Narra Maria Hill
La Navidad había llegado. Con ella se supone que debía llegar alegría y buenas vibras, era tiempo de dar y recibir, se supone que era de las celebraciones más felices y esperadas.
Ese año mis navidades no fueron del todo felices. Y habían muchas razones para ello.
Esa mañana todo fue normal. Yanet había despertado con mucha energía, Rebecca también parecía emocionada y las demás chicas se preparaban para decorar el lago donde se haría la fiesta. Todo era feliz y tranquilo hasta que note algo que me dejó desconcertada y confundida.
¿Andy me estaba ignorando? Bueno, más bien me estaba evitando a toda costa. Era difícil no darse cuenta cuando era tan obvio, ni si quiera me miraba a la cara y evitaba hablarme.
¿Yo había hecho algo mal? ¿Lo había hecho enojar? ¿Le incomodó saber que me gustaba alguien?
Mi cabeza daba vueltas y vuelta mientras intentaba no sentirme peor de lo que ya me estaba sintiendo. El desprecio de Andy me estaba doliendo mucho más que esos tres años en lejanía, y me estaba comenzando a deprimir.
—Oye ¿te encuentras bien?— Camille puso su mano en mi hombro y me miró preocupada —Pareces desanimada.
La mire unos segundos en silencio y después le sonreí —Estoy bien. Solo un poco cansada.
Aproveché el hecho de que estuviéramos decorando desde la mañana la zona de la fiesta. Camille me miró desconfiada y me pidió que fuera sentarme un rato. Me negué rotundamente y la peli roja insistió por un rato hasta que me obligó a sentarme en una de las mesas terminadas.
Inconforme me senté y miré con los brazos cruzados a todos los demás trabajando. No quería estar sin hacer nada. Eso solo permitiría a mi mente pensar de mas y a mis ojos buscar con desesperación el rostro sereno de Andy.
No fue difícil encontrarlo. Estaba junto a los demás chicos del grupo de baloncesto trayendo las mesas y las sillas. No parecía inmutarse mucho del peso de las sillas que llevaba en las manos, más bien parecía que era algo normal para él.
Lo mire con asombro, embobada ante la flexión perfecta de los músculos de sus brazos. Debía admitirlo, había hacho un gran trabajo en su cuerpo en los años pasados.
Hechizada con su rostro serio e inexpresivo solo me dedique a mirarlo. Intentando leer sus pensamientos, intentando comprender que había en su mente. ¿Que era yo para él?
No tenia porqué pensar en eso, no había razones, la verdad. Pero ya no podía sacar de mi cabeza esa pregunta, y mucho menos ahora que no hablaba con él. Tenerlo lejos y distante me incitaba a saber que había en su cabeza.
Suspire abrumada al darme cuenta de que nunca descubriría lo que él sentía con sólo mirarlo. Ni si quiera preguntándole directamente, ya sabía que él podría evitarlo como siempre evitaba cualquier conversación importante. Solo para estar segura de sus verdaderos sentimientos, debía entrar en su mente y luego en su corazón. ¿Demasiado imposible? Suspiro mental.
—¿Dónde está Mary?— escuche detrás de mí a Rebecca, me gire confundida y los ojos de la peli negra se posaron en mi —Oh, ya estas sentada— murmuró y luego suspiró —Lo siento, llevas todo el día ayudando y no me di cuenta de que estabas cansada.
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Solo Tú (DESCONTINUADA)
Teen FictionTres años después de verse por última vez y ninguna de sus heridas fueron curadas. Tres años después y sus sentimientos no se atrevieron a desaparecer o cambiar. Él es un chico malo con un corazón tierno. Ella es una chica buena con el interior ro...