Capitulo 18. Dos Semanas.

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Narra Andy Harrison

Michel, Elliot y Antony gritaban con enojo al televisor. Su equipo de fútbol perdía 4 a 0 y parecía molestarles bastante. Yo los miraba desde lejos rezando por no verme de la misma forma cuando estaba viendo algún juego. Me senté en la barra junto a Rebecca y esta me miró confundida.

—¿No vas a ver el partido?

—Tengo resaca. Estar cerca del televisor y de esos gritones me dá jaqueca— dije haciendo un pequeño masaje en mi sen. Maldito alcohól.

Ella rio —¿Quién te manda a tomar como estúpido dos días seguidos?— habló burlona y después subió una ceja —Pero te vi en el entrenamiento, y parecías estar bien.

—Jamás faltaría a un entrenamiento por resaca. Jones me mataría— hice una mueca de incomodidad —Pero por suerte soy muy buen mentiroso y él no notó nada en toda la mañana— sonreí victorioso y la chica se me quedó mirando con una sonrisa que en lo personal noté rara y sospechosa. La mire confundido —¿Que?

—No, nada... Solo que me pareció curiosa la forma en la que hablaste. Pareces de buen humor incluso con la resaca— giró la cabeza y me miró con una dulzura que me confundió aún más —Aparte, sonreiste con naturalidad y eso no es algo que pueda ver todos los días— baje la mirada con algo de ¿timidez?

—Solo... Ocurrió— levanté los hombros con una pequeña sonrisa en los labios.

—¿Cuál sería la razón para que ese milagro pueda ocurrir?— entrecerró los ojos con desconfianza sin borrar la sonrisa sospechosa.

—No tiene que haber una razón. Solo desperté así— levanté los hombros y Rebecca negó. La mire condundido.

—¿Despertaste con buen humor y resaca? La verdad es que creo que esos dos no combinan mucho— habló con seguridad —¿Tu sonrisa radiante no tendrá una razón más lógica? ¿Ella, quizás?— señaló con la cabeza algo a mis espaldas y me voltie sin entender.

Al verla comprendí por completo de lo que hablaba Rebecca, y posiblemente tendría razón. Sólo ella podía cambiar mi humor tan drásticamente, y esos últimos dos días eran prueba de ello.

Maria caminaba hacia nosotros con los pies descalzos, el cabello recogido en dos colectas y un juego naranja de short y camiseta. No tenía nada de maquillaje y era fácil notar las pequeñas ojeras debajo de sus verdes ojos, parecía más cansada que nunca y me intrigaban sus constantes bostesos.

—Buenos días, enana— habló Elliot desde los sofás y los otros dos saludaron con la mano. —No estuviste en el entrenamiento hoy. ¿Que te pasó?

Ella sonrió culpable —Me quedé dormida.

—Más que dormida, te volviste una roca. Intentamos despertarte miles de veces pero no tuviste reacción. Ni si quiera Daniel tuvo éxito— se quejó la peli negra mirando a la castaña con desaprobación. Luego subió una ceja —Estuviste durmiendo toda la mañana. ¿Por qué tienes ojeras? ¿No dormiste en toda la noche o que?

—Bueno...— continuó con la sonrisa culpable —Estuve ocupada pensando.

—¿Pensando? ¿Tiene algo que ver el mensaje que te llegó en la noche?— Rebecca levantó una ceja y las miré en completa confusión. María bajó la mirada y luego sonrió.

—No es nada importante, no se preocupen. Solo me metí demasiado en el tema— rio ligeramente y sus ojos se posaron en mi.

Al instante sentí chispas en mi interior, ella me sonrió y los recuerdos sueltos de la noche anterior aparecieron en mi cabeza. Cambié la mirada algo avergonzado, tenía los recuerdos borrosos pero sabía que había dicho y pensado algunas cosas completamente fuera de lo que estaba acostumbrado. ¿Había llegado a alguna conclusión? No estaba seguro de ello. Quizás solamente me di cuenta de lo hermosa y tierna que se veía esa pequeña chica con las mejillas enrojecidas. ¿Pero algo de mi sentimientos? No.

Solo Tú (DESCONTINUADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora