Supo que una inmensa guerra de fuego se había formado ahí abajo. Pero no podía regresar. Dentro de sí sabía que Travis y Chaz estaba suficientemente preparados para enfrentarse a lo que sea. Y también… podía sentir que el paradero de su chica estaba bastante cerca de él. No podía detenerse ahora que había logrado escalar dos pisos y nadie había sentido su presencia.
Girando en la esquina, en busca de alguna señal de ____________, observó a un hombre de la misma talla que él, caminando por el pasillo siguiente. Se escondió, apretando la Glock entre sus manos. Esperó a que ese tipo caminara un poco más hacia él, para que cuando pudiera pasar por su costado, le pudiera disparar sin problemas.
Y así lo hizo.
Dos disparos fueron a parar sobre el pecho y abdomen de aquel hombre. Sangre a borbotones salía de su cuerpo, ocasionando un gran charco sobre el suelo. Intentó moverse, pero se encontró muerto casi después de cinco segundos.
En medio de varios jadeos llenos de adrenalina, Justin siguió su camino hacia el último piso, el número cuatro.
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Ella logró dar un salto, cayendo de rodillas sobre el suelo. Quiso llorar pero las lágrimas no le salían. Había encontrado una puerta trasera en medio del bosque, y ahora se encontraba dentro del edificio en donde sabía que su padre se encontraba.
Era una habitación oscura que de inmediato le causó temor. Pero allá afuera definitivamente todo estaba peor. Y tenía algo importante que mostrarle a Justin. Ya estaba ahí… y no podía regresar.
Inspeccionando a pasos pequeños, Sofia abrió con temor la puerta de la habitación, donde una escalera encerrada en cuatro paredes parecía poder llevarla a pisos superiores. El ducto estaba decorado con varios candelabros que parecían haber sido instalados ahí recientemente.
Ella subió despacio. Cogiéndose del suelo y arrastrando la muñeca que contaba los minutos hacia atrás, proporcionándole menos tiempo para llegar hasta su padre. Menos tiempo para vivir.
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Cuando Chaz y Travis empezaban a preparase para lo que vendría a ser una guerra infernal de disparos, alguien disparó continuamente detrás de los cinco hombres que tenían al frente.
Las balas salían continuas. Frías. Directas. El sonido era ensordecedor. Chaz y Travis se tumbaron sobre el suelo, cubriendo sus oídos y percibiendo como los hombres caían uno por uno sobre el suelo, derramando hasta la última gota de sangre. Y no quedaba nada. Después de ellos no quedaba nada, más que una mujer que portaba armas hasta en las piernas y tenía fusiles en ambas manos.
El rostro de Travis empalideció.
- Dios mío… ____________.
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El piso número cuatro estaba igual de desolado que los anteriores. Pero este causaba en Justin una sensación atemorizante que no podía explicar. De todas formas, este era el último piso del edificio. Si ella no estaba aquí, es porque probablemente no estaba en ninguna parte.
Avanzó paso a paso, con el arma a disposición, apuntando en el aire. Tenía un mal presentimiento. Un muy mal presentimiento. Pero aquello no le impidió avanzar.
La infinidad de habitaciones se encontraba cerrada por dentro y no podía acceder a ellas, pero aquello no le haría falta. Apoyó su oído sobre todas las puerta que encontraba. Y en ninguna pudo encontrar algo, a excepción de la última puerta del pasillo.
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Sofia jadeaba. Demasiados escalones. Sin embargo, su temor a la oscuridad hizo que siguiera su camino hacia el último peldaño de aquella escalera secreta. Le quedaba tan poco.
Subió, demorándose unos minutos más, hasta poder llegar al final de su recorrido. Con las palmas de la mano cubiertas de polvo, cogió la manija de la puerta que se extendía ante ella y la abrió.
Un hombre fumaba dentro de la habitación a la cual Sofia había llegado a dar. Un hombre que de inmediato apuntó con un arma a la niña al ver que estaba había llegado mediante un camino que solo él conocía. Pero al verla, al ver a Sofi… Max Nichols bajó el arma de fuego y la tiró sobre el suelo.
Esto estaba mejor de lo que había planeado.
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- ¡¿Qué ha sido eso?! – gritó Chaz, mirando a __________ lleno de sorpresa.
Lucía tan diferente. Se había abrochado cinturones especiales en ambos muslos, donde guardaba dos armas de fuego. Tenía además un canguro que colgaba en sus caderas, donde rebosaban municiones, sin contar con los dos fusiles del tamaño de su brazo, que tenía en ambas manos. Con una cola de caballo y una sonrisa en los labios, ___________ se tiró sobre Travis.
Él la abrazó con fuerza, mientras cerraba los ojos y le acariciaba la espalda suavemente. No pudo evitar soltar un gemido. La tenía ahí. La tenía con él. Estaba a salvo. Estaba viva. Nunca había sentido algo que le hiciera sentir mucho mejor que eso. Era como si su mundo hubiera vuelto a aparecer. Como si hubiera vuelto a respirar.
- Mierda, nena… no puedo creer que estés aquí… - le dijo abrazándole con fuerza. Sus ojos se habían cubierto de lágrimas. Cuando ________ se le separó, él rodeó su rostro con las manos. - ¿Estás bien? – le preguntó.
- Sí. No han hecho nada conmigo. – contestó de ella de inmediato.
Llena de felicidad, corrió y abrazó a Chaz de la misma manera. Él solo se quedó ahí. Petrificado. Sin saber cómo reaccionar. Ruborizándose un poco.
- ¿Dónde has conseguido eso? – le preguntó Travis, refiriéndose a las armas que ella tenía por todas partes.
- Larga historia. – resumió ella. - ¿Qué hacen ustedes aquí?
- Justin ha ido a buscarte. – habló Chaz, recuperándose del repentino abrazo de __________.
Ella frunció el ceño.- ¿Qué? – preguntó, casi inaudible.
- Larga historia. – le imitó Travis. – Ha subido, será mejor que vayamos por él.
Antes de que los tres empezaran a correr escaleras arriba, ____________ detuvo a Travis.
- Dime por favor que Sofia no está aquí. – la voz de ___________ denotó desesperación. Pero le desesperó aún más, que Travis no respondiera a su pregunta. Él se limitó a subir las escaleras, y ella, al cabo de unos segundos, hizo lo mismo.