Caminé lentamente hacia mí habitación del campamento. El camino era dorado con flores amarillas, que contrastaban a la perfección con el atardecer a mis espaldas.
Me detuve frente a las escaleras al escuchar un piano a lo lejos. Sin siquiera pensarlo corrí hacia el sonido, llegando a la sala de música que tanto adoraba visitar. Sonreí al escuchar mucho mejor la pieza del piano y entré con entusiasmo.
En el centro de la habitación, tocando el blanco piano, estaba mi padre, con una media sonrisa en su rostro. Parecía disfrutar tanto de lo que tocaba, de lo que trasmitía su música.
Lo miré en silencio, esperando que no notara mi presencia. Pero fue en vano ya que se giró y me miró como si supiera desde hace mucho que estaba ahí mirándolo.
—¿Por qué no vienes y tocas algo también?— sonrió en mi dirección y me acerqué dudosa.
—¿Yo sola?
Me paré frente al piano, notando lo grande que era en comparación conmigo. Observé el asiento y dudé si mis pies podrían legar al suelo si me sentaba ahí.
—No puedo sola. Quiero tocar contigo — hable casi en una orden, no podría imaginarme tocando sola, sin él no podría crear ningún tipo de melodia.
Una sonrisa triste apareció en su rostro y lo observé confundida.—Vamos a tocar juntos entonces— me tomó de la mano y me sentó a su lado. Comenzó a tocar una pieza que años atrás había compuesto, yo la recordaba a la perfección así que me uní a él sin problema, sintiéndome completa y feliz, porque él estaba ahí para mí.
De repente sentí un gran dolor en mi frente, algo se había estrellado contra mi cabeza. Levante la mirada confundida y note que estaba en el suelo, junto a la cama. ¿Estaba soñando?
—Mary querida, despierta. Necesito contarte al...— mi madre abrió la puerta de mi habitación y la miré desde el suelo —¿Que haces ahí?
Me sostuve de la cama y me puse de pie, estiré mis brazos —Buena pregunta. Creo que me caí dormida— rei ligeramente, pero ella me miró con seriedad.
—Debes tener más cuidado. Aún tienes esa costumbre de dormir en la esquina de la cama y terminas callendote todo el rato— se cruzó de brazos.
—Estoy bien— le sonríe. Su rostro estaba tenso y parecía inquieta. La observé confundida —¿Tenías algo para decirme?
—Oh... Si— solté un gran bostezo recordándome que acaba de despertar —Es acerca de la consulta de ésta tarde. Quiero decirte por qué la pedí.
Mi madre camino en mi dirección, se sento en la cama y con confusión me senté a su lado. La observé en silencio intentando descifra que pasaba. Una consulta aparte de las ya predeterminadas, no eran sorpresa para mí. Ella era demasiado consciente de mi condición y solía pedir citas extra con el doctor a cada rato por lo que ya estaba medio acostumbrada. Pero esa vez era diferente, ella parecía más inquieta e incluso parecía querer darme explicaciones, lo que quería decir que había algo más aparte de su preocupación materna.
—Cariño, sabes que yo... Solo quiero lo mejor para ti, y haría cualquier cosas por tu bien— tomo mis manos y las apretó con fuerza, dejándome desconcertada.
—Mamá, me estás asustando.
—Hoy iremos a hablar con el Dr. Kast, pero no será una simple consulta. Hablaremos de un tratamiento más efectivo— la miré tensa —quizás una operación.
—¿Que? ¿De qué hablas mamá? Sabes lo caras que son, ya no tenemos dinero para continuar con las consultas ¿cómo vamos a pagar una operación?— me puse de pie desconcertada y algo alterada. Ella me miró triste.
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Solo Tú (DESCONTINUADA)
Teen FictionTres años después de verse por última vez y ninguna de sus heridas fueron curadas. Tres años después y sus sentimientos no se atrevieron a desaparecer o cambiar. Él es un chico malo con un corazón tierno. Ella es una chica buena con el interior ro...