Puede escuchar cada ruido proveniente del exterior. Y se alarma al sentir que ya nada tiene solución. Que todo está perdido. Pero necesita salir de ahí cuanto antes. Necesita seguir luchando. Ha pasado por tanto y las cosas simplemente no pueden acabar así. Así que intenta salir. Pero más disparos se escuchan en todo el edificio. La niña llora con fuerza, atemorizada por el ruido ensordecedor de las balas en medio del infierno. En medio de la última batalla. Así que decide quedarse en la misma habitación, todavía agonizante. Sin saber qué hacer. Sin alguna salida. Todo… está completamente perdido…
Entonces despertó.
Sus ojos se abrieron de par en par, con fuerza. Sin siquiera permitirle tiempo para adaptarse a la oscuridad de la habitación. Su cuerpo estaba inclinado y el susto de aquella pesadilla le había hecho sentarse sobre la cama. Su cabello estaba alborotado. Su respiración agitada y su corazón saliéndose. Estiró una mano hacia la derecha y encendió la luz de la lámpara, puesta en la mesita de noche.
Y observó todo a su alrededor. Todo tan tranquilo. Sin ningún ruido, más que el de su respiración asustada y los insectos fuera del departamento, posados en algún árbol. Las sábanas estaban en el suelo. Y ella estaba desnuda. Y Mierda. Maldito frío. Se sobó los brazos, dándose calor, pasando a gatear sobre la cama hasta llegar al borde de esta, estirar el brazo y recoger las sábanas.
- Hey, ¿estás bien?
La voz ronca de Justin en plena madrugada, hizo que ____________ diera un saltito encima de la cama. Se volteó a mirarlo y su corazón se derritió al sentirlo cerca una vez más. Tenía un aspecto gracioso. Despeinado, ligeramente desorientado, con los ojos alineados y con el aspecto de un niño pequeño. Y era tan diferente a como hace un año las cosas habían estado. Y todo era tan diferente ahora.
- Sí. – susurró ___________. Gateó sobre la cama, esta vez con las sábanas enredadas en su cuerpo desnudo. – una pesadilla, nada más.
- ¿Otra vez? – Justin enarcó una ceja. Sobándose los ojos, se sentó sobre la cama y encendió también la lámpara de su mesita de noche. - ¿Quieres contarme?
- No. - _________ alzó los hombros. – ha sido lo de siempre. Pero estoy bien. – sonrió, somnolienta. De pronto el cansancio había vuelto a su cuerpo en pocos segundos. Hacer el amor con él tenía siempre las mismas consecuencias.
__________ llegó a su lugar en la cama y estiró el brazo para apagar la lámpara de su costado. A oscuras, volvió a acostarse.
- No me gusta. – susurró Justin. Su voz ronca era el único sonido en toda la habitación. A comparación de cómo había estado el ambiente hace unas horas… - mierda, pensé que había hecho un buen trabajo.
- ¡No es tu culpa! Sabes que desde ese día no he dejado de tener pesadillas.
- Pero intenté relajarte unas horas antes…
__________ soltó una risita. Se mordió un labio y se arrastró por la cama hasta llegar a su lado. Abrió las piernas y se sentó sobre él, que la miraba desde abajo, tragando saliva y posicionando ambas manos sobre las caderas de ______________.
Exactamente un año después, las cosas entre ellos seguían intactas. Y era jodidamente grandioso. Y era fenomenal. Porque hacer el amor entre ellos nunca sería algo de lo que tuvieran suficiente. Y a pesar del tiempo, siempre querrían más y más. Y mucho más. Y a pesar de los días, de las peleas, de los celos, de las salidas de control, de las lágrimas… siempre serían ese par de idiotas que se morían el uno por el otro. Haber superado tantas cosas los había llevado a esa conclusión y ahora más que nunca el tiempo no pasaba en ellos.