Capitulo 28: Vaya Fortaleza.

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Narra Maria

Oscuridad.

Frialadad, dolor y miedo.

Pero de repente hay calidez. Y todo lo que me atormenta mientras me desvanezco en mi misma, deja de importar.

Esa calidez me abraza y me estremece. Está llena de tristeza pero aún así me sostiene con tanto cariño que duele.

¿Por qué duele?

No entendía que pasaba. ¿Por qué estaba como flotando hacia el vacío y de repente me sentía en los cálidos brazos de alguien?

Parecía como si estuviera soñando pero ¿por qué simplemente no abría los ojos y despertaba? ¿Por qué me sentía protegida y a la vez tan indefensa? ¿Por qué?

¿Por que duele esta calidez?

En un intento de mantenerme en este plano espectral abrí los ojos y sentí que ya estaba en el cielo.

Quizás era por la comodidad que sentí en esos esos brazos. Quizás era por la calidez de esa mano entrelazada con la mía. Quizás era por el suave tono de esa voz. O quizás, simplemente era por la forma en la que esos azules ojos me estaban mirando.

~*~

La melodía de una canción que nunca había escuchado se apoderó de la habitación. Estaba en un volumen muy bajo pero había tanto silencio que podía escuchar con claridad hasta la respiración de la cantante.

Había despertado hace unos segundos atrás pero había quedado demasiado encantada por la canción que no abrí los ojos inmediatamente. Solo me quedé quieta, tranquila y en completo silencio mientras intentaba traducir lo que podía de la letra.

"Cuando todo se vuelve gris.
Todavía te veo.
Cuando el frío no se va.
Todavía puedo sentirte.
Incluso cuando el cielo se esté cayendo.
Y esté colgando de un hilo.
Estoy de pie en el borde de la nada.
Pero se que no está roto.
Sé que aún no está roto."

Era un canción con una letra muy bonita. Tan profunda y sentimental que por un momento me estremeció bastante.

La chica que cantaba parecía querer aferrarse sin importarle los obstáculos a alguien. Ella no parecía temer, porque su corazón le decía que aun no era tarde. Todo no estaba perdido aún.

Que bonito, vaya fortaleza...

La puerta se abrió y el rechinido me despertó por completo. Abrí los ojos y mire en su dirección, ya ni me había preocupado por saber donde estaba, ese olor característico de hospital me lo decía todo.

Una enfermera de unos ventitantos años entró sosteniendo una bandeja donde parecía llevar comida y algunas medicinas. Al verme sonrió alegre y dejó la bandeja sobre un mueble que había en la habitación para luego caminar hacia mí.

—Al fin despiertas. ¿Cómo te encuentras?

Tomó la almohada sobre mi cabeza y me ayudó a sentarme en la cama. Me acomodé entre las sábanas notando que aun tenía la misma ropa de la mañana, y voltee hacia ella.

—Estoy bien, algo cansada pero sé que es normal— Le dí una sonrisa tranquila y la observé volver en busca de la bandeja.

Sabía que me había desmayado pero no tenía idea del porqué ya que nunca antes había ocurrido de esa forma. Aparte, mis recuerdos eran borrosos asi que no pude evitar sentirme inquieta por ello.

—¿Que fue lo que pasó?

La chica puso la comida frente a mi y me entregó una pastilla pequeñita junto a un vaso con agua.

Solo Tú (DESCONTINUADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora