Narra Andy Harrison.
Dormir parecía más difícil de lo que pensaba. Era cerrar los ojos y ver el rostro de María lleno sentimientos de enojo, tristeza y frustración.
Si vas a odiarme, odiame bien.
Su voz rota, sus manos temblorosas y su mirada desesperada, encogian y apretaba algo en mi pecho volviéndome vulnerable y débil. Verla de esa forma era desgarrador.
¿Por qué dolía tanto? Ni si quiera podía entenderlo, pero estaba seguro de que lo hacía. El sentimiento de vacío y agonía al ver las lágrimas acumuladas en sus ojos era suficiente para confirmarmelo.
La chica frente a mi, que conocía tanto y desconocía a la vez, solo podía mirarme con frustración mientras me hacía preguntas que ni yo mismo sabía las respuestas.
Si tan solo fuera lo suficiente valiente como para pensar en esas respuestas. Pero no, no lo soy. Y lo peor de todo es que ahora tengo escusa para no pensar en ellas.
El castigo de las esposas era atroz. María había aceptado sin tener idea de que ese castigo sería mi perdición. Ahora debía obligarme a ser ese monstruo horrible que le hacía tanto daño. Debía mantenerla alejada y esa era la única forma que sabía que funcionaba. Temia que si nos involucrabamos demasiado mi padre podría usarlo en nuestra contra, él siempre encontraba la forma y no tenía planeado arriesgarme. No podía permitirle estropear otra vida solo por sus sucios planes o su propia conveniencia. No esta vez.
No tenía más opcion que ser ese Andy frío e hiriente que aunque sabía que era parte de mi, no era así con todo el mundo. Y mucho menos quería ser asi con ella, la primera persona que me había dado una sonrisa sincera.
Las cosas estaban así, y esa noche me preparé mentalmente para lo que venía. Pero nunca se me pasó por la cabeza que debía prepararme para algo más. Pensaba que ya lo tenía todo calculado, pero no, ella se aseguraría de que no.
Despertar nunca había sido tan confuso. Abrir los ojos y ver como primera cosa su rostro iluminado y sonriente no estaba entre mis planes, en ninguna de las alternativas.
Al parecer yo no era el único que tenía un plan, esa mirada brillante me lo había confirmado.
No, no hagas esto.
Sabía lo que ella estaba planeando, lo supe desde el primer momento. Pero no podía dejarme llevar, esta vez no podía caer en el mundo perfecto al que ella sabía llevarme. Tenía que manteneme firme y dejar de ceder a ella.
Ya lo había hecho por años, ignorar su existencia en mi mente y hacer como si no pasara nada con ello. Repetirlo ahora no sería tan difícil ¿no? Solo debía hacer lo mismo, pero con la María real.
Podria parecer una azaña difícil, pero no lo era, o al menos no cuando ella no estaba cerca.
Pero el día pasó rápido y antes de darme cuenta estaba nuevamente a su lado con nuestras muñecas esposadas y las palabras estancadas en la boca. Como la noche anterior, pero esta vez teníamos más razones para estar incómodos.
Maldito Antony, voy a matarte apenas pueda.
—Emm... voy a... cambiarme.— su suave y temblorosa voz llegó a mis oídos distrayendome de mis pensamientos asesinos.
Baje la mirada hacia ella y pude notar con facilidad lo nerviosa e inquieta que estaba. La situación no era realmente bonita asi que entendía su incomodidad.
Me giré sin decir nada, solo quería que iniciara y terminara antes de que mi mente me hiciera una mala jugada y comenzara a tener algún pensamiento fuera de lugar. En el pasado alguna que otra vez lo hizo, y ahora que entendía todos esos temas adultos sabía que lo volvería a hacer.
Había tanto silencio que podía escuchar a la perfección su respiración nerviosa y agitada, el roce suave de sus manos contra su piel y la tela de su ropa.
Quizás estaba prestando demasiada atención como para poder escuchar esas cosas. Quizás era demasiado para mí mente que ya se estaba creando su propia imagen de lo que escuchaba.
—No voltees.
Dijo ella tomándome por sorpresa. Me puse tenso y respire con algo de nerviosismo mientras sentía que me había atrapado haciendo algo malo. Negué con la cabeza para mi mismo.
—No te preocupes. No estoy interesado en tu cuerpo.
La peor forma que tenía para responder, pero el pánico pudo conmigo. Maldije internamente mis palabras, era estúpido cuán falsas se habían escuchado después de los pensamientos que estaba teniendo.
María se quedó callada y solo continuó desvistiendose. Su silencio se sentía aún más pesado, no podía ver su rostro pero de alguna forma sabía que no estaba teniendo una expresión sonriente o nerviosa, sabía que ese silencio significaba que mis palabras le habían afectado.
Me mordí el labio sintiéndome horrible, lo último que quería era hacerla sentir mal y últimamente eso era la único que sabia hacer.
Me quedé quieto y esperé pasiente a que ella terminara con lo suyo. Pasaron unos minutos de sonidos de ropa y nudos hasta que sentí su mano tocar ligeramente mi hombro.
—Ya está, podemos irnos.
Me gire por completo y la observé. Podría no hacerlo pero la curiosidad era demasiada. Y siendo sincero, nunca estuve más agradecido de haber seguido mi curiosidad.
Llevaba un traje de baño de dos piezas azul oscuro, resaltando de una forma hermosa su pálida piel. La poca tela dejaba a la luz unas curvas que para nada recordaba ahí. No eran demasiado exageradas, al igual que sus pechos y muslos, más bien estaban en perfecto balance con su pequeña estatura. Tenía todo el cabello hacia un lado cayendo suavemente sobre su pecho y dejando su hombro al descubierto.
Levantó la mirada hacia mí, distrayendome con sus verdes ojos y sus labios ligeramente enrojecidos.
Se veía tan...
—¿Nos vamos?— preguntó sacándome del trance.
Baje la mirada e intenté mantenerme sereno aclarandome la garganta para luego asentir con la cabeza.
Sabía que ahora podría actuar como si nada, sabía que podía hacer como si no me importara, sabía que podría ignorar todo...
Sabia que habían cosas que podía hacer o fingir, pero la verdadera pregunta era ... ¿por cuánto tiempo podría continuar haciendolo?
************************************
Mini capitulo extra. Para mas placer :bEspero lo hayan disfrutado.
XOXO de Mary.
ESTÁS LEYENDO
Solo Tú (DESCONTINUADA)
Teen FictionTres años después de verse por última vez y ninguna de sus heridas fueron curadas. Tres años después y sus sentimientos no se atrevieron a desaparecer o cambiar. Él es un chico malo con un corazón tierno. Ella es una chica buena con el interior ro...