Tenía una pequeña maleta lista y un boleto de avión esperando por ella sobre la cama. Y su mirada cruzaba ambas imágenes. Y aunque tenía la suficiente convicción de que estaba haciendo lo correcto, no podía imaginarse que estuviera tomando aquella decisión, sabiendo que hace unos años todo hubiera sido muy diferente. Realmente no se imaginaba en una posición concreta. Realmente no imaginaba una vida sin Justin, en la que no pudiera verle, en la que no pudiera escucharle ni siquiera una sola vez. Realmente, esto le iba a costar mucho más de lo que él probablemente imaginaba. Porque volver a verle, después de una semana, sentirle tan frío como lo había sentido, tan malditamente distante, había sido una tortura grande. No se imaginaba como serían las cosas entre ambos después de unos años, si es que las oficinas del banco de Washington la aceptaban trabajando con ellos.
Deseaba irse. Sí. Por supuesto que deseaba irse. Lo deseaba tanto como deseaba jamás decirle adiós. Porque de la misma manera en la que sabía que alejarse de él, de todo lo que pudiera tener una influencia peligrosa en su vida, le haría bien a ella y a Sofia, sabía a la perfección que parte de su vida se quedaría estancada en alguna parte. Eh ahí los sacrificios que debía tomar.
Demonios… ¿estaba llorando de nuevo?
“Vamos Peterson, ya has pasado por esto una vez”.
¿Cuánto tiempo seguiría huyendo? Muchas veces llegaba a pensar que solo estaba huyendo de ella misma. Joder, ¿ahora mismo se lo planteaba? Ahora que había pasado una semana más, ahora que las cosas con Justin habían terminado indefinidamente.
Quiso sentarse sobre el borde de la cama, pero al intentarlo, escuchó el sonido de la puerta principal. Dos toques y luego tres. Limpiándose rápidamente las lágrimas de ambas mejillas, corrió con las converse puestas hasta puerta. Justin estaba detrás, con Sofia de la mano. Habían pasado toda la tarde juntos, ese había sido el pequeño acuerdo que ambos habían tenido sin el consentimiento de __________. La imagen de ambos juntos y tomados de la mano, hizo que el estómago de ________ diera un vuelco. Tragó saliva de inmediato, guardando la compostura para poder mirarle a los ojos. Ésa era la nueva manera en la que ambos se saludaban. Una mirada fría que no traspasaba el cuerpo de ninguno.- ¿Cómo estuvo el parque de diversiones? – le preguntó ___________ a Sofia, que sonreía tanto como podía. Y es que… podía tener apenas tres años, pero lo percibía todo con exactitud. Dentro de ella sabía que las cosas no estaban bien, no solo porque ya no vivieran con Justin, sino por el tipo de trato que ellos se tenían.
Sofia no tardó en contarle a su madre con exactitud todo lo que esa tarde había pasado con Justin. Se quitó la mochila de elefante, la abrió y sacó unos folletos. Se los enseñó a __________. Y señalaba a Justin, en medio de la explicación. Y éste sonreía. Y sonreía también porque aunque solo pudiera tener este tipo de sensaciones tres días a la semana, las disfrutaba tanto como podía. Esa niña era todo lo que los mantenía juntos, y nunca dejaría de agradecérselo.
- Wow… ¿has hecho todo eso hoy?
Sofia asintió orgullosa. Cada vez que afirmaba con la cabeza, mientras enarcaba las cejas, se parecía a __________ en un cien por ciento.
- Eso es genial preciosa. - _________ se puso en cuclillas, alcanzando a besarle una mejilla. – Creo que no vas a extrañarme este fin de semana. – ella arqueó el labio inferior, y aunque aquella mueca iba para Sofia, Justin también la sintió de inmediato. - ¿Verdad? - ________ ladeó la cabeza, mirbía arquándola asentir. Ahora era su hija quién haeado el labio inferior, verdaderamente triste. Jamás se habían separado tanto tiempo desde… desde aquel incidente que había sucedido hace más de un año. – Sofi, mi amor, hemos hablado de esto, estarás con…
- Conmigo. – intervino Justin, colocándose de rodillas y atrapando el cuerpo de Sofia entre sus manos. – Nos lo pasaremos bien nena. – la abrazó suave, sin presionar su cuerpo, observando el semblante húmedo de ___________. Hace tanto tiempo que no estaban tan cerca como en ese momento, y solo estaban unidos por una niña de tres años que los deseaba juntos ahora mismo. – Mamá volverá rápido, ¿no es así?
- Ajá. – afirmó _______, con el afán de tranquilizar a Sofia rápidamente. – Estaré aquí el domingo por la mañana. – le aseguró, mirándole a los ojos. La niña asintió, al mismo tiempo que se tiraba sobre los brazos de _________ para darle un último abrazo. El último abrazo. Se aferró en el cuello de su madre, sin querer soltarse, porque por alguna razón presentía que debía abrazarla hasta el último minuto que le fuera permitido. Su abrazo cortó la respiración de ________, al mismo tiempo que le aumentaba todavía más las ganas de llorar. ¿Pero qué pensaría Sofia si la viera llorar de esa manera? No era momento, tal vez después, en el avión, donde nadie pudiera escucharle. – Pórtate bien ¿si? – le dijo contra su oído.
Sofia se despegó, con melancolía en el rostro, cogió la mochila de elefante y corrió por el pasadizo hasta la habitación que compartía con _________, desapareciendo minutos después, y dejando solamente silencio. Frío. Silencio puro entre ambos. Tuvieron que pasar algunos minutos para que uno de los dos se atreviera a hablar.
- ¿Le has comprado esa mochila?