Narra Andy Harrison.
—Chicos, en el último juego tuvimos suerte y ganamos. Pero esta vez no será tan fácil. Nuestro enemigo de hoy es fuerte y molesto, recuerden como nos humillaron la última vez— recordé mirando con firmeza a mi equipo, todos asintieron con la cabeza sin poder olvidar ese día en el que fuimos burlados. —Esta ves estamos más preparados y sé que si damos lo mejor de nosotros los machacaremos fácilmente. Así que pónganse las pilas, manténganse centrados y no quiten los ojos de la pelota ni por un momento— señalé amenazador, volvieron a asentir. Lleve mi mano al centro y todos hicieron lo mismo, al final puse la otra mano encima de todas las demás —Fuerza equipo.
Fui a quitar las manos dando por listo mi discurso pero la mano de Antony que estaba encima de la mía me sostuvo con firmeza. Lo miré confundido y él me observó seriamente.
—Te falta algo.
Su mirada firme me inquieto un poco, sabía perfectamente de que hablaba, pero pensaba que sí obviaba eso ellos no se darían cuenta. Iluso pensamiento.
Relajé las manos y suspire para mi mismo antes de volver a hablar —Comienza el juego.
Todos subieron las manos y la mía con ellos. Rompimos la formación y nos acomodamos en las bancas en espera del acto de las porristas como en cada partido.
Comienza el juego.
La suave voz de la María de 13 años apareció en mi mente, ella y su energía insaciable. Me había obligado a ignorarla tanto a ella como a la María de mi presente.
Pero es imposible. Sabes que es imposible.
Miré hacia mi derecha y mis ojos buscaron esa pequeña chica de mejillas pálidas y mirada esmeralda. Fue fácil encontrarla, estaba en lo mas bajo de las gradas recostada peligrosamente hacia adelante en la barandilla que separaba el juego de los espectadores. Con la mirada perdida en el espectáculo de las chicas mientras los ojos le brillaban de emoción.
Llevaba su ropa usual, pero esta vez el short era blanco y la blusa roja, representando los colores de nuestro equipo. En el pasado solía aparecer así vestida cuando no podía estar en el partido completo, con dos coletas y las iniciales de algun jugador en las mejillas.
Mis iniciales siempre estaban en su mejilla derecha.
Ahora que sabía la razón de sus desapariciones no podía evitar sentir presión en el pecho al recordar los momentos donde no llevaba su uniforme de animadora. Esos momentos en los que sin darme cuenta ella se debilitaba poco a poco justo frente a mis ojos.
Suspiré para mí mismo y mi pecho se contrajo, verla era una tortura lenta y dolorosa que me recordaba con rudeza cuanto daño le había hecho. Me sentía culpable, tonto e increíblemente frustrado.
No podía hacer nada por cambiar lo que ya estaba hecho, pero aún así en el fondo sabía que eso era lo mejor, ahora su situación sería atendida y por lo que sabía ya había comenzado el tratamiento.
La culpa era grande pero el miedo de que algo pudiera pasarle era mucho mayor y opacaba cualquier otro sentimiento. Elegí ignorar lo mal que se sentía mi interior e intentar pensar en su bienestar y salud. Ella merecía algo mejor y quizás eso implicaba que yo no fuera parte de su vida.
La seguí mirando unos segundos y mi vista bajo a sus muñecas en busca de la cinta roja, que aunque fuera tres años tarde, pude darle. Pero no estaba.
Claro que no está. ¿Crees que después de lo que hiciste ella podría conservarla? Obviamente se desiso de ella, y quizás sus sentimientos por ti tuvieron el mismo destino.
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Solo Tú (DESCONTINUADA)
Teen FictionTres años después de verse por última vez y ninguna de sus heridas fueron curadas. Tres años después y sus sentimientos no se atrevieron a desaparecer o cambiar. Él es un chico malo con un corazón tierno. Ella es una chica buena con el interior ro...