Capitulo 23. Bien Hecho, Cupido.

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Me mordí el labio con inquietud mientras caminaba sin rumbo por el campamento. Me sentía rara. Rota y a la vez enojada. Pura bipolaridad.

Caminé entre los árboles y me adentre en el bosque. Al llegar al lago me aseguré de que no habia nadie más alrededor y me senté en unas rocas.

Pasé las manos por mi rostro con frustración, habían muchas cosas pro procesar, mi cabeza estaba al explotar.

En primer lugar estaba el contrato. Ya lo había firmado. Ya era oficial. Sabía que en esos momento era la mejor decisión ceder a ese papel, pero aún así, la inquietud y mala sensación de mi pecho no desaparecia. No podía simplemente olvidar la amenaza de ese hombre con quien ahora tenía compromiso. Él no me daba ningún tipo de seguridad, solo lo había aceptado por mí madre y por mi propio bien. De alguna forma solo acepte ante el pánico que sentí al pensar que mi vida se iba consumiendo poco a poco. Una sensación horrible.

En segundo lugar, haciendo más revuelo en mi interior estaban Andy y Daniel. Ambos, casi como unos completos desconocidos. Destruyendo la imagen que tenía de su persona. Como si de la nada sus personalidades se hubieran enloquecido mostrándome su verdadera naturaleza. Una naturaleza cruel y egoísta. Solo pensarlo me tenía completamente aterrada y conmocionada.

Pero de laguna forma no podía creer del todo sus comportamientos, eran tan repentinos e impulsivos que carecían de realidad. Simplemente sentía que no podían ser ciertos. O al menos no todos.

Intentando despertar del mal sueño cerré los ojos y agité la cabeza de un aldo a otro. Pero fue en vano. Era más real que la cinta roja en mi mano, incluso que el dolor oprimido en mi pecho.

Después de un rato de soledad y depresión por mis pensamientos decidí volver a la habitacion, no quería preocupar a nadie.

Cuando subí las escaleras todos en el salón me miraron dejando de lado la película que segundos miraban concentrados en el televisor. Daniel no estaba en toda al sala.

—¿Que están viendo?— me acerque con inocencia y me senté al lado de Elliot. El castaño me miró unos segundos y después miró la televisión.

—Harry Potter y las reliquias de la muerte parte dos. Apenas comenzó— dijo sonriendome. Le devolví la sonrisa y con entuciasmo me giré a mirar la película. Harry Potter era mi pasión, jamás me negaría a ver alguna de las películas, incluso si era solo la última.

Los demás me miraron en silencio, algo confundidos, supongo. Un momento atrás había gritado enojada a mi mejor amigo y de la nada había vuelto con la misma sonrisa de siempre. Cualquiera se extrañaría.

Los mire con una sonrisa despreocupada y todos se giraron a continuar viendo la película. Como era de costumbre mis ojos fueron directamente a aquellos diamantes azules. Andy fue el último en girarse, nuestras miradas se sostuvieron unos segundos y en el momento en el que las mariposas comenzaban a a volverse locas en mi estómago, él desvió la vista al televisor.

Ya detente. Deja de mirarlo.

Parte de mi inconsciente me miró con negación. Debía detenerme ¿no? Eso pensaba, eso creia correcto. Pero había algo dentro de mí que simplemente no podía aceptar todo lo que esos labios perfectos me habían dicho. Intentaba buscar desesperada alguna respuesta o razón en sus ojos, con tal desesperación que dolía, ya que había más probabilidad de que no encontrara nada.

Solo guardamos silencio y disfrutamos de cada parte de la pelicula. Yanet, que ahora se había sentado en el suelo junto a mis pies, comenzó a llorar en la escena de After all this time? como una niña pequeña. Yo sentí nostalgia y dolor en el pecho, él amor de Snape era tan puro y fuerte, siempre me encantó su personaje y aunque a veces me molestara un poco, nunca pude sacar de mi cabeza que el solo tenía un corazón puro y tierno que el mundo se encargó de oscurecer.

Solo Tú (DESCONTINUADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora