Jugando con Sofia en silencio, los observaba analizándolos uno por uno. Siempre había sabido que había algo en ellos que los hacía diferentes. No eran tíos normales. Y ahora más que nunca sabía que nunca lo habían sido. Siempre había percibido en ellos ese peligro anormal que emanaban con tan solo sonreír. Siempre tan duros con ellos mismos. Siempre llenos de problemas. Siempre tan arriesgados. Entendía también porque la vida de _______ había cambiado tanto desde que había conocido a Justin. Ella también había cambiado muchísimo. Y es que podía deducir que aquellas cosas te cambiaban la vida para siempre. Su mejor amiga se había convertido en una mujer aventurada que definitivamente no parecía la misma. Sí. Suponía que tener a un hombre como Justin a su lado también traía grandes cambios. Y ahora que los veía, cada uno con el semblante frío, totalmente concentrados y con esos aires de superioridad… sabía que había encontrado la única explicación posible a todo lo que había sucedido.
Con armas de diferente calibre en la maletera, cigarrillos en los bolsillos, tatuajes y un par de cazadoras de cuero, estaba confiando en ellos como nunca había confiado en alguien más. Sin saber cómo, en su cabeza rondaba la idea de la tentación grande que verdaderamente sería ser como ellos, atados al peligro hasta el último aliento de sus vidas.
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Max se limpió las lágrimas. Odiaba haberle dicho suficientes cosas a __________ como para que esta empezara a tener lástima por él.
- ¿Te ha enternecido todo esto, verdad? – sonrió a medias, todavía de espaldas. – Ahora voy a decirte algo que no va a enternecer tanto. – con una sonrisa grande y gustosa en sus labios, se volteó para mirar a _________. – Yo maté a tu madre.
Los ojos de Max brillaron llenos de satisfacción, dejando a ________ sin ninguna palabra que pudiera decirle. Estaba petrificada, con las palabras de Max rondando en su cabeza y dando fuertes puñaladas contra su pecho. No sabía cómo, pero las lágrimas no salían de ella. Ni siquiera le provocaba llorar por lo que acababa de escuchar. Estaba más bien mirándole fijamente, sin ninguna expresión en su rostro más que la de la sorpresa misma. De otra forma, Max habría pensado que en realidad ella no sentía nada. Pero era todo lo contrario, sentía mil y una veces mucho más de lo que había sentido nunca.
- ¿Te das cuenta? Fue tan divertido escuchándote hablar del tema, cuando yo había sido quién había matado a la lesbiana de tu madre.
Las últimas palabras le marcaron el pecho. __________ tragó saliva y tosió, como si el propio aire estuviera cortándole la respiración.
- Oh nena… ¿estás cabreada ahora que lo sabes? Te he salvado de no lidiar con una jodida lesbiana. – le dijo acercándosele de nuevo. – Tranquila, no fue la gran cosa. – negó con la cabeza, en una expresión de desdén totalmente notable. – Me hubiera gustado que lo veas, pero ahora mismo deseo que mires otra cosa. – cortó los pocos centímetros que tenía de ella y la tocó. _________ observó claramente a Max pasar sus dedos por entre su cuello, hasta llegar a su pecho. Él se detuvo y miró a _______ con los ojos llenos de lujuria. Sin esperar un segundo más, metió tres dedos por debajo de la blusa de ella, acariciándole los senos con naturalidad. - ¿Esto te gusta, verdad? – le preguntó él, sonriendo victorioso. Ella se quedó callada. No se movía en lo absoluto y su mirada estaba concentrada en un punto fuera del rostro de Max. Como si estuviera aguantando demasiado algo que estaba a punto de hacer.
Sin detenerse, Max se inclinó sobre ella, esta vez para pasar su extensa lengua por el pecho descubierto de __________. Su concentración se había esfumado. Ahora era un hombre enredado entre las riendas de ________, deseoso por follarla tanto como podía. Le susurró un par de cosas sucias en su oído y cuando estuvo a punto de hundirse en su piel una vez más, miró a _______. Ella sonreía. Sonreía de una manera ligera, superior y detestable. Max arqueó una ceja.