Capitulo 41

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“Y según avance el tiempo, recuérdame. Recuerda todo lo que hemos llegado a ser. Te he visto llorar, te he visto sonreír. Te he mirado mientras dormías. Me encantaría ser el padre de tus hijos. Estaría toda la vida contigo. Conozco tus miedos y sé que eres mía. Tuvimos nuestras dudas, pero ahora estamos aquí… Good bye my lover, good bye my friend, you have been the one… you have been the one for me” – Good bye my lover - James Blunt.

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Esa noche ___________ se fue.

No queda nada en los cajones. Ni un rastro de que ella estuvo aquí. De la misma manera se ha ido con ella, con Sofia, llevándoselo todo una vez más. Y ahora mismo no queda nada más que un estúpido, observando la habitación vacía en medio de la madrugada, en medio de una lluvia fuerte que puede con todo New York, que destroza todo New York.

Ni siquiera podía moverse, ni asimilar lo que acababa de suceder. Ni intentar entenderlo. Estaba desorientado. Con la mirada perdida hacia el horizonte. Se había perdido él, y había perdido la batalla que había jurado no perder nunca. Las había perdido a las dos al mismo tiempo.

La maldita habitación no tardó en llenarse de humo. Y de llanto. Sollozos altos. Palabras fuertes que resonaban en cada una de las cuatro paredes. Y pensamientos vivos que le hacían daño. Y recuerdos que le hacían cicatrices imborrables. Ése era exactamente el poder que ________ Peterson tenía sobre él. Su primer amor. Su único amor. Ésa noche le había abandonado una vez más, pidiéndole por favor que no la siguiera cuando ella diera la espalda. Que por favor le entendiera, que debía alejarse de él para poder encontrar la tranquilidad que tanto deseaba. Y tenía razón. Y eso exactamente era lo que a Justin le destrozaba por dentro. Y es que había visto venir esto, antes de que ambos se conocieran. Se sabía de memoria el final que ambos tendrían, mucho antes de que ambos hicieran el amor. Y eso… era lo que más le dolía.

Ahora estaba malditamente roto. Sin ningún camino que seguir. Destruido. Las lágrimas se le habían acabado, y ahora su cabeza dolía después de haber gritado tanto. No sabía que pensar o a donde dirigir sus pensamientos después de ese momento. No tenía un motivo claro. No tenía nada claro. Era mucho peor que un niño perdido, y es que él lo era el doble porque nunca había podido ser uno.
Su cabeza daba vueltas, debido a la cantidad de cigarrillos que había fumado y al ambiente pesado. Estaba mareado. Y al cerrar los ojos, podía ver con claridad el rostro de ____________ con Sofia en los brazos. Repitiendo las mismas palabras que hace un rato le había destrozado tanto.

Y a pesar de que le había ofrecido una y mil soluciones, ella ya tenía una propia.

“Quizá alejarnos sea lo mejor”

Y lo era. Tal vez lo era. Pero que duro era aceptarlo.

“¿Qué quieres de mí?”

Le había preguntado él, a punto de ponerse de rodillas. Su voz estaba ronca de haberle ofrecido tantas soluciones. Hasta una posible mudanza, otro cambio en él mismo, lo que sea con tal de que estuviera con él por el resto de su vida.

“Lo siento”… ella se disculpó una vez más, mirándole destruido. Mirándole llorar. Y aunque él no pudiera entenderlo ahora, a ella también se le había venido el mundo abajo.

“Quédate, quédate por favor” rogó él. Pero vamos, lo sabía muy bien, nada funcionaría después de haber escuchado que debía dejarlo.

Y era duro saber que ahora mismo no tenía a nadie.
Que cada persona en el mundo que había conocido, terminó alejada de él de alguna manera. Era duro saber que era él el problema. Que él siempre había sido el problema. Que él y su maldito pasado siempre estarían presentes. Pero ahora mismo no era un buen momento para restregarse a él mismo que las cosas hubieran sido mucho mejor en la vida de cualquiera, si él jamás hubiera aparecido en sus vidas.
Aunque ahora mismo era así como se sentía.

Buscó en la cajetilla de cigarros.

Demonios, solo quedaba uno.

Lo tomó entre sus dedos y lo encendió con facilidad, exhlando todo el humo posible para mantener el fuego viviendo en el extremo del cigarrillo.

