Me sostuve con cuidado de no caer del árbol. Subí dos ramas más y llegué a la puerta de la casita de madera. Amaba ese lugar, especialmente por mis encuentros en cierta persona.
Antes de pasar adentro acomodé mi pelo y mi flequillo. Solté todo el aire de mis pulmones y entré. El lugar estaba vacío, no había naba más que esas cuatro paredes y las ventanas por todos lados.
Al fondo, sentado en el balcón de la casita, estaba un callado Andy, mirando con seriedad el lago debajo de sus pies.
—¿Aquí otra vez?
El chico al escucharme se giró y me me miró. Sus ojos azules, iluminados solo por la luz de la luna, provocaron cosquillas en mi estómago. Le sonreí y me acerqué.
—¿Que haces aquí? Es tarde— dijo cuando me senté a su lado. Me miró con inquietud —No estuviste en el juego del lunes.
Baje la vista culpable —Lo siento. Tenía algo que hacer.
—Eso vi— dijo cruzandose de brazos y luego de una pausa volvió a hablar algo desanimado —De todas formas perdimos, así que no importa.
Subí la mirada a él, tenía la vista pensativa y parecía algo molesto.
—No fue tu culpa— murmuré.
Él suspiro y me miró —Fallé en el último tiro— hizo una pausa y se pasó las manos por el pelo con frustacion —Ni si quiera sirvo para tirar una pelota desde un metro del aro.
Lo mire mal —¿Ahora vas a decir que eres malo en el basquet? ¿Solo porque fallaste UN tiro?— él me miró sin decir nada —¿Y que hay de los tiros que no haz fallado? ¿Que hay de las jugadas casi perfectas que haz hecho? Yo he estado presente y te he visto hacer juegos increíbles que hasta el entrenador termina felicitando. No menosprecies tus propias habilidades — me crucé de brazos y lo miré molesta.
—De todas formas fallé en el juego y perdimos. ¿De qué sirve que haga buenas jugadas en los entrenamientos si en los momentos importantes meto la pata como un estúpido?
Suspiré —Si eres así de negativo no lograras nada.
—Siendo positivo tampoco— me miró con la cejas subidas. Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza.
—Eres un malhumorado— dije y él volvió a mirar hacia el lago.
—Nací así de odioso.
Lo mire unos segundos con mala cara, pero él no me miraba a mi, parecía demasiado pensativo buscando algo en el horizonte.
—Lo que te falta es confianza— murmuré desatando la cinta roja que horas atrás había preparado en mi muñeca para él. Me miró confundido.
—¿Que?
No dije nada y me giré a tomar su mano. Andy miró en silencio, sin hacer ningún tipo de resistencia, mientras le ataba la cinta a la muñeca. Cuando terminé la miró curioso.
—¿Que es ésto?
—Un amuleto. Pará tu suerte— le sonreí —En algunas culturas le ponen cintas rojas a los bebés para proporcionarles protección y buenas energías. Quizas a ti te dé un poco más de confianza.
—¿Ahora soy un bebé?— bromeó subiendo una ceja, rei ligeramente.
—A veces eres como un bebé grande— aseguré y una pequeña curvatura se formó en sus labios. Suspiré —Quizás tenerla te devuelva la confianza que tenías al principio. Antes parecías más animado con todo esto del basket y gracias a eso las cosas te salían mejor. Por lo que sé, últimamente no estas muy motivado y eso te juega en contra.
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Solo Tú (DESCONTINUADA)
Teen FictionTres años después de verse por última vez y ninguna de sus heridas fueron curadas. Tres años después y sus sentimientos no se atrevieron a desaparecer o cambiar. Él es un chico malo con un corazón tierno. Ella es una chica buena con el interior ro...