Y fumó… fumó mucho. Fumó mucho más de lo que en algún momento había fumado. Y de la misma manera en la que el humo se consumía, y desaparecía de su vista, de esa manera ella había desaparecido de su vida. Suave salía de su boca, suave como la piel de ___________, como ella, como su forma de hacer el amor o de decirle “Te amo”.

Oh maldita sea… todo le hacía recordarla.

Sentía sus ojos humedecerse con facilidad. Ella había vuelto a su memoria.

Sin embargo sabía una cosa. Algo que le hacía sentir mejor, de alguna manera. Él ya había pasado por esto una vez. ¿Qué eran dos veces de lo mismo? Su corazón ya había sido roto una vez por la misma persona, y aunque las condiciones no habían sido las mismas, el dolor era exactamente igual.

Y debía superarlo. Porque de eso si estaba seguro. A pesar de que ella ya no estaba más, de que le había dejado por culpa del incierto futuro que les esperaba y del pasado que todavía hacía sombra en ellos, los días seguirían pasando, el sol seguiría saliendo, y ahí afuera todo seguiría igual. Y ahí afuera, solo había roto un corazón más, de los que estarían por romperse.

Y lloraría…

Y seguiría llorando, probablemente hasta quedarse dormido, probablemente hasta que el sol le acariciara el rostro y tuviera que dormir por la obligación de la naturaleza. Y probablemente lloraría hasta entender que esto que había acabado para siempre. Y lloraría… porque dentro de él se negaba a aceptar que todo había terminado de esa manera. ¿Quién lo diría? Tenía un anillo de bodas esperando por ella, pero en cambio ahora estaba solo… tratando de entender que lo que un día habían tenido, no lo tendrían nunca más.

++

El resto de los días fueron una maldita pesadilla para ambos.

Ella, que no salía para nada y seguía solamente la rutina diaria que el trabajo le exigía. De la oficina al departamento, del departamento a la oficina. No había una sola noche en la que no terminara llorando como una tonta, en medio de la oscuridad. Y solo Dios sabía cuánto lo extrañaba. Cuando deseaba escuchar su sentido del humor, su risa, sus manos, su forma de ver

la vida.

Había pasado exactamente una semana, y aunque sabía que era totalmente injusto, no le había dicho a nadie, ni siquiera a Justin, la dirección en la que ella y Sofia se encontraban. Planeaba pronto mudarse a un lugar mejor, en alguna otra ciudad en la que pudiera tener a Justin lejos de ella. Sin embargo, sabía que de todas formas tendría que tener una relación con él, por Sofia. Y ella tampoco había dejado de preguntar por él, y por la mudanza repentina que ambas habían tenido. Y aunque todo eso preocupada de cierta forma a __________, lo que le reconfortaba era saber que estaba haciendo lo correcto. En lo que iba de la semana, no había recibido ninguna llamada anónima, o había sentido algo sospechoso tanto fuera o dentro del edificio. Podía decirse que su vida iba normal, alejada de Justin y cualquier tema que pudiera hacer recuerdo a su nombre. ¿Era esa la vida que necesitaba? Por supuesto que lo era. Estaba decidida a seguir sus días así, porque después de todo había tomado una decisión madura. Iba a tener otro hijo, el cual merecía crecer con una vida normal y pacífica. Estaba segura de que Justin, cuando se enterase, le comprendería perfectamente, y tal vez en ese momento sabría muy bien por qué __________ hizo lo que hizo en el momento en el que tuvo que hacerlo.

Con el móvil en la mano, después de siete días frustrantes, se atrevió a encenderlo. El color en la pantalla de su móvil le heló la piel. Sabía que a continuación le llegarían llamadas perdidas y millones de mensajes de Justin, Emily y tal vez Travis. Vamos, había pasado una semana, las cosas se habían calmado y era momento de afrontar cualquier situación que se le presentase.

Un minuto después, su celular empezó a sonar con la música característica de un mensaje de texto. Sonó dos veces. Tres. Cuatro. Así hasta hacerse más de diez. Hasta hacerse quince. Ella cerró los ojos despacio, soltando aire por la boca, y prometiéndose a ella misma que nada la haría cambiar de opinión.
Lo primero que pudo observar fue un mensaje de texto de… Justin. Su corazón se heló por completo, y sus manos se humedecieron. Ver su nombre en una pantalla causaba muchas cosas en ella. Pudo notar que los mensajes siguientes también eran de él. Había un par de Travis y cuatro de Emily.

Dándose fuerza a ella misma, empezó a leer.

Tentation 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora